Revanchismo berreta

Otra vez hay algunos trasnochados que aprovechan la crisis de Rosario para seguir peleando su pequeña batalla cultural

Nacional 12 de marzo de 2024 Javier Boher Javier Boher
2024-03-11-laje

Por Javier Boher
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Este país vive en un péndulo insoportable en el que la moderación no es una opción. Incluso parece que el péndulo no va perdiendo fuerza a un ritmo normal, sino que siempre busca llegar al punto más alto del lado de enfrente, quedando bastante cerca cada vez. Por eso siempre hay que ser cuidadoso, evitando adoptar posiciones circunstanciales extremas. El hecho de que un evento cualquiera nos posicione en el mismo lado que algunas personas no significa que debamos compartir todas las ideas o visiones del mundo.
Hace tiempo que el liberalismo recuperó centralidad en el discurso político. Después de dos décadas de ser vilipendiado por los dirigentes, el ideario liberal fue creciendo poco a poco. Así florecieron decenas de opinadores, líderes e Influencers autoproclamados liberales, que solo defienden la libertad económica por sobre las libertades civiles, sociales y políticas. Todos han visto en el desastre de Rosario la posibilidad de seguir acercando voluntades a sus añejas luchas.
Todo empezó la semana pasada, cuando alguien agarró una afirmación del ministro de defensa, Luis Petri, y la tergiversó para poner a todo el mundo a discutir el servicio militar obligatorio. Petri dijo que había que dar el debate, sin expresarse abiertamente a favor del mismo, pero abriendo la puerta a lo que vino después.
La realidad es que un Estado quebrado como el nuestro no está en condiciones de hacerse cargo del enorme costo de someter a buena parte de sus jóvenes a pasar por una experiencia involuntaria sin mayores fundamentos que una vaga idea de que eso colaboraría a construir una ciudadanía más sólida. Básicamente, se adoptó el mecanismo para complementar la formación de una identidad nacional que hacían las escuelas y para ocupar efectivamente un territorio despoblado con guarniciones militares. En su tiempo de duración el país vivió seis golpes de estado, interrupciones al orden constitucional que no deberían de haber ocurrido si la colimba hubiese formado "argentinos de bien".
Lo bueno de la ciencia es que puede aportar datos concretos para estas discusiones, respuestas a preguntas que alguien se hizo antes que nosotros. Galiani, Rossi y Schargrodsky estudiaron las estadísticas criminales del país, cruzando los datos con las bases de conscriptos. Descubrieron que los que pasaron por la columna tenían más chances de delinquir, como también esa probabilidad aumentaba si habían servido en la marina o si habían entrado en combate. Los datos duros dicen que no redujo los crímenes, lo que se podría explicar por la instrucción en el manejo de armas y el entrenamiento deshumanizador típico del ámbito castrense. Para tomar dimensión de lo que estamos hablando basta pensar en lo que podría ser Rosario si los que están disputando el poder contra el Estado hubiesen tenido formación militar en lugar de instrucción informal y clandestina en una villa.
Algo similar ocurre con la idea del uso de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el narcotráfico. Claramente las hipótesis de conflicto son hoy distintas a las de la época en la que se concibió la ley que les prohíbe intervenir en seguridad interior (el crimen transnacional es más frecuente que las guerras interestatales, a la vez que afecta la soberanía y perjudica a las sociedades), pero el ejemplo más cercano que tenemos es el de México, donde la militarización fue un desastre descomunal.
Sobre las dos cuestiones me preguntó ayer un alumno, que había estado hablando con su madre y estaba convencido de que ambas medidas serían una gran solución para el problema de Rosario. Pregunté al grupo cuántos se sumarían al servicio militar obligatorio y sólo levantó la mano el que disparó la cuestión. Cuando le pregunté si le interesaba hacer el servicio militar voluntario me dijo que no, señal inequívoca de que es muy fácil pedir inyecciones porque otro pone el glúteo (para no usar la versión real y soez del dicho).
Todo eso nos lleva al fondo de la cuestión. Aprovechando el dolor de las familias desgarradas por los narcos, el temor generado por homicidios al azar y la ola de cambio que impregna a la sociedad desde hace dos años, algunos oportunistas plantean consignas contrarias al orden político republicano, liberal y democrático. 
Agustín Laje ha sabido generar polémica desde la época en la que el kirchnerismo era una expresión política omnipotente, lo que le sirvió para hacerse un lugar como una voz joven de derecha. Sobre estas cuestiones tuiteó: "Es difícil pedirle a las Fuerzas Armadas que nos defiendan de la agresión narcoterrorista, cuando la última vez que nos defendieron de la agresión guerrillero-terrorista terminaron todos presos. Urge reivindicar a nuestros militares si lo que queremos es que pongan el cuerpo".
Meter todo en la misma bolsa y confundir represión ilegal, desapariciones forzadas y robo de bebés en el contexto de un gobierno militar ilegal que violentó el mismo orden que decía querer imponer es una jugada más en su estúpida batalla cultural, además de que esas cosas son exactamente todo lo opuesto a lo que se necesita para resolver el problema de Rosario. 
Los militares no defendieron a nadie fuera de sus propios intereses, destruyendo la credibilidad de las fuerzas frente a la sociedad civil. Así como los guerrilleros que cometían actos de terrorismo para instaurar una dictadura socialista en el país no eran jóvenes idealistas, los militares que cometieron delitos de lesa humanidad no eran luchadores o defensores de la libertad, sino vulgares asesinos usando el extenso poder del Estado presente.
Aprovecharse de estos momentos de crisis profunda para jugar una ficha en el juego chiquito del revisionismo histórico berreta es de una bajeza que iguala todas las cosas malas que hemos criticado de la versión simplista con la que el kirchnerismo trató de explicar los problemas presentes. Tal como hicieron los países serios en el primer mundo cada vez que debieron enfrentar situaciones como estas, la solución está en fortalecer el Estado y su forma liberal republicana de gobierno, para que nunca más aparezcan los que vienen a buscar revancha desde el fondo de la historia.
 

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