El arquero que tenía “esmowing”
No se puede negar que, con su controvertido estilo, Hugo Orlando Gatti se adelantó a los tiempos de los jugadores mediáticos, más allá de que al informar sobre su muerte se haya enfatizado en recordar sus hazañas futbolísticas con la selección nacional y, en especial, con Boca Juniors.
J.C. Maraddón
Como el deporte jamás pudo permanecer del todo alejado de las circunstancias sociales y políticas que lo rodeaban, en las disciplinas más populares se produjeron consecuencias a partir del auge de los medios audiovisuales y de la ebullición de las luchas civiles apenas comenzada la segunda mitad del siglo veinte. La aparición de figuras como Pelé o Muhammad Ali por esos años no habría sido posible sin el poderío alcanzado entonces por la televisión y, en el caso del boxeador, sin la proyección que tomaron los movimientos contra la discriminación racial y la Guerra de Vietnam, que encontraron en él un vocero inesperado.
En la Argentina de los años sesenta, sometida al péndulo entre dictaduras militares y débiles gobiernos democráticos, la efervescencia ideológica y cultural que impregnaba el panorama universal iba a tener características particulares, con la proscripción del peronismo fomentando el surgimiento de ideas radicalizadas y la audacia del Instituto Di Tella apañando las vanguardias artísticas. La inestabilidad institucional y la represión ejercida por unas fuerzas armadas educadas bajo la doctrina geopolítica estadounidense, no impidieron que algunos atisbos de esa primavera universal arribasen hasta estas latitudes ni que hubiese episodios deportivos en los que la ruptura con lo establecido se hiciera palpable.
No sería demasiado caprichoso ver un rasgo de esa rebeldía en la polémica desatada por el mediocampista Antonio Ubaldo Rattín en el Mundial de 1966, cuando en un partido de cuartos de final contra el local Inglaterra, fue expulsado y al salir de la cancha, realizó actos ofensivos hacia la bandera inglesa y la reina. Justamente en Londres, donde por ese entonces bullía una escena musical renovadora, Rattín protestaba de ese modo ante lo que consideraba una injusticia, y a la vez confrontaba al país con el que Argentina sostiene una disputa histórica por la soberanía de las Islas Malvinas.
Pocos años después, los pelos largos que caracterizaban a hippies y a rockeros en general, se iban a volver habituales en el look de los cracks de fútbol, que a su manera se plegaban a esa tendencia a la informalidad con la que simpatizaban jóvenes de todo el mundo. Desde Atlanta y luego como suplente de Amadeo Carrizo en River Plate, provenía un arquero que se atrevía a desafiar los presupuestos futbolísticos y que se arriesgaba a salir del área jugando con los pies, algo en lo que Carrizo había sido un pionero pero que este muchacho llevaba al extremo.
Cuando fue transferido a Gimnasia y Esgrima de La Plata, en 1969, Hugo Orlando Gatti era ya “El Loco”: no sólo se desempeñaba como un defensor más cuando hiciera falta, sino que además para contener su melena utilizaba una vincha, elemento que en esa época era considerado exclusivamente femenino. A tan insólito accesorio lo complementaba con el uso de bermudas y con la apelación a colores como el rosa o los tonos fluorescentes en su vestimenta, lo que lo hubiese condenado a la categoría de “exótico”, si no fuese porque sus cualidades como guardameta lo situaban en un nivel profesional extraordinario.
Tras su muerte, ocurrida el domingo pasado a los 80 años, se han recordado sus hazañas con la selección nacional y, en especial, con Boca Juniors. Y también se han señalado sus intervenciones como panelista en programas españoles de TV, donde con sus exabruptos hacía gala de un racismo y un machismo ultramontanos. Sin embargo, no se puede negar que con su estilo se adelantó a los tiempos de los jugadores mediáticos; como en aquella publicidad de ginebra Bols en la que hacía un gol de arco a arco para demostrar que tenía “esmowing”. Una palabra cuyo significado se llevó a la tumba.
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