Cultura Por: J.C. Maraddón04 de abril de 2024

Ni reflexión ni entretenimiento

Con Adam Sandler como el tripulante de una misión solitaria con rumbo a Júpiter y el respaldo de Netflix, la plataforma donde ha sido estrenada, “El astronauta” asume riesgos que su desarrollo no logra compensar y se autoimpone limitaciones que resultan asfixiantes para el espectador.

J.C. Maraddón

Más allá de que las fantasías que nos ha propuesto desde hace años el cine de ciencia ficción puedan ser atractivas, hay obras dentro de esa filmografía que no se han quedado en la mera aventura pochoclera sino que han ensayado una especulación filosófica a partir de situaciones que dan pie a una crítica, por ejemplo, sobre la utopía del progreso sin fin. Mientras el mundo saludaba con orgullo los avances que llevaban al hombre al espacio exterior y que propulsaban el sueño de los viajes interplanetarios, se estrenaban largometrajes en los que esa temática era abordada con profundidad y una cierta dosis de pesimismo.

Por supuesto, había tras de esos títulos una biblioteca compuesta por la literatura de ese género, alimentada por la imaginación de nombres ilustres que narraban historias inspiradoras en las que los protagonistas no necesariamente estaban seguros de las bondades que acarrearía para la humanidad alcanzar esas metas ansiadas por la carrera espacial. Muchos de los grandes autores que tomaron esa senda, pese a la fascinación que ejercía sobre ellos la infinitud del universo y la posibilidad de que el hombre develara sus misterios, también sembraron sus relatos de preguntas acerca de las consecuencias que traerían semejantes proezas.

Si coincidimos en que “2001 Odisea del espacio”, de Stanley Kubrick, es uno de los filmes más influyentes dentro de esta nutrida categoría, es innegable que su contenido fijó un paradigma en cuanto a focalizar en los astronautas la función del héroe y en cuestionar la infalibilidad de las máquinas como instrumentos para construir un futuro mejor. Basada en un cuento de Arthur C. Clarke (quien también participó en la elaboración del guion), esta cinta de 1968 sentó las bases de una corriente cinematográfica que buscó configurar desde perspectivas divergentes su mirada sobre esa conquista de la galaxia que aparecía como preñada de ilusión.

En 2013, el director mexicano Alfonso Cuarón llevó las cosas a un siguiente nivel con “Gravity”, una película que se acreditó siete premios Oscar con un argumento en el que interactúan dos integrantes de una misión que queda a la deriva en el vacío. La audacia de llevar adelante un proyecto en el que la acción se encuadra con semejantes restricciones, certifica el talento de Cuarón para salir con bien en su emprendimiento y para completar un aporte más que valorable a esa lista de realizaciones que han cimentado la fama de la ciencia ficción como algo que debe ser tomado en serio.

Quizás inspirado en estos hitos, el cineasta sueco Johan Renck transformó en el film “El astronauta” la trama de la novela “Spaceman of Bohemia”, publicada por el escritor checo Jaroslav Kalfar siete años atrás. Gracias al prestigio que le deparó haber dirigido la serie “Chernobyl” y muchísimos videoclips, Renck consiguió interesar a Adam Sandler para el papel de Jakub Procházka, el tripulante solitario de una nave con rumbo a Júpiter, en la que se colará un insólito pasajero dispuesto a jaquear la atormentada psiquis de ese hombre que, a la distancia, sobrelleva una crisis matrimonial.

Con la aclamada Carey Mulligan como la esposa de Procházka y el respaldo de Netflix, la plataforma donde ha sido estrenada, “El astronauta” asume riesgos que su desarrollo no logra compensar y se autoimpone limitaciones que resultan asfixiantes para el espectador. Al subrayar los dramas existenciales del cosmonauta en cuestión, pretende inscribirse en esa tradición que privilegia la reflexión por encima del entretenimiento, pero no llega a elaborar un discurso provocador que desate la polémica ni construye un producto apto para ese público que solo pide pasar un rato de diversión, sin necesidad de verse abarrotado por mensajes perturbadores.



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