El diablo en el campo
“Cuando acecha la maldad”, le película argentina premiada y elogiada por la crítica internacional que acaba de recalar en Netflix, ha buscado crear su propia fantasía terrorífica a través de un macabro descubrimiento en un paraje rural: la presencia de un “encarnado”.
J.C. Maraddón
En distintas partes del mundo existen mitos y leyendas sobre las que se han tejido historias que muchos perciben como reales, más allá de lo fantasiosos que puedan ser sus detalles y de la lógica descabellada que guíe los relatos en los que se cuentan los acontecimientos. Del monstruo del lago Ness a Pie Grande, pasando por el Abominable Hombre de las Nieves y Godzilla, en muy diferentes regiones del planeta han proliferado estas creencias acerca de criaturas que poseen características de temer y que acechan a los humanos desde las profundidades de un lago, desde la penumbra de un bosque o desde las alturas de los picos nevados.
Entre nosotros también se ha expandido la costumbre de evocar a estas entidades fabulosas, casi siempre ligadas a malos augurios o a tragedias que vienen seguidas de su aparición. Así como en Escocia se menciona a Nessie, en Bariloche hay quienes dicen haber visto a Nahuelito, un bicho gigantesco al que se supone habitante del Nahuel Huapi. Y dentro de esa galería de seres bestiales argentinos cabe incluir a algunos propios y otros extraños, como el Lobizón, el Pombero, la Luz Mala y el Chupacabras, que aparecen con frecuencia en narraciones orales que se han venido transmitiendo a lo largo del tiempo.
Lo que suele unir a estas fábulas es que muchas de ellas se escenifican en zonas alejadas de la civilización, cuyos paisajes agrestes se prestan para provocar el nunca ausente temor a lo desconocido. Y a partir de la apropiación que de ellas pudo haber hecho la fe religiosa, se verifica una tendencia natural a adjudicarle a una entidad diabólica los hechos asombrosos que se narran, con una conclusión moral que linda lo pedagógico: quienes mantienen una conducta intachable no deben asustarse ante la posibilidad de sufrir una de estas presencias malignas.
El género del cine de terror, que aparenta estar atravesando una etapa dorada tanto en las producciones industriales como en las independientes, es propenso a aprovechar estas fuentes ancestrales para encontrarle una trama argumental a las películas. Y es así que esta categoría de filmes ofrece una mayoría de títulos en los que monstruos de diversa laya se manifiestan contra eventuales víctimas, indefensas ante el ataque de fuerzas sobrenaturales que, debido a su misma complejidad, son difíciles de combatir por parte de un simple mortal que se atreve a enfrentarlas tan sólo para poner a resguardo su propia supervivencia.
“Cuando acecha la maldad”, la película argentina premiada y elogiada por la crítica internacional que acaba de recalar en Netflix, ha buscado crear su exclusiva fantasía terrorífica a través de un macabro descubrimiento en un paraje rural: la presencia de un “encarnado”, un hombre poseído por el demonio que evidencia esa situación por medio de deformidades y secreciones corporales asquerosas. Las consecuencias de esa intromisión satánica y de la ignorancia acerca de cómo contrarrestarla, serán letales para los habitantes de esa pequeña comunidad y de las poblaciones cercanas, en una espiral catastrófica que pone a prueba los nervios de los espectadores.
Si bien se hacen notorias ciertas actuaciones que resultan poco convincentes y se subraya la obstinación argumental en dar explicaciones lógicas a un fenómeno que no las tiene, “Cuando acecha la maldad” representa uno de los últimos grandes aciertos del cine argentino, con notable repercusión en taquilla en ocasión de su estreno en salas el año pasado y con un encomiable eco en el exterior. Tal vez el recurso del director Demián Rugna de imaginar su relato legendario personal y ambientarlo en el siempre fértil territorio campestre argentino haya sido la clave para este suceso que ahora ha llegado al streaming.
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