
A regañadientes, los detractores del cuarteto han debido aceptar el actual estatus del género, pero no se privan de hacer escuchar sus quejas cuando se les presenta la oportunidad, como ha ocurrido en estos días con su declaración como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la UNESCO.



Después de largos años en los que para ganar prestigio en la música había que hacer una carrera en serio o sino tener un talento superlativo forjado por pura intuición o en conservato-rios, pasada la mitad del siglo veinte el rocanrol democratizó las cosas y hubo una avalancha de estrellas de la canción que suplían con carisma y estribillos pegadizos las carencias que pudiesen tener a nivel profesional. Y aunque después ese género se lanzó a la conquista del público de la alta cultura con creaciones progresivas y sinfónicas, siempre existieron aquellos que desde los márgenes y con precarias herramientas alcanzaban la fama.








