Recuperar la musculatura

J.C. Maraddón

Hacia 1994, el grunge que con tanta potencia había irrumpido al comienzo de esa década, empezaba a dar señales de una ralentización en el ímpetu que había sostenido desde que había comenzado a rugir allá por 1991. Sin duda, la muerte de Kurt Cobain en abril de ese año fue una pérdida fatal para el estilo al que el líder del trío Nirvana había instalado en la percepción masiva, a pesar de que esa camada de bandas provenía de un circuito independiente y profesaba una inclinación hacia los sonidos alternativos que para nada hacían prever su posterior aceptación por parte del gran público.

Tal vez haya sido el disco “Mellon Collie and the Infinite Sadness”, publicado por Smashing Pumpkins en 1995, el último gran suceso de esa corriente rockera que, ante el irrefrenable ascenso de la electrónica y el rap, procuró refrescar los laureles del rocanrol recuperando sus raíces y adoptando una actitud de fiereza contracultural inspirada en el punk. A partir de allí, aunque varios de los nombres fundamentales del grunge siguieron en carrera, cada vez resultaron menos novedosos en sus aportes y fueron quedando relegados al recuerdo de esa Generación X que continuó ubicándolos como abanderados en la lista de sus artistas favoritos.

En el caso del grupo Pearl Jam, cuyo debut discográfico en 1991 fue saludado con enorme entusiasmo por la crítica, también se verificó esa misma parábola que arrancó con un meteórico ascenso, para dar paso después a un lento pero irremediable camino hacia el letargo. Sólo los seguidores más fieles se mantuvieron atentos al discurrir de esa trayectoria que había tenido un inicio por demás prometedor, hasta que la tendencia a la que adscribían pasó de moda y las radios que en aquel entonces le daban alta rotación a sus canciones, resolvieron dosificar sus grandes éxitos sólo cuando debían programar temas clásicos. 

En noviembre de este año, se estarán cumpliendo tres décadas de la edición de “Vitalogy”, el tercer álbum de Pearl Jam, quizás el que haya marcado el final del periodo en que la banda sincronizó con las inquietudes de su época. A partir de ese momento, los radares de la industria dejaron de poner su foco en la formación encabezada por Eddie Vedder, que no obstante sostuvo su iniciativa y la refrendó con el lanzamiento de ocho discos entre 1996 y 2020, aunque ninguno de ellos haya conseguido reinstalarlos en una actualidad que ya había tomado otros rumbos.

Incólumes frente a esta mayoritaria indiferencia, ellos han anunciado que el próximo 19 de abril estrenarán un nuevo disco bajo el título de “Dark Matter”, noticia que ha dejado en alerta al mundo del rock, donde la escasez de innovación ha hecho que las expectativas se trasladen a la actividad de los antiguos referentes. Y si bien nadie podría esperar a esta altura que Pearl Jam se despache con sorpresas, las esperanzas de que su rentrée agite el avispero aparecen como fundadas, en medio de la desorientación que cunde y que incita a pensar en un colapso rockero.

A juzgar por el single adelanto que se conoció un mes atrás, denominado también “Dark Matter”, Pearl Jam ha resuelto sin más vueltas recuperar la musculatura de sus orígenes y regresar a escena como si el grunge todavía estuviera en plena ebullición. Rindiendo un claro tributo a su propia esencia, el grupo se da maña para arremeter con una canción rebosante de energía, en la que hasta se dan el lujo de incluir un solo de guitarra, como si los buenos tiempos nunca hubiesen caducado y las melenas que se agitaban a su ritmo jamás hubieran encanecido o menguado en todos estos años.