Cultura Por: J.C. Maraddón17 de abril de 2024

La misma voz, el mismo impacto

La prueba fehaciente de que los años noventa son hoy objeto de culto, fue la mención especial que se le dio a la presentación en el festival de Coachella del grupo No Doubt, una especie de rara avis en una grilla en la que sobreabundan los nombres que ciñen su repercusión al más estricto presente.

J.C. Maraddón

Ahora que los noventa vuelven a estar de moda, es probable que sea la música a la que con mayor énfasis se recurra para evocar aquellos días de finales del siglo pasado, en los que internet y los teléfonos celulares todavía eran una novedad excéntrica que sólo unos pocos podían disfrutar. La serie “Coppola, el representante” es un ejemplo de este revival, con una banda sonora en la que además de “El tiburón” de Proyecto Uno y “Pump Up The Jam” de Technotronic, se escuchan varios de los jingles que sonaban en los programas de Marcelo Tinelli, interpretados por Los Gomas.

Y así como en ese tiempo hubo en la Argentina un furor por la bailanta y la canción romántica latina, también se verificaron a escala mundial fenómenos como el rock alterlatino, el grunge, el neo punk y, ya dentro de los ritmos bailables, el desembarco masivo del house y de la electrónica en general. Pero eso no quiere decir que haya decaído la preeminencia de la vertiente rockera más cercana al pop, con aciertos comerciales como los de Edie Brickell & The New Bohemians o Alanis Morissette, que instalaron hits cuya permanente difusión a lo largo de los años ha transformado en clásicos.

En esa misma senda, en la primera mitad del decenio noventoso surgió una formación californiana llamada No Doubt, que también tenía a su frente a una voz femenina y que estaba determinada a mover el amperímetro de la popularidad. Con la talentosa Gwen Stefani como líder, el grupo alcanzó su pico de gloria en 1995 mediante el álbum “Tragic Kingdom”, en el que destacaban temas como la balada “Don´t Speak” y como el ska rock “Just A Girl”, que lideraron los charts de ventas y establecieron la banda entre las más destacadas del panorama mundial, en una infrecuente combinación de calidad y magnetismo.

Sin embargo, la fuerte presencia de la cantante llevó a que ella se decidiera a grabar en solitario en 2004, instaurando una pausa obligada en la trayectoria de No Doubt, en tanto el guitarrista Tom Dumont se embarcaba e otro proyecto grupal. En 2008 se produciría el anuncio de una reunión que, después de varias giras, derivó en un nuevo y último disco en 2012, aunque desde entonces han tenido periódicos retornos a los escenarios, intercalados con el resonante éxito que obtuvo Gwen Stefani a lo largo de su periplo como solista.

Tal vez de esos cíclicos regresos a escena de ese grupo que remite a los noventa, el más estruendoso sea el que protagonizaron el sábado pasado en el marco del festival Coachella, donde fueron el número principal de la segunda noche de este encuentro anual que tiene lugar en la localidad de Indio, en el desierto de California. En las jornadas con las que se celebran 25 años desde su primera edición, destacan figuras como Lana del Rey (que tuvo como invitada sorpresa a Billie Eilish), Doja Cat, Blur, Peso Pulma, Tyler The C reator y el argentino Bizarrap, a cuyo set se sumó Shakira.

Pero la prueba de que los años noventa son hoy objeto de culto, fue la mención especial que se le dio a la presentación de No Doubt, una especie de rara avis en una grilla en la que sobreabundan los nombres que ciñen su repercusión al más estricto presente. Y por más que Gwen Stefani se encuentra en plena etapa de promoción de su más reciente single, el tema “Purple Irises”, lo que el público esperaba era que atronaran desde los parlantes aquellas canciones que van rumbo a cumplir 30 años, sin que haya mermado su impacto.

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