El economista declara como político

Por sus dudas respecto al funcionamiento del mercado, ahora el presidente declara como algunos de sus antecesores

Nacional28 de marzo de 2025Javier BoherJavier Boher
Milei ira enojo
Por Javier Boher 
Hay que reconocer la plasticidad declaratoria de Milei, un tipo que pese a todas las señales de su literalidad y problemas de comprensión siempre se las rebusca para decir y desdecirse. Es muy difícil buscar coherencia en su recorrido, más allá de algunos dogmas que tiene marcados a fuego y repite como mantras.
Las últimas semanas vienen siendo un poco duras para el gobierno, porque a sus éxitos políticos se les opone una cierta turbulencia económica por la incertidumbre respecto al rumbo que se va a seguir por los próximos meses. En ese sentido, el movimiento del dólar, la caída de las reservas y las declaraciones precipitadas sobre un acuerdo con el FMI generan alguna intranquilidad en muchas personas.
En este país hay una obsesión con respecto a algunos temas, que la mayoría de las personas usa como indicadores para estimar cómo viene la mano en términos económicos. Claramente el dólar encabeza la lista: si la divisa verde está estable la gente interpreta que venimos fenómeno. Todo lo que se deriva de ahí sigue la misma lógica, ya que la posibilidad de vacacionar afuera o importar bienes es una parte asociada a la idea de dólar estable (porque la idea del atraso cambiario no existe en la gente).
El otro tema es el FMI, la señal del mal. Tan grabada está la sigla en nuestra memoria que es muy difícil sacarse esa marca de encima. No importa por qué está dando vueltas, si las negociaciones son buenas o malas, ni si puede ayudar a estabilizar la economía. Escuchar a un ministro de economía hablar del FMI es como escuchar al carnicero hablar de bromatología. Aunque pueda ser bueno, en los oídos suena a malo.
La inflación es otro de esos temas, que se mide con mucha más facilidad a partir de la posibilidad de hacer cálculos más previsibles respecto a los gastos futuros. No se mide necesariamente a partir de cuánto rinde la plata, sino de saber que cuando se manda un hijo a hacer los mandados la plata va a alcanzar porque las cosas llevan un tiempo sin moverse.
Así, el gobierno ha logrado mantener más o menos a raya los tres temas, aunque últimamente dos parecen estar escapando a su control. Ahí, para reafirmar las formas populistas con las que le habla a sus votantes en el lenguaje llano que esperan escuchar, recurrió a lo mismo de siempre: hubo un intento de desestabilización político- institucional, en la calle y en los mercados. De alguna manera -que no entendemos bien- todo eso tiene que ver con la casta.
La economía no es mi área, pero hay una cosa que aprendí de mi padre economista: ceteris paribus. Todos los modelos que tienen los economistas en la cabeza dependen de mantener estables algunas variables, entre las que se encuentra la política, acaso la más impredecible de todas. No se puede descartar intentos de desestabilización (porque los hemos visto muchas veces en nuestra historia), pero no todo lo que afecta su modelo perfecto de salida de la crisis heredada de Massa puede ser considerado un intento de golpe. Alguna vez puede tener que ver con malas decisiones políticas del propio gobierno, algo que esta gente neófita en las artes de conducción del Estado está aprendiendo ahora.
Es ridículo que un economista autodefinido como liberal-libertario, amante del anarcocapitalismo y detractor del Estado, pueda sostener que esa institución imaginaria perfecta que es el mercado pueda sufrir manipulaciones en su proceso de aglomeración y transmisión de demandas y preferencias individuales. 
Puede ocurrir que la coyuntura política obligue a declarar como Néstor o Cristina Kirchner, aunque varios también hicieron una interpretación algo maliciosa de sus declaraciones para decir que sonó como el Alfonsín que se justificó en eso para adelantar el traspaso de mando. 
Por necesidad alguna vez los insultó; por necesidad hoy los emula. Esa es la dimensión política que algunas veces se le escapa al economista.
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