Intendentes peronistas de toda la provincia comenzaron a dar señales de incomodidad frente a lo que perciben como una preferencia del Centro Cívico hacia sus pares radicales. El Gobierno intenta contener el malestar con llamados y gestos, mientras los jefes comunales se organizan para pedir un trato más equilibrado.
Provincial14 de noviembre de 2025
Gabriel Marclé
Por Gabriel Marclé
El que no llora no mama. La máxima parece haberse convertido en bandera de buena parte de los intendentes peronistas del interior, que comienzan a subir el volumen de sus planteos hacia el Panal. No son reclamos disruptivos, pero sí un llamado de atención que emerge tras las legislativas. Esto llevó a que, a horas de la presentación del Presupuesto 2026, en el Gobierno analicen anuncios destinados a apaciguar cualquier sobresalto en un momento en que Martín Llaryora busca abroquelar el apoyo de los propios.
El planteo de quienes gobiernan sus distritos bajo el sello de Hacemos Unidos no responde a una región puntual, sino que refleja las voces de intendentes que expresan recelo por la atención que el Panal ha puesto en los jefes comunales foráneos al peronismo. Aunque en los despachos del Centro Cívico aseguran que no hay favoritismos, muchos sienten que los radicales reciben más atención —y más recursos— en el marco de la estrategia de “apertura” con la que el gobernador busca sostener el armado de Provincias Unidas.
En los últimos días, intendentes de distintos departamentos comenzaron a intercambiar mensajes y a promover reuniones para poner el tema sobre la mesa. Uno de esos casos sucedió en el sur provincial, donde ya hubo encuentros para canalizar el descontento y definir un planteo conjunto ante el Gobierno. No todos los jefes locales comparten el mismo tono, y algunos pidieron bajar la espuma para evitar declaraciones que puedan desestabilizar el esquema cordobesista. Sin embargo, el cierre de año parece el momento propicio para agitar el avispero y forzar señales favorables desde el Panal.
El malestar no es nuevo, pero se consolidó tras las legislativas, con un resultado que —sostienen algunos— le da la razón a quienes desconfiaban de la apertura del espacio y pedían centrar el armado en las fuerzas peronistas. “No vamos a cuestionar al gobernador porque sabe exactamente lo que necesita nuestro proyecto para seguir transformando la provincia. Justamente es eso lo que nos hace pensar que van a escucharnos”, le comentó a Alfil uno de los intendentes que busca cerrar el año con certezas sobre el futuro de su armado.
Detrás de la queja se esconde una lectura más amplia: la estructura territorial del PJ se siente desplazada frente al avance de intendentes radicales y vecinalistas que hoy orbitan en torno al proyecto provincial. Incluso se comenta en reuniones que hubo comparaciones entre los fondos en obras que Provincia destinó durante la campaña a municipios radicales frente a los peronistas, diferencia que en algunos casos —cuentan— “es de tres a uno”.
Más allá de los números, lo que parece entrar en discusión es el efecto que esta situación puede tener de cara a 2027, cuando varios intendentes del PJ deban renovar mandato y otros dirigentes —en localidades gobernadas por radicales— aspiren a recuperar terreno, mientras el avance libertario sigue firme. “Queremos evitar que la región se siga pintando de violeta y, para eso, necesitamos estar más cerca. Los intendentes somos los que nos la jugamos”, dijo otro de los presentes, en alusión al color que identifica a Provincias Unidas y al creciente peso de los aliados extraperonistas en el esquema de Llaryora.
Mientras tanto, desde el Panal comenzaron las llamadas para intentar apaciguar los ánimos antes de que la molestia escale. El sur será protagonista este viernes con un encuentro entre emisarios del Gobierno y los intendentes, algunos de los cuales harán público su descontento por la forma en que se vienen manejando los vínculos. Desde el Centro Cívico prometen gestos para descomprimir la tensión, algunos de los cuales podrían verse reflejados en el proyecto presupuestario que se presentará este viernes.
Aunque esa es la expectativa de los jefes comunales, la advertencia quedó sobre la mesa: no quieren ser los convidados de piedra en un esquema que ayudaron a construir y en el cual —recuerdan— también están los votos.
Tras una primera lectura atravesada por tensiones internas en la oposición y un clima legislativo fragmentado, el llaryorismo debe resolver si abre el proyecto a revisiones o si llega a la segunda vuelta con la misma hoja de ruta fiscal que defendió con firmeza en el recinto. Todo apunta a una ratificación del rumbo en la segunda lectura.
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