Nuevos recortes de los días de papel Córdoba, 1911

Convivir con la electricidad significaba un salto a la modernidad y representaba también, en ocasiones, una nueva forma de morir fulminado en la propia casa, a fines de julio de 1911 sobre la avenida Colón.

Cultura 18 de diciembre de 2023 Víctor Ramés Víctor Ramés
Electricity Demon
Tapa de una revista neoyorquina de 1889: el caso de un motorista de tranvía fulminado al intentar reparar los cables elé

Por Víctor Ramés
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La electricidad fluye y pone en funcionamiento miles de aparatos que constituyen nuestra vida contemporánea. Hemos aprendido también que es peligrosa y que de hecho puede matar. En 1911, de a poco iban apareciendo los artefactos dependientes de la electricidad y era mucho mayor el miedo que inspiraba su carácter, pariente cercano del rayo. Grandes aparatos como los tranvías eléctricos que comenzaron a surcar la ciudad en 1910/1911, se movían gracias a ese tipo de energía. Pero las normas y los protocolos de seguridad no contaban con tanto desarrollo para prever determinados problemas técnicos en las instalaciones y así evitar desgracias. La Voz del Interior informaba el último día de julio de 1911 sobre una ristra de tragedias relativas a desperfectos en el suministro de electricidad en la ciudad de Córdoba, causados por una tormenta. Los infortunios tomaron tres vidas y dejaron a dos heridos una misma tarde, todos vecinos de la calle Colón al 2.000 que en el mismo horario partieron a la otra vida fulminados por el progreso. La Voz del Interior daba una completa cobertura y permitía aproximarse a la luctuosa sucesión de los hechos. 

Las víctimas de la electricidad
El desgraciado accidente del domingo
3 muertos y 2 heridos
DETALLES COMPLETOS
Cómo se produjo el hecho
El domingo a la noche, la tormenta que venía preparándose desde temprano, inició un aguacero torrencial,
con fuertes chubascos y varias descargas eléctricas que continuaron hasta altas horas de la noche.
En virtud de la influencia de esas descargas, parece que varios circuitos del servicio de la compañía de Luz y
Fuerza, quedaron en condiciones peligrosas y ese peligro adquirió en la calle Colón, a la altura del 2.000, los
contornos de una verdadera tragedia, habiendo costado la vida a tres personas, quedando dos más heridas, con quemaduras más o menos de importancia.
Han sido tres casos diferentes ocurridos casi a la misma hora y resultando muerta en cada uno de ellos una persona.
El desgraciado accidente se ha producido en la forma siguiente:
En la calle Colón 2073
Eran las 8 y minutos de la noche.
Encontrábase en su casa la señora Carmen de Rotunco, esposa de Miguel Rotunco, italiano éste, de 33 años
y propietario de un salón de peluquería.
Rotunco se encontraba en la esquina Colón y Haedo Norte, en casa del súbdito español Pascual Dain, con quien departía amistosamente.
De pronto sintieron voces reclamando auxilio, proferidas por la esposa de Rotunco y salieron inmediatamente éste y Dain, encontrando en el zaguán de la casa, tirada en el suelo y sin conocimiento, a aquella, quien presentaba una quemadura en la mano derecha.
Como Rotunco notara que los cables de la instalación eléctrica despedían abundantes chispas, se dirigió pecipitadamente hacia ellos pretendiendo arrancarlos para evitar un incendio.
No bien las manos del infortunado se pusieron en contacto con el cable, cayó Rotunco fulminado, falleciendo inmediatamente.
Mientras tanto, Dain que había quedado en el zaguán para auxiliar á la esposa de Rotunco, al ir a levantarla
del pavimento, fué arrojado a su vez en virtud de la influencia eléctrica de que estaba posesionada aquélla.
Dain recibió una herida en la mano derecha, siendo tanto ésta como la de la señora de Rotunco, de no mayor importancia.
La víctima deja cinco hijos pequeños.
Otra víctima
En la casa, Colón 2057, en la misma cuadra, se produjo el segundo caso.
Se llama Luis Zanetti la víctima, austríaco, de 38 años, afilador, teniendo un taller bien conocido en la calle
Alvear, entre 24 de Septiembre y 25 de Mayo.
Fué llamado por su esposa, estando Zanetti en una casa vecina y notó, como el infortunado Rotunco, que de los cables de la instalación partían verdaderas llamas, por lo que Zanetti pretendió cortar la luz, tomando el portalámparas para cerrar la llave.
Inmediatamente cayó muerto.
El tercer caso
No bien se habían producido los dos casos que dejamos narrados y no habiendo llegado la polícia, cuya intervención fué solicitada, en la misma cuadra y en la casa señalada con el número 2001, se anunciaba la producción de otro caso de fulminación.
Era Pabla Cabrera la víctima, una pobre muchacha de 28 años, que preparaba la cena en la cocina, situada
en el fondo de la casa.
Encontrábase en la puerta de la casa el hermano de aquélla, llamado Benjamín Chanquía, cuando sintió las voces de su hermana. Acudió al lugar de donde partían y encontró sin vida ya a la desgraciada mujer, que había fallecido instantáneamente.
Presentaba ambas manos completamente quemadas.
La sección tercera intervino en todos estos casos, así como el médico de policía, doctor Lucio, y algunos practicantes de la asistencia pública, quienes acudieron con la ambulancia para el transporte de las víctimas que fueron llevadas al hospital San Roque.
Después de la autopsia de práctica el médico de policía diagnosticó la causa de la muerte, ‘Por fulguración
o contacto con cables eléctricos’, los cadáveres de las víctimas fueron conducidos al hospital San Roque, por orden del juez del crimen, trasmitida desde su domicilio.” 

A la información “dura” provista por el diario se sumaban datos ampliando algunos aspectos de la noticia, como el intento de explicación técnica de la causa de estas desgracias: “Las opiniones más uniformes afirman que estos hechos producidos simultáneamente casi, en un mismo circuito, se debe a haber caído un rayo en algunos de los cables conductores elevando de tal suerte la energía eléctrica, a un voltaje enorme, lo que ha venido a producir fatalmente el desgraciado suceso. Pudiera muy bien, sin embargo, obedecer a otras causas, como ser la existencia de algún otro cable de la línea.”
También comentaba La Voz que podrían haber sido más las muertes, ya que al ver a su amigo Zanetti, caer fulminado, Tornatti,“notó que la esposa de la víctima venía en su socorro, y se interpuso evitando que la pobre mujer se aproximara al cuerpo de Zanetti, impidiendo así una nueva desgracia.”


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