Aplicación de las estrategias ideológicas a las experiencias subversivas de Argentina y Chile. Parte 1/3
Por Daniel Alvarez Soza
Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales.
Doctor en Ciencia Política.
Para hacer efectivas las estrategias señaladas precedentemente en este capítulo, considerando la realidad del país en el que se quiso aplicar fue necesario la concurrencia de algunos elementos. Sin embargo, en el estudio de esta temática cobra relevancia el aspecto estratégico y táctico, pero no de carácter ideológico principalmente. Esto aún cuando, la ejecución y aplicación de estos métodos sirvieron para adecuarlos a su ideología.
Respecto de la concurrencia de tales elementos era preciso considerar:
Primero, la capacidad para disponer de una organización política dispuesta a emplear el terror para afianzar el movimiento, cuestión que en el caso de la Argentina estaba dado por la existencia de la Resistencia Peronista y que para el caso chileno estaba determinado por la llegada de la izquierda al poder en 1970, aún cuando algunas organizaciones subversivas habían nacido con anterioridad a la llegada de Allende a la presidencia de Chile, en Segundo lugar, la existencia y expansión progresiva de la guerrilla capaces de afectar la moral del adversario, y en Tercer lugar, conseguidos los objetivos, servirse del apoyo de una parte del pueblo como instrumento unificador entre las fuerzas revolucionarias que quedarán luego de los enfrentamientos y que representan a las fuerzas aliadas del pueblo que les apoya, hasta conseguir definitivamente la constitución de un poder guerrillero-militar.
Los aspectos estratégicos vistos al interior de la izquierda y que han sido analizados en este capítulo, nos permiten sostener que la teoría y la práctica se alinearon en base a la concreción de la lucha revolucionaria.
Tal es el caso de la dualidad de poderes inspirados en la tesis de Trotsky y Lenin, la cual partía de la “vía insurreccional” permitiendo la concurrencia de dos poderes: esto es, en la conquista del poder por la vía institucional, que no descartaba el desarrollo violento de la revolución. Las teorías sobre la dualidad de poderes plantean estas dos formas antagónicas. Unas, que consideraban al Gobierno de Allende como parte del contrapoder, y otras, más cercanas al concepto leninista-trotskista clásico, que veían un poder popular que surgía enfrentando a todo el Estado burgués, alternativo a él e independiente del Gobierno de Allende.
Entre las primeras, vale la pena mencionar la tesis de Sergio Ramos, que consideraba que “se ha creado en Chile una situación cuya peculiaridad radica en que, desde un punto de vista de clases, la dualidad de poder (Tesis de Lenin y Trotsky) se manifiesta en una línea demarcatoria interior del propio aparato estatal de la burguesía por uno alternativo a él, que expresa los intereses del proletariado y sus aliados, como era el caso, por ejemplo , de los soviets frente al Gobierno Provisional. Evidentemente, tal dualidad de poder se expresa al interior del aparato estatal existente…, pero no se agota ni mucho menos encuentra su origen en él y, por tanto, no puede resolverse sino, en rigor, deberá resolverse contra él” (1).
Cuestión que en el caso del gobierno de la Unidad Popular, a juicio del autor Sergio Ramos, buscaba un “poder alternativo”. El MIR planteará con mayor énfasis la dualidad de poderes enfrentando al Estado burgués, el que curiosamente era liderado por el mismo que los apoyaba. Con ello, se ratifica la idea que sugiriera Joan Garcés hacia diciembre de 1972, quien sostenía que “tenía “casi” la certeza de que la “vía político-institucional” se encuentra agotada. Cuestión que ratificará en un artículo en donde analizará las dos tácticas: “la político-institucional” y “la insurreccional”, ratificando la idea de que ésta es sin duda “el medio instrumental por excelencia” (2).
La Teoría de la dualidad, podemos también aplicarla al caso de la Argentina, en cuanto a la ejecución de la violencia subversiva, toda vez que la crítica planteada en contra del “Estado burgués”, se manifestará incluso contra su líder natural, como era el Gral. Perón, una vez instalado en el poder en plena década de los ’70. Cuestión que se concretará, incluso en una franca contradicción al anhelo planteado por ambos bandos: de una parte la lucha sostenida, particularmente liderada por Montoneros, en cuanto a su accionar armado para provocar la vuelta del Gral., y por otra parte, la distancia que mostrará Juan Perón, una vez instalado en el poder, de estas organizaciones subversivas, al constatar que la vía armada que una vez él mismo apoyó, pasó a constituir una amenaza para su tercer gobierno y para la sociedad Argentina.
Otra forma de táctica guerrillera, analizada en este capítulo, es aquella en que se aconsejaba la aplicación de la “Teoría del Foco” o “foquismo”, en la que se instó a la lucha armada aún cuando las condiciones para el éxito de una revolución no estuvieran todavía presentes en la zona o país, por lo que las actividades guerrilleras ayudan a crear tales condiciones; y que sacando partido de las ventajas clásicas de la guerrilla, es decir, la movilidad, la flexibilidad y la sorpresa, los pequeños núcleos armados pueden llegar a convertirse en ejércitos revolucionarios populares cuyo objetivo, incluso fuera capaz de enfrentar a ejércitos regulares. Cuestión que se verificó tanto en la Argentina como en Chile y que tuvimos ocasión de analizar en páginas anteriores.
El mundo de la extrema izquierda era alimentado por las guerrillas que veían su operatividad estratégico y táctica en la experiencia de la Revolución cubana y por cierto de la revolución China, incluso en el proceso soviético, aún cuando Moscú no ocultaba sus críticas al proceso político izquierdista existente en Chile a partir del Gobierno de Salvador Allende, en donde la tendencia de estos grupos extremistas buscaba “extremarse” todavía más. En el caso de la doctrina de Mao Tse Tung era necesario que debían darse ciertos supuestos “previos de la batalla, Primero debía existir en la comunidad a la que fuera dirigida la acción, una situación revolucionaria potencial (que según, Vázquez Viera existía en la Argentina a partir de septiembre de 1955)” (3), lo que a su vez y en el caso de Chile comenzará a partir de 1965 con la aparición de las primeras organizaciones subversivas (El MIR y la VOP) que conseguirán su mayor expresión durante la instalación del Régimen marxista; “Segundo un partido revolucionario, capaz de enarbolar la bandera de lucha y aportar la doctrina y organización necesarias; (esta función la cumplía ampliamente un sector combativo del partido peronista, que conformaba, como dijimos, la llamada “Resistencia Peronista”)” (4); en el caso chileno, en cambio, se expresa con la colaboración del gobierno de Salvador Allende que no sólo apoyó a las organizaciones violentistas económicamente, sino además con la complicidad que éste generó al intervenir todos aquellos medios que eventualmente pudieran determinar la responsabilidad jurídica de los mismos; y Tercero, el elemento para la acción violenta” (Este instrumento estaba dado precisamente por los grupos subversivos o células cuya organización proponía Perón desde el exterior) (5), cuestión que adquirirá similar valor en Chile a partir de 1970.
Por otra parte y a modo de conclusión, debemos considerar que la ejecución de las acciones terroristas en nuestros países, respondieron sin duda alguna a las argumentaciones teórico-doctrinales incluidas en este capítulo y por cierto al proceder estratégico y táctico planteado en algunos casos por teóricos izquierdistas. “Sin embargo, debemos agregar que la guerra subversiva fue la hija predilecta de la Guerra fría, donde sus principales laboratorios estuvieron primero en Vietnam para luego continuar en Afganistán, donde los ejércitos regulares más poderosos del mundo no pudieron utilizar su armamento más pesado, siendo derrotados por Ejércitos Guerrilleros que usaron plenamente las tácticas subversivas” (6).
En cuanto a lo expuesto, citaremos las “Enseñanzas Doctrinarias de la Guerra Subversiva”, como las llamaba Ernesto “Che” Guevara que en su obra “Guerra de Guerrillas” al respecto nos dice: “Se ha dicho que el guerrillero es el Jesuita de la guerra, queriendo indicar con ello, cualidades de alevosía, de sorpresa, de nocturnidad, lo cual es, hasta cierto punto efectivo, pues estos son evidentemente, elementos esenciales de la Lucha Armada.
“La guerra de guerrillas además de tratar de aniquilar al enemigo, recurre a todas las triquiñuelas, a todos los trucos posibles, aprovechando los puntos débiles del enemigo. La táctica guerrillera consiste en que la Guerrilla muerde y huye, espera, acecha, vuelve a morder y a huir y así sucesivamente, sin dar descanso al enemigo hasta lograr su aniquilamiento.
“El Ejército guerrillero en su crecimiento constante, adquiere las características de un Ejército regular que puede aplicar golpes definitivos al enemigo y adjudicarse la victoria.
“Un Chivito o Traidor no merece para los guerrilleros la más mínima consideración, aunque para el enemigo sea un héroe o un mártir. Se le debe matar sin piedad donde se le encuentre y aunque demuestre arrepentimiento posterior.
“En el combate siempre ha de haber hombres desarmados. Estos hombres recogerán las armas de los compañeros caídos o las de aquellos que pertenezcan a los caídos o prisioneros del enemigo.
“Es muy importante la acción psicológica que va dirigida a minar sistemáticamente la moral de la población y desviar corrientes de Opinión Pública. Se emplea para ello la Propaganda falsa y rumores mal intencionados, como también toda oportunidad que se ofrezca para falsear situaciones sucedidas anteriormente, volcándolas a nuestro favor y desconcertando a la Opinión Pública” (7).
Citamos esta obra del Che Guevara, porque algunas partes de su trabajo fueron incluidas en el llamado “Manual del Combatiente”, editado por las escuelas de guerrillas de Cuba, sobre todo en aquellas partes referidas a la “táctica guerrillera…”, en la cual podemos encontrar algunas coincidencias con “El Libro Rojo” de Mao Tse Tung; cuando el citado Manual, señala: “En la América subdesarrollada, el terreno de la Lucha Armada debe ser principalmente el campo y la ciudad”.
La guerra de guerrillas, por tanto, pasará a convertirse en un método. El jefe del comunismo chino, Mao Tse Tung, decía en su trabajo “Una sola chispa puede incendiar toda la pradera” asentó estas reflexiones: “La táctica adquirida por nosotros en la lucha durante los tres últimos años se distingue efectivamente, de la táctica de todos los tiempos… Con la aplicación de nuestra táctica, la magnitud de la movilización de la lucha de las masas crece día a día… Nuestra táctica es la de la lucha guerrillera. Consiste, principalmente, en lo siguiente: “dispersar tropas para levantar a las masas, y concentrar las tropas para hacer frente al enemigo”. “Cuando el enemigo avanza, nosotros retrocedemos; cuando acampa lo hostigamos; cuando está cansado, lo atacamos; cuando se retira, lo perseguimos. Movilizar la mayor cantidad de gente, en el más breve tiempo y con los métodos mejores”.
“Como ya señaláramos la “vía armada” es privilegiada por el leninismo. La considera un “arte”, la “forma más alta de la lucha política del proletariado”. Ya Karl Marx había advertido que los comunistas “actuaremos contra ustedes (los reaccionarios) pacíficamente donde sea posible, con las armas donde sea necesario”.
La guerra de guerrillas campesinas: era la nueva fórmula de la “visión crítica” de la realidad. En América Latina la receta entusiasmó. Conforme a la mitología primorosamente expuesta, a partir de la década de los ’50, en la Sierra Maestra de Cuba triunfaba la “guerra de guerrillas campesina”, imponiéndose sobre el ejército profesional, llegando a sorprender a los comunistas iberoamericanos seguidores de las convicciones “stalinistas”. Con ello, comenzó a observarse que jóvenes desertaban en masa de los modelos tradicionales de la política izquierdista o cercana a él, apresurándose a copiar al modelo cubano de Fidel Castro. La figura de Mao Tse Tung era mítica en términos estratégicos, en tanto que la de Castro se tornará distante; sin embargo, luego de los acontecimientos de Bolivia de 1967, el ejemplo del “Che Guevara” será fundamental.
“Guevara, volcará sus experiencias revolucionarias en obras escritas por él (o teorizadas por el francés Regis Debray. Éste último en su manual “Revolución dentro de la Revolución”) (8), sintetizaba el problema diciendo que para el revolucionario había una sola tarea: “hacer la revolución”….para lo cual Guevara comienza por señalar una trilogía de reglas:
1).- Las fuerzas populares pueden ganar una guerra contra el ejército.
2).- No siempre hay que esperar a que se den todas las condiciones para la revolución; el foco insurreccional puede crearlas.
3).- En la América subdesarrollada, el terreno de la lucha armada debe ser fundamentalmente en el campo. Teoría “foquista” de la guerrilla rural. Enseguida Guevara declaraba:
“Ante todo, hay que precisar que esta modalidad de lucha –la guerra de guerrillas- es un método; un método para lograr un fin. Este fin, indispensable, ineludible para todo revolucionario, es la conquista del Poder político… El poder es el objetivo estratégico “sine qua non” de las fuerzas revolucionarias y todo debe estar supeditado a esta gran consigna”.
Para este efecto, Guevara tenía también a la vista la obra de Karl Von Clausewitz, además de los manuales de Mao Tse Tung, Sokolovsky (9); y al estratego vietnamita Nguyen Giap, quienes doctrinariamente servirán como base para la implementación de las ideas que sustentan la Revolución Cubana.
“Esta política y su estrategia, también fueron empleadas tanto por Ho Chi Minh, como por el Gral. Giap en su lucha contra los japoneses y los franceses, en el transcurso de ambas contiendas. Estos hicieron de Indochina un verdadero laboratorio de investigación y experimentación científica, política, económica, psicosocial, estratégica-militar, y de adoctrinamiento para la subversión”.
“Como producto de sus investigaciones, Ho Chi Minh y Giap, elaboraron una nueva filosofía, trabajando en la guerra subversiva y revolucionaria,” sobre la base de las siguientes cinco etapas en las que en la obra de Vázquez Viera compara individualmente con el antecedente nacional:
“Primera Etapa: “Se constituye el núcleo activo de la organización y se trazan los lineamientos generales de la política de la subversión” (10). Esta etapa quedó satisfecha a nuestro juicio, a partir de 1955 y como respuesta a la revolución que lo derrocara a Perón ese año, con la convocatoria que éste hace la Resistencia Peronista, en el cual Perón convoca a todo el pueblo para que se sume a una “guerra sin cuartel contra la dictadura” (11).
“En la Segunda Etapa: “Se expande la organización, se establece la red de mando paralela, se infiltran en los cuadros de sus oponentes y el terrorismo prosigue en el dominio de todas sus fases, fomentando, sabotajes, huelgas, mítines, secuestros, asaltos, robos, motines, atentados, etc.” (12). Esta etapa ha quedado plasmada en las Instrucciones Generales para los Dirigentes que también desde Caracas, el Comando Superior Peronista impartió una vez convocada la Resistencia, en ellas se decía que el pueblo podía ejecutar una guerra sin cuartel, valiéndose de todos los medios a su alcance: “Saboteando el trabajo, la producción, el orden…” “Trabajando a desgano haciendo huelgas y paros” (13).
“Tercera Etapa: “Aparecen las bandas armadas que se encargan del terrorismo en escala mayor, para intimidar y lograr el silencio cómplice, eliminar oponentes, etc.” (14). Al respecto, las Instrucciones Generales para los Dirigentes que ya citáramos en el párrafo precedente, decían: “Para realizar la resistencia es necesario que se organicen clandestinamente la masa por el sistema celular y se completen las organizaciones existentes, mediante el mismo sistema. Todo ha de ser secreto” (15).
“A partir de allí, se intensifica la red política y se profundiza en el adoctrinamiento de los pueblos.
“Cuarta Etapa: “Se organizan fuerzas regionales; bandas de guerrillas retienen poblaciones en su poder hasta constituir áreas liberadas. Prosigue el terrorismo de las etapas anteriores, pero ya seleccionado” (16). En este aspecto, las Instrucciones decían: “Cuando se está en fuerza, lo más conveniente es presentar batalla y vencer en ella mediante la superioridad de medios, pero cuando no se está en posesión de la fuerza suficiente, sería suicida presentar esa batalla para ser aniquilado. Entonces se recurre a la guerra de guerrillas” (17).
“Quinta Etapa: “Se utiliza a la guerra móvil buscando la decisión contra los poderes del orden” (18). Dicen las Instrucciones con relación a la movilidad”… El enemigo debe verse atacado por un enemigo invisible que lo golpea en todas partes, sin que él pueda encontrarlo en ninguna”.
“La característica del guerrillero es la movilidad, su condición primordial, la astucia; su seguro de triunfo, la tenacidad y su éxito, estriba en que sepa elegir sus objetivos y alcanzarlos mediante lo anteriormente indicado…” (19).
“En todo este proceso, se usan las técnicas destructivas y luego las constructivas, siguiendo el precepto de Mao que: para construir consideraba primero necesario, destruir. Perón decía “…preferimos destruirlo todo para que al final seamos todos iguales…” “Al caos no hay que temerle, si es preciso hay que provocarlo” (20).
En conclusión y volviendo a los orígenes de los procesos violentos nacidos del comunismo, tenemos que, si bien fue Lenin quien con mayor énfasis pujó por el nacimiento de las guerrillas para la subversión, destinadas a provocar la Revolución mundial, quien en realidad se detuvo a realizar el estudio de este tipo de guerrillas y sus sistematización, elaborando el esquema teórico práctico de la guerra subversiva y revolucionaria fue el propio Mao Tse Tung. Según él: “estamos viviendo la última era de la lucha, la que en su estrategia sin tiempo tiene que terminar irremisiblemente no sólo aplastando la supremacía de los Estados opresores, sino también con el triunfo de la justicia de los pueblos oprimidos del mundo. No interesa cuanto tiempo dure la guerra –dice Mao-, pero no existan dudas que será seguida por un período de paz sin precedentes, según el criterio Comunista” (21).
Bibliografía
1.-RAMOS, Sergio: “Chile: ¿Una economía en transición?”, Editorial PLA, Santiago, 1970. Pág. 34.
2.- GARCES. Joan: “Vía Insurreccional y Vía Política”. Editorial Ariel, 1976. Barcelona, España. Pág. 33.
3.- TSE TUNG. Mao: “La guerra de guerrillas”.Buenos Aires, Huemul S.A., 4ª Edición, 1966 Pág. 25 Citada por VÁZQUEZ VIERA, Emilio: “El proceso subversivo en la Argentina a través de la bibliografía nacional”. Pág. 55.
4.- TSE TUNG. Mao: “La guerra de guerrillas”.Buenos Aires, Huemul S.A., 4ª Edición, 1966.Pág. 25 Citada por VÁZQUEZ VIERA. Emilio: Ob. cit. Pág. 55.
5.- TSE TUNG. Mao: “La guerra de guerrillas”. Pág. 25 Citada por VÁZQUEZ VIERA, Emilio: Ob. cit. Pág. 55.
6.- CONTRERAS SEPULVEDA. Manuel: “La verdad histórica. El ejército guerrillero”. Primer periodo de la guerra subversiva, Abril de 1967 al 10 de septiembre de 1973. Ediciones Encina Ltda. Año 2000. Pág.16.
7.- GUEVARA. Ernesto “Che”: “La guerra de guerrillas”. Editorial Txalaparta Argitaletxea. S.L. México D.F. México. Págs. 46 y Sgts.
8.- DEBRAY, Regis: “Révolution Dans la Révolution? Et autres essais”, Maspero, Paris 1969. Pág. 113.
9.- SOKOLOVSKY, Vasily. Fue comandante en jefe del ejército en la zona de ocupación soviética en Alemania, teniendo una destacada actuación en la llamada “Batalla de Berlín”. Escribió el manual titulado “estrategia militar” en el año 1962.
10.- MARINI, Alberto:”La guerra, la política y la estrategia”. Ob. cit. Pág. 157. Citado por VAZQUEZ VIERA, Emilio: “El proceso subversivo en la Argentina a través de la bibliografía nacional. Ob. cit. Pág. 56.
11- Correspondencia de Perón – Cooke. Tomo II, Buenos Aires, Granica, 1973, Apéndice. Documentos. “Convocatoria a la Resistencia”. Pág. 375.
12.- MARINI, Alberto. Ob. cit. Pág. 157. Citado por Vázquez Viera, Emilio. Ob. Cit. Pág. 57.
13.-, Tomo II. Ob. Cit. Págs. 388-389. . Citado por Vázquez Viera, Emilio. Ob. Cit. Pág. 57.
14.- MARINI, Alberto. Ob Cit. Pág. 157. . Citado por Vázquez Viera, Emilio. Ob. Cit. Pág. 57.
15.- Correspondencia Perón – Cooke. Tomo II. Pág. 389. . Citado por Vázquez Viera, Emilio. Ob. Cit. Pág. 57.
16.- MARINI, Alberto. Ob Cit. Pág. 157. . Citado por Vázquez Viera, Emilio. Ob. Cit. Pág. 57.
17.- Correspondencia Perón – Cooke. Tomo II, Pág. 393. . Citado por Vázquez Viera, Emilio. Ob. Cit. Pág. 57.
18.- MARINI, Alberto. Ob Cit. Pág. 158. . Citado por Vázquez Viera, Emilio. Ob. Cit. Págs. 57-58.
19.- Correspondencia Perón – Cooke. Tomo II. Pág.393-394. Citado por Vázquez Viera, Emilio. Ob. Cit. Pág. 57.
20.- Correspondencia Perón – Cooke. Tomo II. Pág.390. Citado por Vázquez Viera, Emilio. Ob. Cit. Pág. 57.
21.- MARINI, Alberto. Ob Cit. Pág. 179. . Citado por Vázquez Viera, Emilio. Ob. Cit. Págs. 59.
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