Cultura Por: Víctor Ramés14 de agosto de 2024

Caras y caretas cordobesas

En torno a publicidades de 1913, se cierra un puñado de referencias sobre un artefacto musical que fue parte de la vida cotidiana en el mundo, creando hábitos a través de la tecnología y la industria que llegaron para quedarse.

Publicidad de la Fonola Breyer en "Caras y Caretas", 1910.

Por Víctor Ramés

cordobers@gmail.com

La Fonola: sea pianista en 5 minutos (Segunda parte)

La fonola, cuyo nombre genérico fue opacado por el de pianola, fue muy popular desde fines del siglo diecinueve hasta aproximadamente 1914, en que el gramófono logró imponerse definitivamente sobre esta competidora, mediante sucesivos saltos tecnológicos para la reproducción musical. Los nombres gramófono, grafófono, fonógrafo y otros, indicaron diferencias técnicas y de diseño, pero sobre todo eran marcas comerciales, estandartes de las diversas compañías que batallaban en el mercado de la reproducción sonora desde fines del siglo XIX. A propósito de esto, en Córdoba, el diario La Libertad de noviembre de 1897 señalaba el arribo del “Graphophone Edison”: “Algunos de nuestros lectores conocerán ya este nuevo descubrimiento de Edison, que no es más que el fonógrafo perfeccionado, pero en este perfeccionamiento está plasmado el genio creador y la inventiva potente de Edison.” El Grafófono había sido creado para competir con el fonógrafo de Edison. Lo desarrolló la Volta Graphophone Company, luego lo adquirió la American Graphophone Company, pasó a manos de la North American Phonograph Company, para finalmente -y por ironía- ser absorbido por la Columbia Phonograph Company, compañía esta última que había sido fundada por Edison en 1889. Es el aparato que trajeron a Córdoba “los señores Pecchini y Cía., representantes de Edison (que) han introducido el Graphophone a esta ciudad y permanecerán aquí durante quince días más o menos (...) en el Hotel Victoria”.

Entretanto, la Fonola proseguía su difusión. En Buenos Aires la casa Breyer, que la comercializaba, había adjuntado su nombre al del producto. Varias ilustraciones la muestran como un artefacto con pedales que ponían a girar los rollos y regulaban su velocidad, adosado frontalmente al piano y que traía algunos controles para modular la emisión de la música.

Las publicidades en Caras y Caretas muestran un registro de diversas denominaciones de esas variantes industriales de reproducción sonora y nuevos diseños que iban apareciendo. Citamos en primer lugar las de la fonola Breyer, por ejemplo, esta de 1906: “El pianista automático sin rival. Con él, cualquiera persona puede ejecutar toda clase de composiciones á perfección y sin conocimientos de música. Se aplica á cualquier piano que sea.” Y se ofrecían “audiciones diarias de 3 á 5 p. m. Pídanse precios y detalles. Breyer Hnos. Florida 49.” O bien, en una publicidad de 1910: “¿Tiene usted un piano y no sabe tocarlo? La fonola Breyer resuelve el problema... en 10 minutos usted es un consumado pianista...”, se leía. En 1911: "Únicamente con la fonola Breyer pueden apreciarse las deliciosas armonías de los grandes maestros... Un instrumento musical insuperable", por poner algunos ejemplos. Y aparecerían sucesivamente nombres de nuevos artefactos que salían al mercado: "Gran Novedad. Grafonola Columbia modelo Regent.” O, por aquellos mismos años: "Los dos últimos inventos de Edison que más maravilla están causando son Primero, su fonógrafo... "; o bien: "Hasta los Hindúes para sus grandes ceremonias usan el gramófono a Discos Pathé sin púa"; y, por último: "Todos los hogares deberían tener una Victor-Victrola porque este instrumento satisface el amor a la música que es innato en cada uno de nosotros"
Esta última denominación, la de victrola, hizo época e incorporó un nuevo objeto: el disco. Ese aparato refería la presencia de la marca Victor, que desde 1901 se llamó Talking Machine Company (es decir compañía de Máquina Parlante Victor). Ese modelo y su marca dejaron huellas en la historia popular argentina, ya que en varios cafés se instaló una plataforma con una victrola, donde una muchacha agraciada se encargaba de cambiar los discos: la victrolera o vitrolera, sustantivo que durante muchos años mantuvo una previsible referencia a las mujeres “de conducta más o menos irregular".
Desde 1910 los fonógrafos que emplearon al comienzo cilindros, en los que estaban grabadas las voces y músicas y que se conseguían en el mercado, fueron reemplazados paulatinamente por los gramófonos, un tipo de fonógrafo que reproducía el sonido grabado en discos.

Para 1930, el nombre fonola -siempre atentos a las publicidades del semanario de referencia- pasó a denominar un tocadiscos, uno más de los que defendían su espacio en el mercado del mundo. Pero volviendo a 1913, compartimos aquí otra publicidad de la Fonola Breyer para cerrar el periplo. Refiere el presunto testimonio de un Capitán Kling, que viajó al Polo Sur en el vapor “Deutschland” con una Fonola a bordo. La publicidad reproducía una carta que habría enviado el marino a Breyer Hnos.:

“Estimado señor Breyer: Por fin después de haber pasado un año en las regiones polares del Sur, se me presenta la ocasión de expresar á Vd. mi más sincero agradecimiento por la Fonola que tan gentilmente ha puesto Vd. á nuestra disposición. El placer que con este notable instrumento Vd. nos ha proporcionado durante las largas noches polares, únicamente lo puede expresar aquél que haya pasado por análogas situaciones. Como ninguno de nosotros sabía tocar piano, la Fonola nos ayudó á acortar las largas noches por que hemos pasado.
En cuanto à la construcción de su Fonola, debe ser extraordinariamente buena, puesto que jamás durante el viaje, hemos notado la más leve descompostura, no afectando el frío y la humedad en lo más mínimo á su mecanismo.
Habiendo pasado una vez por un temporal, durante el cual la Fonola se desprendió del piano y fue tirada varias horas de un lado á otro, todos creíamos que ya la música se había terminado; pero cual no sería nuestro asombro al ver que después de ser puesta nuevamente delante del
piano, seguía tocando con su misma perfección de antes.
Esperamos que en nuestro próximo viaje tendremos nuevamente el placer de tener uno de
sus espléndidos aparatos à bordo, con cuyo motivo saludo á Vd. con mi consideración más distinguida,
S. S. S
Capitán KLING”

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