Córdobers: Caras y caretas cordobesas

Revisamos las menciones sobre Córdoba que incluyó el semanario satírico de Buenos Aires “Caras y Caretas”, entre los años 1898 y 1939. Con referencias complementarias, intentamos dar contextos locales a esas menciones o fotografías publicadas.

Cultura 03 de enero de 2024 Víctor Ramés Víctor Ramés
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Fotos publicadas en “Caras y Caretas”, 12-5-1906.

Por Víctor Ramés
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Revisando los sumarios de la colección digital de Caras y Caretas, buscamos la presencia de Córdoba en ese moderno medio periodístico semanal, que incluía retratos fotográficos de personas, edificios, instituciones, hechos, en un largo período de más de cuarenta años. “Las Córdobas” de Caras y Caretas podían de pronto, en algunos números, mostrarse muy de cerca, mediante una foto con apenas un epígrafe de referencia, o bien ser descriptas por medio de textos genéricos, a veces sembrados de prejuicios satíricamente esgrimidos desde el puerto. Como sea, se trata de entradas sobre el transcurrir de los años en la provincia del centro del país. Era vista a la distancia, con la mirada en la clase de la “gente bien” local, ya sea en el acontecer político o gremial, en alguna tragedia repentina, o bien en los diversos escenarios de las rutinas oficiales, o visitas, o celebraciones. Era una Córdoba lejana, sin demasiada continuidad: fogonazos de un corresponsal, unas semanas sí, otras no. En torno a esa focalidad de las referencias es posible recrear los contextos de un suceder histórico, trascendiendo la recepción y la lectura situadas de los lectores porteños de esa época.

Sin seguir un orden cronológico, nos atrae el interés de las publicaciones y las fotografías que atrapan hechos cordobeses, como entradas desprovistas de antecedentes o consecuentes, a las que nos acercamos con el propósito de ampliar la trama de esos hechos e imágenes.
En el mes de mayo de 1906, por ejemplo, en la semana del 12 de ese mes, se encontraba el lector con unas referencias fotográficas, en cuyos respectivos epígrafes se lee: “Córdoba.—Inauguración de la Escuela Normal Provincial. El edificio.” Bajo otra foto se pone: “Personal docente”, y una tercera indicaba debajo: “Grupo de alumnas”. Ningún dato más aportaba la noticia a ese conjunto de documentos gráficos.

Por nuestra parte, encontramos elementos de interés para enriquecer la lectura y para situar la novedad de la fundación de dicho establecimiento educativo. Para empezar, la noticia se vinculaba a la voluntad del gobierno cordobés de terciar en la profunda polémica social y política que había representado en las últimas dos décadas del siglo diecinueve la avanzada del liberalismo, decidido a quitar la enseñanza del ámbito clerical. Esto se plasmó en el proyecto de creación de las escuelas normales nacionales. La decisión iniciaba una educación laica, científica y ciudadana (para el marco de la época) y fue muy resistida por los sectores conservadores y católicos que, en Córdoba, tenían bastante fortificado su poder. Hay que recordar que la historia de las escuelas normales creadas por Sarmiento estuvo vinculada de manera intrínseca a las maestras norteamericanas y protestantes que tuvieron a su cargo el desarrollo y la dirección de esos establecimientos nacionales. Las normalistas fueron ferozmente combatidas en Córdoba, donde la acción del arzobispado había sostenido choques contra el poder político liberal, logrando incluso limitar en los primeros tiempos el número de familias que enviaban sus hijas a la escuela normal.
En el marco de esa polémica que mantenía una grieta ideológica social, la creación de las escuelas normales provinciales en Córdoba, proyecto que databa de 1902, bajo el gobierno de José Manuel Álvarez, se proponía acercar los bordes de la grieta en esta provincia donde los ejemplos de convivencia entre liberalismo y catolicismo mostraban un cierto pacto, sin parangón en el plano nacional, de la clase en el poder.
“La ley Nº 1612 del 9 de Octubre de 1902 -informa Carlos Page en ‘Los simbólicos Edificios de las Escuelas Normales de Córdoba’ (2004)- autorizó la construcción de un edificio para la Escuela Graduada Superior Normal de Niñas, en el terreno ubicado en la esquina de Humberto Primo y General Paz. El 4 de Febrero del año siguiente, el arquitecto italiano Carlos Morra (1854-1926) elevó los planos correspondientes (…).” El proyecto se aprobó el 2 de agosto de 1903, en tanto el edificio tardó tres años en construirse, y la escuela denominada Juan Bautista Alberdi se inauguró en 1906, bajo el gobierno de José V. de Olmos. Las escuelas normales provinciales se regían por un programa que se diferenciaba en ciertos puntos del de las Normales nacionales. Uno de gran importancia es que se incluía en el plan de estudio cordobés la enseñanza de religión.

Es de importancia histórica agregar a este panorama el dato de que la gran educacionista y normalista riojana Rosario Vera Peñaloza, vino a Córdoba a instalarse en 1906 para asumir como vicedirectora de la flamante Escuela Provincial Alberdi, donde además se desempeñaría como directora y como docente de Pedagogía y Matemáticas. La historiadora María Cristina Vera de Flachs, en su estudio “La vida de dos maestras normalistas en Córdoba y su influencia en la educación argentina” (2020) refiere que a Rosario Vera “la vida en esta ciudad le fue tan difícil como a Jennie (Eliza Howard, normalista norteamericana) aunque por otras razones; a ella se la consideraba socialista y rebelde, al punto de verse obligada a presentar su renuncia por mezquinos intereses políticos”.

La Escuela Normal Provincial funcionó como tal hasta 1933, y luego fue convertida en escuela primaria. Durante su período normalista, egresaron de sus aulas 790 maestras tituladas. En lo referente a la educación religiosa, según la investigadora Gabriela Lamelas (“Las Escuelas Normales de Córdoba: instituciones, sujetos y pedagogías en disputa”, 2023) la polémica prosiguió por varios años, y en las escuelas normales provinciales, “pese a tratarse de instituciones que se fundaron con una matriz clerical que las enfrentaba a las Escuelas Normales Nacionales, que particularmente hacia fines de la década de 1910 y en los años siguientes se fortalecía en la dirección del sistema educativo provincial, no fue posible abstraerlas del clima pedagógico de época”, por lo que el laicismo triunfaría, finalmente, en la enseñanza.

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