
El intento de crear nuevas universidades pierde de vista dónde están los problemas reales de la educación. Todos buscan un nicho de empleo público mirando a la próxima elección.
Sus operadores aseguran que la agenda del libertario y la de los líderes sindicales no están contrapuestas, y hasta destacan intereses comunes.
Provincial 28 de agosto de 2023Por Felipe Osman
El contexto de una crisis inflacionaria gestada durante un gobierno peronista plantea una encrucijada difícil para las cúpulas sindicales, muy mayoritariamente alineadas con el justicialismo. Y esa incómoda convivencia empieza a pasar factura.
A lo largo de los últimos años, dos fenómenos vienen ganando terreno en el mundo gremial: el surgimiento de colectivos de “auto-convocados”, y el crecimiento de la izquierda o de agrupaciones que, aún abrevando en el kirchnerismo duro, no sienten responsabilidades orgánicas hacia un espacio que constituye el plafón sobre el cual se montó el Frente de Todos.
Más allá de este paradójico comportamiento, el grueso de las cúpulas sindicales practica un peronismo más ortodoxo, divorciado de la ideología y devoto al pragmatismo, y no actúa de la misma manera.
Acorralado entre la crisis inflacionaria y un Gobierno al que no quiere impugnar por no saber conjurarla, pierde territorio frente a aquellos que, libres de tales compromisos, plantean posiciones más duras al momento de negociar paritarias.
Los reclamos que en distintas provincias se desataron en Salud y Educación, con amplia participación de auto-convocados, son un ejemplo entre varios. Los recordados conflictos con el Sutna (Neumático) a nivel nacional, con Atech (Docentes) en Chubut, o el propio avance de la oposición integrada por trotskistas e independientes en Uepc son punciones de un clima general adverso para las cúpulas sindicales peronistas.
La interrogante es, ¿qué escenario se abre para esas conducciones después del 10 de diciembre?
Hecha la salvedad de que los escenarios electorales son dinámicos y aún faltan dos meses (que en Argentina son una eternidad) para las elecciones, a nadie escapara que La Libertad Avanza es el espacio que mejor acomodado quedó hacia las Generales. ¿Cómo resultaría, para estas cúpulas, una convivencia con Javier Milei presidente?
El libertario tiene, entre sus principales propuestas, la de una reforma laboral para “modernizar” el ordenamiento. Entre otras modificaciones, apunta a sustituir las indemnizaciones y penalidades del actual régimen por una suerte de seguro de desempleo financiado con aportes de los empleadores.
Sin embargo Milei no ha hablado de modificar la Ley de Asociaciones Sindicales, que el punto que más susceptibilidades podría generar entre las conducciones gremiales. Y tampoco está claro cómo impactarían las modificaciones en Salud sobre la principal caja de los sindicatos, que son las obras sociales, alimentadas por el reparto de fondos de la Superintendencia de Servicios de Salud.
De refrendarse en octubre o noviembre los resultados de las PASO, estos tres factores serán dirimentes en la relación.
Sin embargo, los operadores del libertario destacan otros aspectos a tener en cuenta. El primero, el plan que Milei tiene para los planes sociales: cortar al intermediario.
Las organizaciones sociales vienen creciendo sin pausa, y ya disputan terreno a los sindicatos, al punto que las propias centrales se ven condicionadas a aceptar que los representantes de la Economía Popular desempeñen algún rol dentro de sus estructuras. Sacarlos de ese tablero sería un interés compartido.
Por otro lado, los libertarios aseguran que la “modernización” de la regulación laboral repercutirá en un crecimiento del empleo registrado y, por lo tanto, en un aumento de la masa de afiliados para los sindicatos, una variable que lleva largo tiempo estancada.
En cualquier caso, y sin avanzar hacia hipótesis más aventuradas, un cambio de signo en el Gobierno Nacional tendrá, al menos, el efecto de librar a las conducciones sindicales de la incómoda postura de contener reclamos orientados en contra del oficialismo, y dejar, por tanto, de ceder terreno ante otros espacios que no arrastran esos compromisos.
El intento de crear nuevas universidades pierde de vista dónde están los problemas reales de la educación. Todos buscan un nicho de empleo público mirando a la próxima elección.
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