Caras y caretas cordobesas

Un miembro de la nobleza europea aparece muerto en un pueblo cordobés. Hay peritajes, se dictamina suicidio. El Barón von Ende era hermano de Margarethe Krupp, viuda de Fritz Krupp y entonces al frente de la gigantesca industria armamentista alemana.

Cultura12 de febrero de 2025Víctor RamésVíctor Ramés
Caso Barón von Ende send
De "Caras y Caretas", 29 de julio de 1905.

Por Víctor Ramés
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Los dos balazos del suicida. Totoral, 1905

Esta es una noticia contada de lejos y con un puñado de hechos contradictorios. Eso tal vez la hace más atractiva. El hecho real es trágico, pero ya no del todo se trata del hecho, y la noticia trágica cuenta con mayores incentivos. Está contada de lejos porque la refiere Caras y Caretas, una versión desde Buenos Aires, cuando la información podía cambiar de un rato a otro y trasladar contradicciones. El escenario del hecho: la localidad de Totoral, a 84 km de Córdoba hacia el norte. El mes es julio y el año 1905.

Ha muerto un hombre, un miembro de la nobleza prusiana. El Barón von Ende, apellido que parece mentar algo así como “del Fin”. La bibliografía disponible es reducida. Sin duda habrá más sobre el tema en los diarios cordobeses, una tarea a realizar, o no. La versión de Caras y Caretas es todo lo que sabemos, salvo una que otra mención en diarios extranjeros. Por consiguiente, ignoramos bastante sobre la muerte del Barón von Ende. Sobre la persona, carecemos incluso de su nombre de pila. Se deduce lo qué hacía esa persona en Totoral, en base a las fotografías y sus notas al pie, que ofrecen fragmentos de datos. El Barón tenia allí hace tiempo una casa, en la estancia “Las Peñas”, cerca de la estación Sarmiento. La vivienda, lujosamente amueblada, exudaba distinción y en sus paredes se exhibían, entre otras cosas, los títulos nobiliarios que probaban el linaje del dueño. 

Sobre el hecho, al pie de la fotografía que muestra la sala del escritorio del Barón, se lee la siguiente referencia: “Cuarto-escritorio en que se suicidó von Ende. El sillón que ocupaba al matarse, el sombrero que tenía puesto y el revólver con que se mató.” El cuadro ausente en la foto es introducido en el epígrafe. Se puede apuntar que Caras y Caretas no se privaba de publicar fotos de personas muertas, aunque invariablemente se trataba de gente pobre, de maleantes, o de muertos desconocidos.  

También se deduce de los textos al pie de las fotos que lo que retenía a von Ende en Totoral era un emprendimiento productivo vinculado a la explotación de la estancia “Las Peñas”. Quién sabe cómo le iría. La página del semanario incluye la fotografía de un segundo personaje en la trama: “Juan C. Lehmus socio del barón, a quien se arrestó por sospecharle complicado en la muerte.” Hay otro sospechoso, al menos al momento de convertirse la noticia en esta versión: “Máximo Yang, primer mucamo que tuvo el finado y de quien se sospechó también infundadamente.” Ha habido tiempo para exculpar periodísticamente a Yang, y con casi seguridad también a Lehmus, en particular si se ha tratado de un suicidio. 

Un tercer retrato ocupa la página: se trata de descubridor del cuerpo aun caliente del noble prusiano muerto, Alfonso Richter. Cuando el cronista de Caras y Caretas visita el lugar del hecho, ya no está presente el cuerpo del finado. Se ve allí, retratados por Troisi -el fotógrafo corresponsal- a las autoridades de Totoral y al corresponsal de La Nación, posando juntos. 

¿Quién era el Barón von Ende? Desconocemos su nombre. Era uno de los diez hijos de Otto Leopold Freiherr Barón von Ende y Charlotte (Fitzgerald) Baronesa von Ende. Aparte de su padre, presidente del distrito de Düsseldorf, el miembro más importante de la familia resultó ser una de las tres hijas, Margarethe, al casarse con Friedrich Alfred Krupp, el patrón del acero y de la mayor industria europea de armas de su época, ya a fines del siglo XIX. Al morir tempranamente Friedrich, y mientras la hija mayor de ambos Berthe, legítima heredera de la fábrica no adquiriese la mayoría de edad, los destinos de la Krupp fueron firmemente dirigidos por ella. La muerte de Friedrich ocurrió por un probable suicidio, en 1902. Tres años más tarde, un hermano de Margarethe Krupp se suicidaba en Totoral

Para enmarcar al menos el ambiente en Europa donde se movió el Barón von Ende, y algunos condimentos sobre su figura, dice Caras y Caretas que “pertenecía a una de las más conspicuas y poderosas familias de la aristocracia alemana. Perteneció al ejército imperial, en cuya carrera alcanzó el grado de mayor. Su historia, cuajada de aventuras, dio tema á largas novelas, que picaban en lo inverosímil y cuyo epílogo doloroso se esfuma en circunstancias extrañas y fantásticas referencias.”

Quedan por mencionar las contradicciones sobre la muerte del Barón, a partir del extrañísimo caso de un suicida que se dispara dos balazos a la cabeza. Lo afirma Caras y Caretas: “Dadas las condiciones en que fue encontrado el cadáver, creíase al principio que se trataba de un crimen, por lo cual la justicia tomó la intervención correspondiente, levantándose un voluminoso sumario y haciendo algunas prisiones que luego quedaron sin efecto, porque de la investigación ha resultado que el barón se suicidó, descerrajándose dos balazos en la cabeza, uno de cuyos proyectiles le penetró en la sien y otro en el oído, causándole una muerte casi instantánea.” El primer disparo, obviamente, no fue el del final. Recordemos que, encima, un epígrafe afirmaba que el muerto llevaba el sombrero puesto.

Otra cita arroja confusión, la del Diario El Siglo, de Uruguay, a días del hecho: “Comunican de Córdoba que se ha dado principio en Totoral a la exhumación de los restos del Barón von Ende pues se sospecha que ha muerto envenenado”. ¿Será que los balazos ocurrieron después? Por su parte, daba cuenta el Salt Lake City Beobachter del 29 de julio de 1905, de que “El Baron von Ende, hermano de la viuda del Barón Krupp, fue encontrado muerto en su finca de la provincia de Córdoba, informa un despacho de Buenos Aires, Argentina. El Barón murió de dos balazos que, según las autoridades, se disparó él mismo. Sin embargo, hay sospechas de un juego sucio.”

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