Cultura Por: J.C. Maraddón02 de diciembre de 2024

Un tiempo que no fue tan hermoso

Hace cincuenta años, Sui Generis daba a conocer “Pequeñas anécdotas sobre las instituciones”, un disco que cambió de raíz el estilo que había practicado el dúo hasta ese momento, no sólo en lo musical sino también en el mensaje, aunque no tuvo el éxito de sus predecesores.

Por J.C. Maraddón

Más allá de la actitud militante que pudieron haber tenido algunos de sus referentes, el rock argentino en general se mantenía bastante ajeno al clima político y social que se vivía en el país en los inicios de los años setenta, primero bajo una dictadura que era combatida por organizaciones armadas y después con la vana esperanza de que el regreso de Perón garantizara las condiciones de una convivencia pacífica. Imbuidos de los preceptos del hippismo que pregonaba el amor y la paz universal, esos músicos y su público demostraban su rebeldía oponiéndose a entrar en el juego de la lucha por el poder.

En las letras de las canciones que compusieron esos artistas en aquellos años, salvo excepciones, pueden encontrarse historias románticas y también declaraciones de principios que planteaban la idea de un retorno a la naturaleza y de un repudio a ese sistema que los marginaba por su pelo largo y su inadaptación a la vida laboral. Pero eran escasas las menciones directas a los acontecimientos que sacudían a la sociedad, como si hubiese una intención de preservarse de esa hecatombe en la que se sucedían asesinatos, represión, tortura e ilusiones hechas añicos cuyo colofón era el exilio de los perseguidos.

En ese contexto de cierta disociación entre la comunidad rockera y la gente común, la aparición del dúo Sui Generis obró desde un principio el milagro de expandir la llegada del movimiento hacia un público todavía más juvenil y provisto de cierta ingenuidad. Aunque sobre sus composiciones flotaba un aura contracultural y bohemia, había allí un nexo con la perspectiva de los adolescentes de la época, que encontraban en ese repertorio no pocos elementos con los cuales identificarse. La posibilidad de evadirse por un rato de esa cruda realidad resultaba muy atractiva también para algunos que lo arriesgaban todo por su compromiso político.

Los dos primeros álbumes de Sui Generis aportaron auténticos himnos generacionales, cantados hasta el hartazgo en los fogones de los campamentos estudiantiles, donde bastaba que apareciese una guitarra para que todos se sumaran al coro. No había manera de ser joven y no verse reflejado en esas piezas que Charly García y Nito Mestre entonaban con voces todavía prístinas y cargadas de sueños por cumplir. Su éxito despertó alguna que otra envidia entre ciertos colegas que menospreciaron la obra de estos dos muchachitos cuya repercusión los volvía sospechosos de hacer “música comercial”, algo prohibido en ese ambiente.

En diciembre de 1974, Sui Generis dio a conocer “Pequeñas anécdotas sobre las instituciones”, un disco que cambió de raíz el estilo que había practicado hasta ese momento, no sólo en lo musical sino también en el mensaje. Los chicos habían empezado a madurar y ya no les bastaba con el viejo formato de piano y guitarra acústica, por lo que reclutaron a otros músicos para que los acompañaran. Y además se acoplaron a la tendencia del rock progresivo que reinaba en el mundo y complejizaron el antiguo toque folk que tan buenos resultados les había redituado en sus comienzos.

Pero, sobre todo, abandonaron esa postura naif ante el mundo que supieron cultivar hasta ese momento, para enfatizar un contenido de protesta que incluso los llevó a tener problemas con la censura. Perón había muerto, gobernaba María Estela Martínez, la Triple A amenazaba y mataba a su gusto y se avecinaban tiempos más difíciles todavía en lo económico. Era imposible que alguien con la sensibilidad de García no tuviese en cuenta semejante cuadro de situación y por eso, hace 50 años, Sui Generis lanzaba a la venta un álbum que no repitió el suceso de sus predecesores, pero que se ganó el respeto de esos mismos que antes los criticaban.

 

 

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