Un conflictivo año escolar

Con una inflación altísima y un ajuste en marcha, los tironeos entre gremios y Estado no pueden dejar afuera a los docentes, que siguen viendo cómo nada cambia nunca en la educación provincial

Nacional 30 de enero de 2024 Javier Boher Javier Boher
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Por Javier Boher
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En unos días más los docentes se empezarán a poner en marcha para iniciar un nuevo ciclo lectivo. De a poco se van reincorporando los directivos, después los coordinadores y finalmente quienes pisan las aulas, a mediados de febrero. Por eso se empieza a despertar la misma discusión de todos los años, que ahora tiene el ingrediente extra de los cambios de gestión.
Cualquier lector más o menos asiduo sabe cuáles son las ideas centrales sobre educación que esgrimió regularmente desde acá. En primer lugar, que los paros docentes perjudican a los alumnos y no le mueven un pelo a los políticos, que mandan a sus hijos a escuelas privadas en las que los docentes no paran. En consecuencia, los docentes no deberían hacer paro, sino buscar otras formas de hacer sentir sus reclamos. Me parece interesante la movida de los agricultores franceses de llenar los edificios públicos con bosta y vísceras de animal, pero de ocurrir eso los burócratas se tomarían meses hasta que se limpien los edificios.
En segundo lugar, los sueldos de los docentes no pueden ser mucho más altos porque son el grupo más grande de empleados públicos, por lo que pequeñas diferencias hacen grandes montos.
En tercer lugar, la burocracia estatal es demasiado grande, a lo que se le suma una gran cantidad de carpetas médicas irregulares o docentes en tareas pasivas que deberían estar haciendo otras cosas. Si se gasta plata en ñoquis (no importa que usen jardinero o pintor, si no van a trabajar porque se aprovechan de las grietas lo son) es lógico que no alcance para los que se toman en serio su trabajo.
Cuarto, y último, a nadie le importa que los chicos aprendan cosas realmente útiles para la vida, sino que midan bien en las evaluaciones Aprender y se queden dentro del sistema, así no andan en la calle. Enseñar oficios es mala palabra para los pedagogos modernos, que prefieren esas gastadas fórmulas como las de la emancipación, las aulas heterogéneas o toda esa morralla que sólo significa poner cada vez más baja la vara.
Todo parece indicar que Llaryora ha decidido tener una relación tensa con los gremios, aprovechando el enojo "libertario" que buena parte de la sociedad siente por los dirigentes gremiales y los empleados públicos. Ya tuvo sus cruces con los grupos más grandes de empleados, entre los que están los docentes. No tengo ninguna duda de que los dirigentes docentes son unos sinvergüenzas, entregadores de los trabajadores en beneficio propio, pero la posición del gobierno provincial no parece tener nada que ver con las eternas banderas de La Docta, sino con un ajuste mal entendido que pegará de lleno en los que tienen menos recursos para defenderse.
La educación se ha ido escindiendo de los cambios sociales y tecnológicos, manteniendo estructuras y formas de organización que no son compatibles con la realidad. La contratación centralizada, al margen de las necesidades o perfil de cada escuela, son uno de esos problemas. Los largos recorridos burocráticos para la asignación de recursos son otro escollo que deben superar las escuelas, muchas veces con directivos mal preparados para triu far en esas marañas de formularios. La rigidez de las currículas y los escasos incentivos para la capacitación real (cualquier cosa da puntaje docente y permite tener un par de inasistencias a clases, pero no hay oferta pública para estudios de posgrado en educación) son otro problema más en lo que hace a formación de recursos humanos, lo más importante en el proceso de enseñanza.
A un mes del inicio del ciclo lectivo, nadie sabe si van a empezar las clases. Las dos primeras semanas van a faltar docentes en todos lados, porque hay pases, traslados, carpetas o suplencias que dejan a los chicos en aulas vacías pero con sus mochilas llenas de útiles nuevos. Los nuevos lineamientos que ha mandado la provincia son apenas un poco de maquillaje a lo mismo de siempre, que sirve para darle de comer a los pedagogos que redactan esas cosas y no logra transformar la realidad de docentes y alumnos.
Seguramente este año será de alta conflictividad laboral, donde la patronal aproveche el discurso dominante del "no hay plata" para ajustar a docentes que están en el lote de los más perjudicados por la inflación y la nueva vocación por mostrar austeridad. Si existe un compromiso real con la educación, tal vez deberían empezar a buscar formas de gastar mejor las partidas, separando a los que comen del presupuesto público sin hacer su trabajo.
El gobernador arrancó su gestión como intendente diciendo que al municipio le convenía mandar a los alumnos a escuelas privadas sin subvención antes que mantener la estructura de las escuelas públicas municipales. La terminó hablando maravillas de la robótica, la programación y los nuevos enfoques de las escuelas a su cargo. Quizás en esa reconversión tenga algo que ver que un docente municipal gana casi el triple de lo que ganan los privados o los provinciales. O tal vez no y todo se pueda resolver diciendo que los gremios están muy codiciosos y no entienden el momento económico. Yo lo dudo.
 

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