Cultura Por: J.C. Maraddón27 de mayo de 2024

Larga vida al disco doble

Los fans de la cantante estadounidense Billie Eilish han descubierto en detalles de su álbum “Hit Me Hard And Soft”, lanzado hace pocos días, algunos indicios que los llevan a pensar que habrá una segunda parte, cuya nómina de canciones completaría la conocida el 17 de mayo.

J.C. Maraddón

En los años cincuenta, la evolución de la industria discográfica impuso a escala masiva el formato del Long Play (LP o larga duración), un vinilo de algo más de 33 revoluciones por minuto que permitía alrededor de 22 minutos de grabación por lado, lo que daba lugar a la inclusión de varias canciones en cada una de las caras. En esos primeros tiempos, los temas tenían en común el nombre del intérprete y, en caso de que reunieran piezas de varios artistas, eran reunidos a partir de que tributaban al mismo género musical o de que compartían un idéntico sello.

Cuando el rocanrol entró en su etapa más compleja y las figuras del género publicaban entre uno y dos de estos discos por año (además de los singles), surgió la idea de que hubiera un concepto detrás de cada lanzamiento y de que los tracks no fuesen reunidos al azar, sino que tuvieran algo más que los unifique. Tanto los títulos de los álbumes como los diseños de portada adquirieron mayor relevancia, porque a través de ellos se podía inferir cuál era el mensaje que esa banda o ese solista pretendía esparcir, por lo que ese objeto se convirtió en algo más que un compilado sonoro.

Tal vez el más alto grado de prestigio alcanzado por este soporte tuvo que ver con la edición de discos dobles y hasta triples, con los que los artistas daban cuenta de su fertilidad creativa y, a la vez, demostraban su capacidad de elaborar una obra que iba más allá del mero pasatiempo. El florecimiento de esta tendencia coincidió con el periodo en que el rock se volvió mucho más pomposo y experimental, un estadio al que un tiempo de total de 45 minutos le resultaba demasiado exiguo para expresar todo lo que había creado.

Bastante movidos serían los cincuenta años posteriores a esa circunstancia, ya que desde entonces los casetes, los CDs y los archivos digitales, además de otras novedades ya pasadas de moda, fueron reemplazando a esos discos que alguna vez parecieron el summum de la modernidad. La instauración del streaming como vía predilecta para escuchar música, llevó a muchos a predecir la desaparición del disco como mercancía comercial y como vehículo para dar a conocer la producción de un intérprete. Todo indicaba que se venía un tiempo en el que las canciones aisladas una de la otra, serían la unidad musical por excelencia.

El lento pero sostenido regreso del vinilo al mercado de consumo ha empezado a desairar esas previsiones, que no tenían en cuenta las potencialidades de lo vintage como elemento de marketing. En la actualidad, los principales referentes del pop internacional no dejan de sacar álbumes, tanto en formato físico como virtual, y hasta incluso discos dobles, como ha sido el caso de la estadounidense Taylor Swift, que sorprendió el mes pasado con su “The Tortured Poets Department”, donde aporta la inmensa cifra de 31 nuevas composiciones y con el que, pese a su extensión, ha batido récords de ventas.

Más joven que ella pero también erigida en una estrella mundial, Billie Eilish sacó a luz este mes su tercer disco, “Hit Me Hard And Soft”, que será respaldado por una gira planetaria con fecha de inicio fijada para septiembre. Pero los fans han descubierto en detalles de ese álbum algunos indicios que los llevan a pensar en que habrá una segunda parte, cuya nómina de canciones completará la conocida el 17 de mayo. De ser así, se constituirá en otro ejemplo del retorno de los discos dobles, a contramano de la profecía que anunciaba el fin inminente de los larga duración.

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