Nostalgia por la fusión
Con motivo de cumplirse 15 años del show despedida de Los Piojos, fue subido a plataformas el disco “Ritual piojoso”, en el que se recopilan 24 de los temas que tocaron aquella noche ante 60 mil personas. Fue inevitable que arreciaron los rumores de un retorno del grupo a los escenarios.
J.C. Maraddón
Hacia finales de la década del ochenta, el rock argentino empezaba a dejar atrás su etapa más brillante, que arrancó en 1982 tras la Guerra de Malvinas, cuando la necesidad de programar sólo música en español potenció la difusión de los artistas de un género que hasta ese momento apenas si excepcionalmente había logrado asomarse al reconocimiento masivo. Transcurrieron unos seis años de éxito ascendente y de presencia mediática continua por parte de esos músicos que en tan corto periodo cobraron renombre en todo el país y hasta se animaron a penetrar en otros mercados latinoamericanos, donde tuvieron una recepción más que positiva.
Pero aquella primavera democrática que había enmarcado ese fenómeno, fue sacudida por planes económicos fallidos e intentos de golpes de estado que minaron las expectativas de la gente y provocaron una lógica desilusión, que no podía sino trasladarse también al ámbito musical y, por supuesto, se hizo carne en la escena rockera. Empezaron entonces a aparecer intérpretes que militaban un estilo más oscuro y melancólico, en tanto otros protagonizaban una revancha del punk, que se hizo eco de la primera visita al país de The Ramones y que quedó plasmada en un disco de varios artistas llamado “invasión 88”.
Junto a estos ensayos disruptivos, surgieron respuestas aún más desopilantes, como la de Los Auténticos Decadentes, que aportaban hits bailables y coqueteaban con la cumbia y la murga, o la de Los Pericos, que procuraban adaptar la idiosincrasia argentina el sonido del reggae. Y así como ellos encontraban asilo en otras rítmicas, en El Palomar arrancaba el periplo de una banda que no ocultaba para nada su inclinación hacia el candombe rioplatense, una corriente que ya había estado presente en la historia del rock nacional, a través de proyectos artísticos de uruguayos residentes en Argentina, como Rubén Rada y Beto Satragni.
En esas mixturas de los años setenta, la furia candombera se fusionaba con armonías provenientes del jazz. Esta nueva propuesta, en cambio, la mezclaba con el rocanrol y el blues, en una combinación que resultaba novedosa y muy llamativa. Bajo el nombre de Los Piojos, este quinteto dominó el panorama de los noventa gracias a esa audacia musical y al carisma de su cantante Andrés Ciro Martínez. Agotado ya su ciclo después de dos décadas de carrera, el grupo anunció su separación definitiva y brindó un último concierto el 30 de mayo de 2009 en el estadio de River Plate.
Con motivo de cumplirse 15 años desde esa fecha, fue subido a plataformas el disco “Ritual piojoso”, en el que se recopilan 24 de los temas que tocaron aquella noche ante 60 mil personas que corearon las letras de las canciones palabra por palabra. La publicación del álbum estuvo acompañada por la aparición en la ciudad de Buenos Aires de pasacalles que decían “no te sorprenda volverme a ver”, lo que alimentó versiones acerca de un probable retorno del grupo a los escenarios, rumores estos que hasta ahora no han sido desmentidos y que van creciendo en su intensidad.
Algunos de quienes fueran integrantes de Los Piojos se alistan hoy en otras agrupaciones y quizás la más conocida de todas es aquella a cuya cabeza está quien fuera el vocalista, Ciro y Los Persas. Sin embargo, con ese emprendimiento el músico ha optado por afianzar la veta más rolinga, una decisión que a la postre fue beneficiosa para sostenerlo entre los más taquilleros de nuestro rock. Por eso, la nostalgia por ese toque diferente que caracterizó los primeros pasos del grupo de El Palomar, promueve la necesidad de un regreso a las fuentes por parte de aquellos que crecieron escuchando sus creaciones.
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