Emulación poco justificable

J.C. Maraddón

En 2016, la compañía para la que Taylor Swift firmó su primer contrato anunció que había vendido el catálogo completo de la discografía de la artista a la empresa Ithaca Holdings, aunque de esta operación no había participado en ninguna instancia la cantante. Esta actitud del sello Big Machine Records desató la ira de la vocalista, que a esa altura ya era la estrella pop más famosa del mundo y que jamás se había imaginado que sufriría semejante destrato, a partir de un acuerdo que ella había firmado cuando todavía era menor de edad y apenas asomaba como una intérprete de música country.

Por supuesto, estos reclamos entraron en el terreno de lo judicial, pero es sabido que esa vía para resolver los entuertos puede llevar mucho tiempo hasta que se resuelva la cuestión de fondo, y Taylor Swift no parecía estar dispuesta a esperar tanto para recuperar lo que consideraba propio. Por eso, a partir de sugerencias de algunos de sus colegas, en 2020 decidió tomar el toro por las astas y emprender una aventura que sorprendió a todos: se propuso grabar otra vez uno por uno cada álbum que le había sido arrebatado, instando a sus fans a escuchar estas nuevas ediciones y no las originales.

Ese fue el inicio de la serie de las llamadas “Taylor´s versions”, cuyo primer eslabón se dio a conocer en 2021, cuando sucesivamente reaparecieron los discos  “Fearless” y “Red”, que en un principio habían salido en 2008 y 2012. En 2023, ella relanzó otros dos títulos, “Speak Now” y “1989”, este último uno de sus mayores aciertos, que la condujo a la cima de las preferencias en todo el mundo. En fecha próxima, se dará con el gusto de completar este capricho con la reedición de “Reputation”, otra de sus obras de gran suceso, y “Taylor Swift”, que marcó su debut allá por 2006.

Que la máxima figura de la industria musical encabezara esta rebelión ha sido una novedad impensada dentro de un negocio en el que hasta ese momento los que mandaban eran los productores y los empresarios, en tanto que los artistas debían amoldarse a las reglas si querían desarrollar una carrera profesional. La respuesta de Taylor Swift ante lo que representó un avasallamiento de sus derechos sobre las producciones que ella misma había realizado, funcionó a manera de ejemplo de cómo los verdaderos dueños de las obras pueden defender lo que les pertenece.

A los 66 años, el argentino/venezolano Ricardo Montaner cuenta ya con una trayectoria musical de casi medio siglo. Y los derechos sobre su repertorio, en el que se incluyen hits como “Cachita”, “Déjame llorar” o “Tan enamorados”, hasta ahora no le han sido disputados por nadie. Sin embargo, inspirado en la iniciativa de Taylor Swift, ha centrado su última serie discográfica en la regrabación de las canciones con las que la gente lo identifica. Tanta es su deuda con la idea de la cantante estadounidense, que ha titulado como “Versión Montaner” a estas producciones que sumarán seis discos en total.

Hasta en la cantidad de álbumes le ha copiado a la pop star con este emprendimiento, que tuvo su primer eslabón en mayo de este año y del que hace pocas semanas se ha estrenado su segundo trabajo discográfico. Nuevos arreglos, cuya elaboración comparten Darío Moscatelli y el mismo Montaner, y una modernización en el estilo interpretativo que conquiste a las nuevas generaciones, pretenden ser los justificativos para llevar a cabo este rescate que, a pesar de tales excusas, suena más bien a una estrategia de marketing para reposicionar a un intérprete de atravesó su mejor momento unas tres décadas atrás.