Las leyes que no queremos cumplir

Varios episodios de los últimos días tienen en común la transgresión permanente de las normas, que degrada la convivencia

Nacional09 de junio de 2025Javier BoherJavier Boher
grabois
Por Javier Boher 
Hay días en los que las cosas se alinean de tal manera que podemos hacernos una idea de qué cosas son las que no funcionan en el país. Uno de los mayores problemas de Argentina es que las leyes parecen existir como algo diferente a la vida de la gente, un dominio particular alejado de la cotidianidad de las personas.
Las leyes y las sanciones asociadas a su cumplimiento generan un sistema de incentivos que condicionan el comportamiento de las personas. Cuando se las separa a unas de otras emergen las distorsiones que construyen la difícil realidad argentina. Vamos a hacer un pequeño repaso de algunas cosas de los últimos días que nos van a ayudar a entenderlo mejor.
El miércoles a la noche un grupo de ladrones asaltó a un policía que estaba fuera de servicio, el que repelió el ataque a los tiros, disparando diez veces y matando a un niño que estaba con su padre esperando el colectivo.
Todo en esa escena está mal. Los delincuentes atacaron de esa forma porque se sienten impunes, porque sus acciones no suelen tener consecuencias. El policía disparó con la intención de acertarle a alguno de los malvivientes, cosa que no logró. Lo hizo en una zona urbana, bastante poblada y sin mayor criterio. No hay que entrar en la discusión jurídica, pero sí en que ese tipo de situaciones violentas no resuelven las cosas. El resultado es un nene muerto, un policía que quizás termine preso y cuatro delincuentes que deberían estarlo y siguen libres.
En línea con tantas cosas que se pueden hacer cuando se tiene el poder, la Oficina Anticorrupción comunicó que a su entender el presidente Milei no incurrió en ninguna violación de la Ley de Ética Pública por el caso Libra. Con una interpretación caprichosa, parece que las redes sociales alteran las cosas y en las mismas el presidente deja de ser el presidente. Considerando la cantidad de horas que se pasa tuiteando, retuiteando y dando likes, casi que es difícil saber en qué momento está ejerciendo la jefatura de Estado. La performance económica y el paso del tiempo le bajaron la espuma a un caso que le pegó al gobierno, pero que ya casi está en el olvido. Quizás las leyes no rigen cuando los problemas están en las redes sociales.
Ese tema de los presidentes con problemas con la ley alcanza también a Cristina Kirchner, de la que se habla que podría ir presa en los próximos días. Es notable cómo hay gente insistiendo en que meter presa a una delincuente condenada podría afectar la convivencia política en el país, omitiendo que no castigar el delito es la peor señal que se puede dar en la sociedad. La impunidad la acompañó hasta ahora, pero no debería durar si se pretende alterar los incentivos de una sociedad que sigue buscando cómo definir un orden moral que limpie la función pública.
Dejamos para el último el caso del cierre del Instituto Juan Domingo Perón y la ocupación del edificio que hicieron Juan Grabois y algunas de las personas que lo acompañan. El gobierno decidió cerrar el centro que debería funcionar como un instituto de investigación, pero que en la práctica funcionaba como una especie de unidad básica mezclada con centro de culto. 400 millones de pesos anuales para sostener un espacio partidario camuflado como área de investigación o de preservación de la memoria nacional. 
Grabois tiene (o da) todo lo que el progresismo quiere, jugando de rebelde antiautoritario. La policía lo detuvo por haber usurpado una propiedad y él salió a hacer su show de víctima. Hay una parte del progresismo que está convencido de que el gobierno de Milei es una especie de continuidad de la dictadura, un delirio que sólo puede entrar en la mente de las personas que viven condicionadas por la ideología.
La tribuna se separó entre los que lo defendieron y los que se pusieron del lado de la policía y el gobierno. La ley es clara al respecto, pero en el país de la libre interpretación de las normas hay gente que cree que las cosas tienen que ser como a ellos les parece, no como marcan las reglas. Todo el circo de Grabois fue una payasada que demuestra lo desorientados que están todos los que avalaron el orden del kirchnerismo, que fue particularmente nocivo en la cuestión de hacer una norma la violación de las leyes. 
Por último, una mención al Día del Periodista, que nos valió saludos de parte de mucha gente. Las leyes de libertad de prensa y expresión que hay en Argentina son muy buenas, pero no pueden por sí solas mejorar la calidad del periodismo. Los incentivos están puestos en la creación de contenidos sesgados, dedicados a mantener un status quo. La relativización de las responsabilidades de la clase dirigente en lo que hace a sus obligaciones legales es uno de los puntos más bajos de algunos medios y periodistas, que en su fervor oficialista contribuyen al deterioro en el cumplimiento de las leyes.
No hay mejor manera de ordenar la convivencia que a través de leyes. No hace falta que sean muchas ni que sean las mejores. Solo hace falta que se cumplan.
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