Recalculando billetes

El presidente aseguró que se vienen los billetes de 20.000 y 50.000 pesos. La inflación se va comiendo la moneda y las complicaciones son para los ciudadanos

Nacional 28 de diciembre de 2023 Javier Boher Javier Boher
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Por Javier Boher

@cacoboher


En este repaso de fin de año sobre cosas que hemos hablado en el transcurso del mismo, otra vez aparece un tema que confirma que todo acá es cíclico. Como si el monólogo de Tato Bores sobre el peso no estuviese recontra gastado, otra vez se anuncian nuevos billetes para poder hacer más llevadera una inflación que sigue sumando ceros a los precios.
"Hay que remontarse a mayo de 2020 para empezar a contar esta historia. En aquel momento se afirmaba que iba a ser un billete de $5.000, con Grierson y Carrillo, en medio de la pandemia y el lavado de cabeza que se hacía sobre cómo el Estado -y puntualmente un gobierno peronista- nos cuidaba en esos tiempos de zozobra.
"Por aquel entonces el billete hubiese comprado 42,37 dólares, ya que la divisa norteamericana estaba a $118 en el mercado paralelo. Eso significa que con $2.000 se podían comprar 16,95 dólares.
"La idea quedó archivada por un tiempo, especialmente porque a la vicepresidenta no le gusta la idea de que se impriman billetes de mayor denominación, ya que eso evidencia que la inflación existe y se come el valor de la moneda. La reflotaron en febrero de este año, poco antes de que se conociera que la inflación de enero había sido del 6%.
"En aquel mes de febrero se anunció que el billete sería de $2.000 en lugar de los $5.000 originales, por lo que los reconocidos fueron allí denigrados y descendidos de categoría. Por aquel entonces el blue ya estaba en $377, lo que hacía que el esperado billete fuese equivalente a 5,3 dólares. (...) Todo un problema para el gobierno, que a este ritmo está planeando lanzar a circulación un billete que no podrá simplificarle la vida a los ciudadanos durante un tiempo medianamente considerable, al punto que las proyecciones de inflación marcan que casi con certeza al 10 de diciembre de este año el billete va a comprar la mitad que cuando se lo anunció".
Ahora el billete compra menos de la mitad que en febrero. Si redondeamos el valor del dólar en $1.000 (los defensores del ave nacional han llenado las redes con los memes de la supuesta superioridad del naranja que no se rinde a la pelea) y no contamos la inflación del dólar, el flamante billete de Carrillo y Grierson es apenas un triste émulo del de Bartolomé Mitre, que apenas si tenía marca de agua por su escaso valor. Con la misma vara, el billete de Roca o de Evita es lo que era la moneda de 10 centavos, esas que compraban un buen chicle o tres caramelos de menta.
Hace unos años fue el debate por cómo se los ilustraba. Unos decían que los animales eran antigrieta, mientras que los otros decían que sacar a los próceres era de antipatria. En el cambio lanzaron una nueva serie de hombres y mujeres de la historia, de la que sólo se puso en circulación el de $1.000 de San Martín. No hay dudas de que definir quiénes van a estar en los billetes es político, pero con tanta pelea nos vamos quedando con la incomodidad de andar con pilas de papeles en la billetera, como hace unos años veíamos a los venezolanos.
Por eso es importante saber quiénes estarían en nuestras billeteras más o menos para junio, según el pronóstico de Milei. Si la idea es que haya de 20.000 y 50.000, habría que ponerse creativos. Por ejemplo: Julio Verne no era argentino, pero 20.000 leguas de viaje submarino quedaría perfectamente bien para un país que tiene a su gente sumergida en la pobreza desde hace décadas. Para las 50 lucas no se me ocurre nada, pero se debería encontrar alguna figura análoga. Si no se encuentran, siempre van a tener a mano la figura de alguno de los Benegas Lynch, que valen menos de lo que ellos imaginan.
Puestos a provocar con los nuevos billetes, no tengo dudas de que a alguno se le va a ocurrir empezar la pelea por las cifras, con algo como un billete de $8.000 para provocar a los que dicen que son 30.000 desaparecidos. La otra es hacer al revés, largar el billete de $30.000 para que con el ritmo de inflación termine comprando lo que compraban los $8.000 originales. 
Sea como sea, la discusión existe solamente porque el peso dejó de hacerlo hace bastante tiempo. Cada vez que volvemos a discutir estas cosas caemos en lo mismo, en que nadie confía en cómo la política ha manejado la economía las últimas dos décadas. 
Yo pretendo inculcar a mis hijos el hábito del ahorro, algo casi imposible en un país con esta inflación. Así, cada vez que pasa el ratón Pérez o una abuela generosa, ya se acercan y me piden que se los guarde "en el teléfono" (la forma en la que se refieren a ahorrar en criptodolares), porque se han dado cuenta de que los juguetes y los caramelos suben de precio cada semana.
A nadie le importa realmente qué cara tienen los billetes ni su denominación. Lo que ha cansado a todos es ver que pierden su valor, que para lo que hacían falta cinco billetes de 100 ahora hacen falta diez o quince. Si quieren poner una foto de una cuchara con dulce de leche, a Maradona con Coppola o a los premios Nobel es exactamente lo mismo, siempre que le aseguren a todos que las cosas van a dejar de subir.
 

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