Aislados después de la pandemia

“Hojas de otoño”, como se conoció a la pequeña gran película del finlandés Aki Kaurismaki en el circuito cineclubístico local, nos cuenta sobre un romance casi imposible, entre dos seres que están acostumbrados a manejarse solos pero que confluyen de una manera casi natural.

26 de febrero de 2024 J.C. Maraddón J.C. Maraddón
ilustra hojas de otoño (1)

J.C. Maraddón


Tras el aislamiento social que en su momento impuso la pandemia, lo que quedó en claro es que, más allá del COVID 19, es la soledad uno de los males endémicos que azota a la sociedad contemporánea, compuesta en su mayoría por individuos cuyas vidas transcurren sin demasiados intercambios con sus semejantes. Y esto a pesar de que muchos de ellos puedan llegar a compartir con otros su lugar de residencia, su trabajo y otros espacios en los cuales se producen interacciones que bien podrían ser tenidas en cuenta, aunque en lo más profundo de su alma estos seres sufren la falta de compañía.

Muestras evidentes de este fenómeno son las adicciones a las redes sociales, el uso extendido de las aplicaciones de citas y el desmedido interés por la tenencia y el cuidado de mascotas, entre otros signos de que cada vez existen más dificultades para relacionarse con otra gente fuera del mundo virtual. La crisis que atraviesan instituciones antes inconmovibles como la familia o el matrimonio, no ofrece por el momento una salida a aquellos que todavía creen en ellas y que se frustran ante las profundas grietas que presentan por estos días esos pilares fundamentales de otros tiempos.

Como nervio sensible de las preocupaciones que sacuden a la humanidad, el arte no podía dejar de relevar esta situación que tiende a profundizarse, en especial en las grandes urbes pero también en ámbitos campestres. Y por eso fluyen historias en las que los personajes enfrentan a solas el devenir cotidiano, a veces asociados con sus pares en busca de concretar determinado fin, y otras veces huyendo del prójimo con una mezcla de pudor y espanto. Cabe detenerse en sólo un puñado de las películas que han competido por premios internacionales para encontrar varias en las que esta temática prevalece.

Algunas de esas cintas serán protagonistas de la próxima entrega de los premios Oscar, como por ejemplo “Los que se quedan”, del director Alexander Payne, donde un profesor, un alumno y la jefa de cocina de un internado estadounidense se ven obligados por las circunstancias a compartir sus soledades. Y entre las producciones de habla no inglesa nominadas por la Academia figura “Perfect Days”, el largometraje que el realizador alemán Win Wenders rodó con producción japonesa, donde se repasan los días a veces distintos pero casi siempre iguales de un hombre de edad que trabaja limpiando los baños públicos de Tokio.

Sin embargo, el filme en el que con mayor énfasis se posa la lente sobre los solitarios de la actualidad no ha quedado seleccionado en esa categoría, pese a que había sido propuesto por Finlandia y que es dirigido por el prestigioso Aki Kaurismaki. “Hojas de otoño”, como se conoció a esta pequeña gran obra maestra en el circuito cineclubístico local, nos cuenta sobre un romance casi imposible, entre dos que están acostumbrados a manejarse solos pero que confluyen de una manera casi natural, porque parecen condenados a unirse en un contexto de precarización laboral para nada romántico.

En un evidente homenaje al cinematógrafo, Kaurismaki nos provee escenas que transcurren dentro y fuera de una sala de exhibición, lo que junto a otros detalles le otorga a la película un toque retro, más allá de que una radio nos informe sobre la presente guerra en Ucrania. Pero hasta ese modo de escapar del encierro se percibe como vintage: si en vez de ir al cine, cada uno de los dos hubiese optado por quedarse en casa viendo algo en una plataforma de streaming, el relato carecería de encanto y hasta es probable que la historia hubiese finalizado antes de empezar. 

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