Construir sobre los cimientos

Después más de una década de trayectoria, la banda chilena de rock Niños del Cerro visitará en los próximos días la ciudad de Córdoba, para presentarse el viernes a las 20 en Casa Babylon, el tradicional reducto del ex Abasto, junto a los créditos locales Rosa Profunda.

Cultura 13 de diciembre de 2023 J.C. Maraddón J.C. Maraddón
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J.C. Maraddón


La llegada del rock al continente latinoamericano fue en un principio un mero trasplante de lo que sucedía en el mundo anglosajón, con letras chapuceadas en inglés o traducidas al español mediante modismos que intentaban aproximarse al mensaje original. En cuanto a la música, se importó la furia rocanrolera con puntos y comas, imitando no sólo la manera de tocar, sino también los pasos de baile, la vestimenta y los peinados. Con el correr de los años, eso que en un comienzo era una mera traslación, pasó a ser un rico paisaje sonoro que el público local supo apreciar con entusiasmo.

Porque esa corriente rockera alimentada por el blues y el country & western de Estados Unidos, se encontró en estas latitudes con otras músicas de fuerte arraigo que también tenían su predicamento entre los jóvenes. Y fueron esos artistas emergentes los que practicaron una fusión que a priori parecía imposible, pero que ellos emprendieron contra todos los pronósticos, hasta dar con un estilo que tenía obvios vínculos con lo que bajaba del norte, pero que no ocultaba rasgos de la raíces autóctonas, que dotaban de un encanto único a esas creaciones y que caracterizaban esa apropiación en el Cono Sur.

La primera camada de rockeros en la Argentina mostró en la segunda mitad de los sesenta, un apego a climas tangueros y folklóricos que hoy resultan evidentes, pero que en aquel entonces no estaban tan claros. La batalla generacional enfrentó a la nueva con la vieja guardia, más allá de esos nexos que no podían ser ocultados. En Uruguay, en tanto, el rocanrol se fundió con el candombe en tanto ritmo afroamericano que se adecuaba a la perfección a la tendencia de moda. Y también la murga fue recuperada por esos visionarios que, además, se hicieron escuchar de este lado del Río de la Plata.

En Chile, los experimentos a que dio lugar el rock progresivo abrevaron en los géneros nativos de la región y maridaron el rock con la música andina, con resultados que todavía sorprenden al volver a escuchar la discografía de bandas como Los Jaivas o Congreso, que fueron las que más lejos llevaron esta propuesta. El golpe de estado de Augusto Pinochet tronchó la evolución de esa vertiente, que sin embargo dejó su huella en la escena trasandina, donde la herencia folklórica reaparece en los distintos artistas que van poblando el panorama musical del vecino país.

Uno de los grupos contemporáneos que se ha hecho cargo de ese legado es Niños del Cerro, un quinteto que desde 2012 viene proponiendo un repertorio orgullosamente indie, en el que no es difícil detectar su vocación por fusionar elementos de la psicodelia con la canción tradicional chilena. Como su fama no los ha depositado en el trampolín de Miami ni los ha reportado como acreedores de premios internacionales, no es frecuente que se hable de ellos al este de la Cordillera, aunque hayan hecho méritos de sobra para merecer una legión de fans que los siga por aquí.

Después más de una década de trayectoria, Niños del Cerro visitará en los próximos días la ciudad de Córdoba, para presentarse el viernes a las 20 en Casa Babylon, el tradicional reducto del ex Abasto, junto a los créditos locales Rosa Profunda. Será una ocasión inmejorable para saborear este exquisito menú musical típico de Chile, donde a pesar de los 17 años de dictadura pinochetista la labor de los pioneros no se perdió en el olvido, y ahora es recuperada por esta juventud que no hace tabla rasa con el pasado sino que lo revivifica para apoyar sobre él sus propios cimientos.

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