La alegría en el recuerdo

J.C. Maraddón

A 32 años del Mundial de Fútbol de Suiza, que fue el primero televisado, y a 16 años de que debutase la emisión en colores de esos torneos, el de México ’86 se propuso llevar al paroxismo las transmisiones, agregando cámaras que mostraran las jugadas desde diversos ángulos. Este dispositivo posibilitó que el disfrute de quienes seguían los partidos por TV alcanzara proporciones nunca antes conocidas, porque allí se podían apreciar jugadas que en otras épocas hubiesen pasado desapercibidas. Los inicios de la tecnología que hoy da soporte al mecanismo del VAR, tiene su origen en esa novedad de aquel entonces.

Guillermo Cañedo, en ese momento vicepresidente de Televisa y presidente de la Organización de Televisiones Iberoamericanas, fue designado como presidente del Comité Organizador del Mundial, al mismo tiempo que se desempeñaba como vicepresidente de la FIFA. Había en algunos periodistas la sospecha de que existiía una conexión comercial entre Televisa y el presidente de la entidad rectora del fútbol internacional, Joáo Havelange, por lo que todo debía salir a la perfección. Sin embargo, pese al esmero puesto en el registro de cada encuentro, la emisión de las señales hacia el exterior fue desastrosa y mereció las peores críticas.

En Argentina, donde la tele en colores llevaba escasos años de vigencia, se disfrutó a pleno de lo que llegaba desde México: el éxito deportivo de nuestra selección era visto en tiempo real con un nivel de detalle inédito y con relatores propios que le otorgaban una emotividad sublime. Pero sólo unos pocos disponían de aparatos receptores que estuviesen a la altura de las circunstancias y la mayoría de la gente guarda en su memoria imágenes de poca definición provistas por aquellos televisores antiguos, que juzgados desde la perspectiva actual carecen por completo de la calidad que se considera acorde a semejante evento.

Tal vez por ese motivo, hizo falta que en los meses posteriores a la hazaña del equipo capitaneado por Diego Armando Maradona, se proyectara en las salas cinematográficas la película “Héroes”, donde se exponía en pantalla grande y con todos los chiches lo acontecido en esas jornadas que jalonaron una victoria épica. Recién ahí muchos pudieron dimensionar hasta qué punto había sido colosal el título obtenido por el combinado de Carlos Salvador Bilardo y cuánto tuvo que ver la magia de Maradona en la obtención de ese trofeo por parte de un equipo que en la previa no tenía demasiadas chances de coronarse ganador.

Por el contrario, en el Mundial de Qatar del año pasado la Argentina era uno de los favoritos y, además, los avances tecnológicos habían propulsado la televisación más allá de lo imaginable, con un relevamiento minucioso de cada gesto y cada intervención de los protagonistas, sin que nada pudiera escapar al ojo de las cámaras. Esta vez, los artefactos de nueva generación ofrecieron en vivo y en directo mucho más de lo que expuso aquel filme de 1986 y esas innovaciones derivaron en que los fanáticos gozaran más y mejor de la gloria de sus ídolos.

Uno podría pensar que allí se agotó todo y que nada más era necesario. Por eso, pareciera inexplicable el boom de taquilla que promovieron “Muchachos, la película de la gente” y “Elijo creer”, los dos documentales estrenados en simultáneo que testimonian esa tercera copa traída desde Qatar hace justo un año, esta vez con la batuta de Lionel Messi. Ahora, más que observar con mayor nitidez lo sucedido en esas batallas deportivas, quizás el público lo que esté requiriendo sea volver a contagiarse de la alegría que reinaba un año atrás, cuando el país vivía un clima de fiesta que contrasta con la realidad de estos días.