Cultura Por: J.C. Maraddón07 de diciembre de 2023

Lo individual y lo colaborativo

Sin indagar en el costado oscuro de la intimidad de un músico que antes de su muerte en 2009 ya había caído en la zona de la cancelación, es muy interesante el enfoque del documental “Thriller 40”, estrenado por Paramount+ el último fin de semana, sobre el álbum de 1982 de Michael Jackson.

J.C. Maraddón


Detrás de cada álbum musical glorioso que ha trascendido más allá de su tiempo para consagrarse como un clásico, está el nombre de un artista que ha estampado allí su firma y que ha obtenido una cuota extraordinaria de fama gracias a la capacidad que ha demostrado allí para dar forma a una pieza maestra. Ya fuese una banda como los Beatles o un solista como Bob Dylan, el mérito del intérprete que publica un disco de estas características es asumido como propio, más allá de los créditos que figuren en su ficha técnica y que involucran a otras personas.

Sin embargo, a medida que la producción industrial de estas obras fue evolucionando, cada vez ha sido más numeroso el personal que se requiere para que un trabajo discográfico se dé a conocer y, con más razón, para que ese título salga de lo común y se inscriba en el catálogo de los lanzamientos memorables. Son como piezas de un rompecabezas que van siendo encastradas por las manos mágicas de los productores y que, aunque la responsabilidad sobre el producto final sea adjudicada a un cantante o instrumentista en particular, conforman un equipo destinado a que todo salga a la perfección.

La composición, por ejemplo, deja de estar librada a la inspiración de un solo talento, para convertirse en el resultado de una conjunción de esfuerzos en la que cada uno aporta lo suyo para que la canción desarrolle su potencial y alcance su mejor versión. Lo mismo sucede con el registro en estudios, proceso encabezado por el protagonista, pero que también incluye a los sesionistas y a quienes están detrás de la consola, además de las decisiones que se van tomando desde la discográfica a cargo, que también plantea su punto de vista sobre lo que va sucediendo en las sesiones.

Desde hace décadas, los departamentos de marketing son otro de los factores que participan en el asunto, con una injerencia que va desde el arte de portada hasta la campaña de promoción. Y así como la música pop ha profundizado desde un principio en el aspecto visual, la coronación del videoclip como formato establecido para el consumo musical obligó a invertir tiempo y dinero en estos soportes, en los que se especializa un grupo determinado de técnicos y creativos, que es el encargado de traducir en imágenes aquello que en un comienzo era tan sólo un estímulo sonoro.

Al ser “Thriller”, el disco publicado por Michael Jackson en noviembre de 1982, un auténtico mojón en la historia de la música contemporánea, resulta por demás atractivo introducirse en los recovecos de su elaboración para desentrañar quiénes y cómo contribuyeron a edificar semejante suceso. Y desmenuzar el proceso para entender cuánto del propio artista hay en ese álbum, y cuánto de los otros individuos, algunos más conocidos y otros no tanto, hubo en la construcción de un producto que hasta el día de hoy no deja de asombrar por la precisión con que fue concebido hace ya más de cuatro décadas.

Sin indagar en el costado oscuro de la intimidad de un músico que antes de su muerte en 2009 había caído en la zona de la cancelación, el documental “Thriller 40”, dirigido por Nelson George y estrenado por Paramount+ el último fin de semana, destaca como es de esperar las cualidades creativas de Michael Jackson, que le posibilitaron trasponer las barreras que recluían entonces a los géneros afroamericanos. Pero, en especial, el filme recalca el carácter colaborativo de este lanzamiento, reclutando los testimonios de quienes fueron partícipes de un proyecto que ha sido tan disruptivo y tan influyente.

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