Presente y Pasado. Desde el Golpe de Estado, al Gobierno de Alfonsín

Nacional25 de junio de 2025 Eduardo Dalmasso*
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Por Eduardo Dalmasso*

El escrito final sobre el 3r Gobierno Peronista se publicó con fecha 18 de junio.

Regreso militar. 24 de marzo de 1976

Las tapas de los diarios venían anunciando la inminencia del golpe.  Emerge un régimen qué enancado en la anarquía social y el clima de violencia imperante, va a desarrollar lo que, Marina Franco (2012) define con precisión: “un plan de eliminación sistemática, planificado y racional –con sus métodos específicos de tortura y desaparición forzada de personas a escala masiva”.  Su argumento: combatir la subversión, ordenar el funcionamiento social, combatir al marxismo, resguardar los valores cristianos y desplazar el intervencionismo estatal.

El discurso del ministro de Economía, no resulta muy diferente del de Celestino Rodrigo. Enuncia 12 puntos que giran sobre: libertad de precios, liberación del mercado cambiario, libertad del comercio exterior, derogación de retenciones al agro, libre importación de bienes, reforma financiera, aumento de tarifas y eliminación de subsidios. Para Mario Rapoport (2005) en los dos primeros años el plan se resume en un plan de ajuste ortodoxo.  Este ajuste se agravaría.

Gran parte de la población se alinea con el Gobierno de facto, ante el nivel de conflictividad socio político. Las organizaciones armadas, conciben al golpe militar cómo el motivo, que va a conducir a las masas del pueblo en su apoyo. Organizaciones, totalmente ajenas a la realidad social, en la que la clase media es aún, un bastión. Este sector de la sociedad requiere de ciertas seguridades ante un destino incierto y la clase obrera no renuncia a sus sentimientos peronistas. Este desconocimiento las destruye. 

El nuevo régimen militar, asume su rol como bien los describe Francisco Delich, (1983) como médicos que se imponen curar una enfermedad que atraviesa el cuerpo social que impide su desarrollo armónico; al definirla como una crisis social profunda, el régimen puede justificar una transformación estructural del Estado y la sociedad.

Los sectores de derecha vinculados a los sectores económicos más concentrados recurren a las Fuerzas Armadas para superar la crisis de hegemonía que viene definiendo el fracaso de una sociedad sobrepolitizada y sobreideologizada. Esa asociación se visualiza en el modelo económico que adopta el proceso militar. 

Dado el diagnóstico, la represión se justifica como un medio necesario para restaurar la "salud" del país.  Para lograrlo, se proponen eliminar el poder sindical, la subversión y suprimir la acción política. En consecuencia, esto produce un estado de esquizofrenia que rompe con la identidad social.

 

Un nuevo mundo

La dirección política, de la anti política, la expresa Juan C Portantiero (1981) “el liderazgo de la reorganización quedara en manos de un equipo económico dispuesto a colocar en el centro de las iniciativas de reconstrucción a una fracción de la burguesía agraria”. Esta fracción para este autor, encarna la mejor posibilidad de adecuación a la nueva realidad del capitalismo mundial, por ser la única capaz de producir mercancías competitivas y, en ese sentido, es la que mejor puede articularse en la nueva división internacional del trabajo.

Concepción, que requiere redimensionar al país: económica, social y culturalmente, reconvirtiendo, en primer lugar, el aparato productivo atento el sostenimiento de las ventajas comparativas y el abatimiento de la fortaleza sindical, por su capacidad de cuestionar la distribución del ingreso. La nueva política va a procurar diferencias salariales que le permitan romper, la homogenización de los ingresos para dañar la base del poder de negociación de los sindicatos centralizados.

Las distintas fracciones del capital, se abroquelan detrás del programa trazado, no por coincidir con su directriz, sino como salvaguarda de las amenazas sufridas previas al golpe y por su propia debilidad competitiva. La sociedad se fragmenta, la cultura especulativa se torna preponderante. 

 

La apropiación del Estado

Atento la visión totalitaria, ninguna persona puede sentirse protegida por el estado de derecho ya que el poder de Gobierno tiene la libertad de detener e interrogar, sin límites de tiempo a cualquier ciudadano, e incluso ponerlo a disposición del poder ejecutivo sin proceso. El miedo cunde, la autocensura y el silencio se imponen en razón de la creciente arbitrariedad de los ejecutores. Esta arbitrariedad y sometimiento se agrava al disponer la cesantía indiscriminada de jueces para ser reemplazados por adictos. Las ejecuciones sin juicio previo: definen un nivel de terror inenarrable.

En función de los objetivos del régimen, los medios de comunicación, desinforman y ponen las noticias al servicio del poder militar. La vida universitaria y las expresiones artísticas se limitan brutalmente.

El modelo de represión facilita que grupos asociados al poder, muchos de ellos militares, definan objetivos y acciones deleznables en beneficio propio bajo el paraguas de la lucha contra la subversión. Los militares usufructúan canonjías en las diferentes estructuras del Estado. 

·       Dr. En Ciencia Política (UNC-CEA)

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