Caras y caretas cordobesas

Por Víctor Ramés
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Sobre el borroso flautista J. M. Cambeses (Segunda parte)

Se comparten algunas citas que ahondan el factor educativo que representó el maestro Cambeses y refieren su carrera como instrumentista. 

El musicólogo Francisco Curt Lange, nacido en Alemania en 1903, un gran impulsor del desarrollo de la musicología sudamericana, afirmaba en La música en la Argentina del siglo XIX, incluido en el volumen Die Musikkulturen Lateinamerikas im 19 que, a su llegada a Buenos Aires, José María Cambeses se dio a conocer “en varios conciertos como excelente virtuoso de flauta. Fue profesor de personalidades que adquirieron mucha importancia a partir de la segunda mitad del siglo XIX, como Amancio Alcorta, Juan Bautista Alberdi, Salustiano Zavalía y otros. Cambeses se radicó más tarde en Córdoba, donde fue profesor en el Colegio Montserrat.”

Por su parte, el reconocido musicólogo argentino Carlos Vega, compartió datos en su libro de 1946, Música Sudamericana, y conjeturó que tal vez fuera Cambeses uno de los músicos europeos que elevaron el nivel interpretativo en Buenos Aires. 
“Algunos de ellos, acaso Cambeses, hizo una primera siembra de conocimientos técnicos, lo cual explica que haya habido quien pudiese ejecutar las obras que en 1822 ofreció la Sociedad Filarmónica.” Se refiere Vega a un concierto realizado ese año, y menciona también a dos músicos que actuaban en Buenos Aires en los años veinte del siglo diecinueve, Zavalía y del Campillo, quienes “sabemos que estudiaron música en Córdoba con el maestro Cambeses y que ambos sobresalieron luego como guitarristas”.

Una última referencia a José María Cambeses como profesor de flauta, seguida de datos de su carrera como ejecutante: la Revista Musical Chilena, Universidad de Chile, Facultad de Artes, en 2006, reproducía un aviso tomado de La Gaceta Mercantil, N° 240 (2 de agosto, 1824), donde “se anuncia que José María Cambeses ha decidido permanecer en Buenos Aires como músico y profesor de flauta. La dirección es Maipú N°88.” 
La misma publicación analizaba las valiosas memorias del músico chileno, José Zapiola, y refiere que dicho instrumentista “había viajado desde Santiago a la capital de Argentina en marzo de 1824, junto a Manuel Robles, para llegar el Miércoles Santo por la tarde. En Buenos Aires, Zapiola pasó a ‘formar parte de la magnífica orquesta del teatro, dirigida por el célebre violín Massoni’, a quien, en su carta autobiográfica señaló entre los ‘grandes modelos’ de instrumentistas, junto a otro músico, también residente en Buenos Aires, el flautista Cambeses. En esta orquesta, ‘numerosa y buena’, Zapiola participó como violín segundo”.

Para un panorama del movimiento musical porteño en 1835, es de interés un aporte del cordobés Miguel Ángel Cárcano en un capítulo reproducido en 1977 por la publicación Investigaciones y Ensayos, de la Academia Nacional de la Historia, donde caracteriza la actividad cultural al iniciarse el segundo gobierno de Juan Manuel de Rosas: 

“En la sociedad culta y agradable la mayoría de las mujeres tenían muy bonita voz y una gran afición por el piano, el arpa y la flauta. Florencia Albarellos y el joven Juan Bautista Alberdi se distinguían como pianistas; Florencia Mendeville en el arpa, el profesor Cambeses en la flauta y Amadeo Gras como violoncelista; la mayoría tocaba en la guitarra aires populares. Rossini era el músico preferido y también gustaban las melodías de Adam.”

El reconocido musicólogo uruguayo Lauro Ayestarán, al referirse a la música en el Uruguay entre 1830 y 1842, menciona una serie de hallazgos en un desván próximo al coro de la iglesia de San Francisco de Montevideo: 
“Entre las partituras curiosas correspondientes a esta época, destacamos cinco composiciones del flautista J. M. Cambeses, bien conocido en los teatros de Buenos Aires alrededor de 1830.” Escritas para solo de flauta, incluían “la ‘Introducción y Jota aragonesa con 4 cantos y 30 variaciones para flauta sola’ que tantas veces interpretaba Cambeses en los entreactos de una comedia y cuyo manuscrito no sabemos cómo pudo llegar a este archivo.”

Para un cierre a este recorrido sobre la figura de un músico que adquirió brillo en la Argentina de los años veinte y treinta del siglo XIX, nos queda una conjetura por explorar: ¿Sería posible identificar al flautista de nuestro interés con la figura de otro músico que apareció en México hacia 1852, con sus mismas iniciales, en fecha posterior a la caída de Rosas en Buenos Aires? En un breve pero sustancioso panorama de la flauta traversa en el México del siglo XIX, el estudioso Fernando Carrasco Vázquez afirma: 

“Merece mencionarse brevemente, la presencia en México del flautista Cambeses, una figura que lo mismo aparece en España, que en Brasil y en Argentina. Me aventuraría a llamarlo Juan Manuel y asignarle el origen de español nacido en Galicia… (…) En 1852 se publica un anuncio sobre su primer concierto en México en el que se señala:
«[…] Abrió el concierto el señor Cambeses, ejecutando en la flauta una hermosas variaciones de que es autor. Cualquiera que oiga a este flautista, se convencerá desde luego de que tiene un mérito indisputable. El instrumento que toca, dócil a la voluntad del artista, se presta a todos los caprichos de éste, dejándose dominar, y produciendo con sus dulces sonidos agradable impresión en el auditorio. En dos palabras, los grandes elogios hechos del señor Cambeses nos parecen justos, y creemos que su mérito no es inferior a su reputación.»

Cita, por último, la noticia de la muerte de aquel Cambeses en el periódico El siglo diecinueve, de México, en agosto de 1856:
“Ayer ha muerto en esta ciudad el apreciable flautista D. Juan Manuel Cambeses ¡Séale la tierra leve! Un periódico anuncia que la familia de este artista queda en la mayor miseria.”