Después de la fulminante de Milei a Villarruel, ¿qué?

La política en modo reality de nuestro país atravesó la semana desde el cruce tuitero del Presidente con Cristina Kirchner, hasta la mesura de Llaryora y los guiños del resto del cordobesismo al armado libertario. Las cuestiones domésticas impregnadas por los intentos de alejarse de Rosario y una polémica que desactivó Passerini, aunque sin vocero.

Nacional 15 de marzo de 2024 Gabriel Silva Gabriel Silva
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Por Gabriel Silva

El difícil 2001 que vivió nuestro país no arrancó el 1° de enero de ese año. Cronológicamente sí, políticamente no; como ocurre la mayoría de las veces. El 2001 para la política argenta comenzó en octubre del 2000 con la polémica salida de “Chacho” Álvarez del gobierno de la Alianza. Dejando en una posición muy debilitada a la ya frágil gestión de Fernando de la Rúa que, con la salida de su vicepresidente, perdía mucho más que eso. Era el desacople del Frepaso de la coalición y al radical, propios y extraños, le comenzaban a correr el banquito.

En simultáneo, la tinellización de la política que bautizó Juan Pablo Baylac –para centennials, el Adorni de aquella época- fue en respuesta a Gran Cuñado, la parodia con la que Tinelli tensaba su vínculo con el Gobierno desde el caricaturesco segmento que iba a tener como ganador, paradójicamente, a “Chacho” Álvarez.

La salida de Álvarez del Senado fue uno más de los capítulos de fricciones de la fórmula presidencial desde el regreso de la democracia. Sin dudas, el más conflictivo y el de consecuencias más severas. Pero, desde el ’83 a la fecha, y desde Alfonsín-Martínez, Menem-Duhalde, Kirchner-Scioli y Alberto Fernández- CFK, pasando por el “no positivo” de Cobos, las asperezas existieron siempre. Incluso, antes de la ‘fulminante’ que Javier Milei le aplicó a Victoria Villarruel el miércoles por la tarde con un comunicado que expuso el fuerte enojo de Casa Rosada con la vicepresidenta por la discusión del mega DNU.

Y que la condenó frente al confesionario de ‘X’ ante el ejército de trolls y libertarios genuinos que tuvieron que elegir: el León o la presidenta del Senado.   

Después de enfrentarse con los gobernadores a los que acusa de despilfarrar, con los legisladores a los que trata de casta coimera, los periodistas de ensobrados, los referentes culturales, los trabajadores de Télam, la Justicia, los docentes, los piqueteros, los sindicatos y la Iglesia, dentro de una lista interminable; Milei hurgó entre su universo de rivales para hacer lugar y disparar fuego amigo hacia “una victoria de corto plazo”.

A esa altura, muy atrás había quedado el intenso cruce entre Milei y la expresidenta Cristina Kirchner en el mundo virtual por los sueldos de uno y otro. Los errores de ambos, y sin que ninguno de los dos hiciera un mea culpa por las groseras consecuencias de sus gestiones. Así como no hubo un gesto de CFK con un conurbano inundado tras 20 años de kirchnerismo; tampoco existió un mensaje o un gesto de Milei.  

El saldo del áspero cruce entre ambos expuso al Presidente en su terreno, la vicepresidenta salió a pelearle en ‘X’, donde Milei juega de local y va al ataque. Ese duelo de centralidades dejó afuera de la cancha a los dos ex: Macri y Alberto. Ninguno entra. La grieta 2024 tiene otros protagonistas, aunque al fundador del PRO le guste entrar y salir como garante de la gobernabilidad.

El otro averiado por el duelo tuitero es el moderado Llaryora. Los guiños desde AmCham, la Fundación Mediterránea y los contundentes gestos en el Congreso lo desdibujan. Pero lo dejarán aún más incómodo si Cristina intenta un Last Dance. Algo que, incluso los kirchneristas más duros, creen poco probable: “el único objetivo de ella, es que Alberto pague con algún tipo de condena. Para exponerlo y tratar de argumentar ‘lo mío llegó hasta 2015’”.

Si el PJ en su conjunto, con gobernadores, legisladores, excandidatos y kirchnerismo reciclado se aglutina, la grieta se profundizará y Llaryora deberá elegir pechera.  

Mientras, los intendentes reclaman. En público, algunos como Esteban Avilés por el transporte y las obras; en privado, otros que compartieron evento el miércoles, pusieron el foco en la solidaridad policial con Rosario. “Puesta en escena. En mi pueblo no llego a 10 policías, pero le queremos mandar efectivos a Pullaro”, se sinceró un intendente que, por ahora, está cerca.

Por último, la política doméstica dejó el efecto Guardia de Seguridad Urbana. El escuadrón que lanzó el intendente Daniel Passerini el lunes y que encontró una rápida denuncia en la oposición. Concretamente en el radicalismo. Rápido –y segundo- golpe en la mesa de Passerini para la marcha atrás, aunque sin vocero. La gestión tiene al que grita los goles, pero faltan los que arrastren la marca y salgan a hablar cuando la pelota va adentro.

A lo mejor, son más efectivos los llamados al Concejo y los correctivos a la oposición que llegan vía padrinos. 

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