La ganancia espiritual

Disponible en YouTube, “The Last Repair Shop”, que ganó el Oscar como Mejor Corto Documental, nos descubre cómo en Los Angeles subsiste un lugar donde se reparan de forma gratuita instrumentos musicales, que luego son utilizados por estudiantes de música de escasos recursos.

Cultura 18 de marzo de 2024 J.C. Maraddón J.C. Maraddón
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J.C. Maraddón

En tiempos de abundancia, cuando la Guerra Fría obligaba al capitalismo a demostrar sus bondades frente al comunismo, se produjo el boom de la entonces llamada sociedad de consumo, en la que grandes capas de la población accedían al crédito para adquirir bienes muebles e inmuebles. Artículos del hogar como heladeras, lavarropas o televisores se ponían a tiro de muchos hogares, incluso en Argentina, donde la tan mentada clase media gozaba de esas posibilidades que, a la luz de lo que está sucediendo hoy, parecerían privilegios. Comprar era una consigna en la que todos, de una u otra manera, estaban involucrados.

La Crisis del Petróleo de 1973 señaló el primer quiebre en ese crecimiento que aparentaba ser imparable y que, de golpe y porrazo, experimentó un parate que derramó sus consecuencias sobre los países periféricos, donde los ciclos de devaluaciones y ajustes se hicieron cada vez más frecuentes. Aquello que no mucho tiempo atrás se mostraba al alcance de la mano, ahora se transformaba en una utopía, situación que fue agravándose con el tiempo y que derivó en la aplicación del reciclaje, un mecanismo que entre nosotros se activó con mayor énfasis durante la crisis de los años 2001 y 2002.

Este fenómeno entró en feliz coincidencia con los consejos que provenían desde la ecología, y que le daban trascendencia al reciclado como una forma de reducir la contaminación, esa catástrofe ecológica que ahora padecemos más que nunca y que se alimenta, entre otras cosas, de los desechos que el consumismo va dejando en el camino. Reciclar se puso de moda, en parte porque así lo subrayaba el discurso dominante y en parte porque así lo imponían las circunstancias, que alejaban las chances de comprar productos originales y entronizaban a los de segunda mano como los más deseables en épocas de espanto generalizado.

Entre otras mercancías que, si bien nunca fueron baratas, empezaron a cotizar en cifras astronómicas, hay que mencionar los instrumentos musicales, que no son considerados bienes indispensables para la mayoría, pero que son los que sirven para interpretar la música que escuchamos. Si conseguir uno nuevo estaba reservado a una elite, tampoco se hizo sencillo procurarse uno usado, obstáculo que hizo casi imposible el estudio y la profesionalización a los instrumentistas que no tuviesen el suficiente respaldo económico y, por ende, acotó la factibilidad de esa vocación a un segmento bastante pequeño de los aspirantes a músicos.

El filme “The Last Repair Shop”, que ganó el Oscar como Mejor Corto Documental, nos descubre cómo en Los Angeles subsiste un lugar donde se reparan de forma gratuita instrumentos musicales, que luego son utilizados por estudiantes de música que no poseen los recursos para tener uno propio. Dirigido por Ben Proudfoot y Kris Bowers, y disponible de modo gratuito en YouTube, este corto de casi 40 minutos de duración resulta a la vez emotivo y aleccionador, en especial a partir de los testimonios que allí se reflejan tanto de los alumnos de violín, tuba o piano, como de los operarios que arreglaron esos artefactos sonoros.

Bajo la producción del diario Los Angeles Times, esta película exhibe cómo la intervención de organismos públicos consigue cambiar para bien la vida de muchas personas, aun en los Estados Unidos, donde la iniciativa privada suele figurar como la única sostenible. De hecho, el taller en el que focaliza “The Last Repair Shop” es el último en su tipo que queda en ese país, por lo que esta producción audiovisual se esmera en destacar la necesidad de que existan proyectos en los cuales el lucro no sea necesariamente monetario, sino que se persiga una ganancia espiritual.

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