Lejos de la fórmula perfecta

El largometraje argentino “Elena sabe”, que fue estrenado por Netflix a fines del mes pasado, debería haberse coronado como un éxito sin precedentes en el universo del streaming, si nos atenemos a la combinación de nombres y marcas que han participado del proyecto.

Cultura 05 de diciembre de 2023 J.C. Maraddón J.C. Maraddón
ilustra elena sabe

J.C. Maraddón


Con la ayuda de los algoritmos y de todas las nuevas herramientas tecnológicas que están a su alcance, la industria cultural busca subsanar el inconveniente que siempre tuvo con respecto a las mercancías que produce: reducir al mínimo la posibilidad de error y confeccionar productos que garanticen el éxito. Si los antiguos estudios de mercado habían detectado demandas de los consumidores que los empresarios del sector se afanaban en satisfacer, con los métodos mucho más certeros de los que hoy disponen esa mecánica debería estar por demás aceitada y a cada nuevo lanzamiento le debería suceder su correspondiente bienvenida por parte del público.

Pero, aunque parezca mentira, todavía persiste ese margen de equivocación que nadie puede prever y que lleva a que sean en vano todos los esfuerzos puestos en desentrañar un misterio que acompaña al negocio del entretenimiento desde sus mismos inicios y que resulta increíble no haya podido ser develado por completo más de un siglo después. Ejemplos sobran en todas las ramas del arte de esos experimentos que reúnen las dosis justas de cada uno de los ingredientes que prescribe la receta perfecta y que, sin embargo, no arriban a la meta y derrapan sin ningún atenuante.

En la producción cinematográfica se está probando la fabricación de estas películas modeladas a pedido, donde se reúne una historia a priori muy atractiva, protagonistas de reconocido talento, cineastas indiscutidos y empresas por detrás que están dispuestas a realizar la inversión necesaria para salir adelante. Y a pesar de que todos esos componentes deberían alcanzar y sobrar para que la gente muera por ver ese filme y la crítica lo atiborre de elogios, nada de eso sucede y es entonces que crecen las dudas acerca de cuán certeros son los indicadores que hoy se poseen sobre la conducta de los espectadores.

Sin ir más lejos, el largometraje argentino “Elena sabe”, que fue estrenado por Netflix a fines del mes pasado, debería haber dado en el blanco sin problemas, si nos atenemos a la combinación de nombres y marcas que han participado del proyecto. Empezando por la propia plataforma de streaming, que no suele colocar su logo en cualquier cosa. Y siguiendo por la escritora Claudia Piñeiro, responsable de la novela sobre la que se basa el argumento de esta realización, de la misma manera que fueron llevados a la pantalla varios best sellers suyos, entre los que destaca “Las viudas de los jueves”.

Pero, además, “Elena sabe” cuenta con una dupla protagónica de actrices de primera línea, con Mercedes Morán en el papel de una mujer mayor que padece de Parkinson y con Érica Rivas en el rol de la hija que debe cuidar de su madre enferma. Y si no bastara con eso, para la dirección fue convocada Anahí Berneri, en cuya filmografía abundan los trabajos que ahondan en la temática de la maternidad, que sin duda es el eje que atraviesa esta narración de cabo a rabo, como mandato femenino sellado a fuego por el dogma de la religión.

Quizás Netflix haya pensado que de la sumatoria de estos términos se iba a obtener, con seguridad, una obra redonda en la que los expertos iban a encontrar bondades artísticas y los usuarios iban depositar toda su atención, atrapados por ese drama que se expone a lo largo de unos 100 minutos. Y si bien no se ha hecho acreedora de un rechazo unánime, a “Elena sabe” se le reclaman defecciones en las que no tendría que haber incurrido una cinta en la que tantas expectativas se habían depositado.  Y con esto se prueba que aún estamos lejos de las fórmulas prefectas.

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