Bornoroni y Spaccesi, dos armados libertarios que avanzan en paralelo

Por Felipe Osman

No es tarea sencilla encontrar antecedentes similares al ascenso de Gabriel Bornoroni en el firmamento de la política nacional. Hasta hace poco más de un año, el expresidente de la CECHA y la FECAC había demostrado habilidad en la política empresarial, pero no tenía rodaje en la política partidaria, extra muros de las cámaras empresarias. Apenas un año después, Bornoroni preside el bloque oficialista en la Cámara de Diputados, es el abanderado de Martín Menem y Karina Milei, quienes le han confiado la estructuración de La Liberta Avanza como partido en el segundo distrito más determinante del país, y control el PAMI y la ANSES, las dos cajas más importantes a cargo de la nación en Córdoba. 

Frente a este escenario, parece difícil que alguien esté dispuesto a disputar con el estacionero, que además aparece ahora aún más fortalecido por la aprobación de la Ley Bases, prueba de fuego que su antecesor en el cargo, Oscar Zago, no supo sortear. Aún así, sin confrontar, otro armado libertario marcha en paralelo a la consolidación de La Libertad Avanza como partido, el Partido Libertario.

La estructura partidaria que en Córdoba fundó Agustín Spaccesi y que ahora preside Andrés Peralta sigue creciendo. En las últimas semanas quedó consolidado el Partido Libertario de Río Tercero, un armado que busca disputar poder en la política local. El líder del PL de Río Tercero es Esteban Chiabo, que además apadrinó el lanzamiento de juntas promotoras en otras localidades de los departamentos Tercero Arriba y Calamuchita.

Ahora bien, ¿qué puede ofrecer el Partido Libertario que lo haga más tentador que el partido “en formación” La Libertad Avanza, alineado con la Casa Rosada y gerenciado en Córdoba por Bornoroni, presidente del bloque en diputados y a cargo del PAMI y la ANSES? 

La respuesta más precisa es “autonomía”. Aunque, con alguna licencia, podría hablarse de “libertad”.

La fenomenal velocidad con la que Javier Milei alcanzó el poder, su desprecio por la política, alguna falta de expertiz en la materia, y la relativa debilidad que atraviesa en las cámaras legislativas hacen que el oficialismo busque configurarse bajo una verticalidad absoluta. Y ya ha habido sobradas pruebas de ello: listas que se bajaron, en elecciones municipales y provinciales, con una llamada telefónica; funcionarios que se supieron separados de sus cargos por un tuit; aliados que fueron expulsados y rotulados como traidores en un tris, y un largo etcétera. Las reglas del “León”, o las que imponen sus cortesanos, son duras.

Quienes quieren usar la marca LLA, deben ofrendar a cambio una obediencia cuasi marcial. Y eso es difícil de aceptar para dirigentes que quieren actuar en la política doméstica de sus localidades, tejer sus alianzas, diseñar sus propias listas de concejales y balancear, llegado el caso, sus propias plataformas electorales. Un libertario, casi entre risas, recuerda: “los liberales no somos manada”.

No hay dudas de que, en el corto plazo, La Libertad Avanza se consolidará como partido en Córdoba. Se trata nada menos que del partido del presidente. Pero aún así, el Partido Libertario se muestra resuelto a avanzar en su crecimiento y consolidación, transitando un camino sin atajos.

La pregunta que subyace es si, llegado el 2025, La Libertad Avanza abrirá el juego para conformar una nueva alianza, similar a la que compitió en las presidenciales del año pasado, aunque ahora articulada alrededor de un partido propio; o si en lugar de ampliar fronteras buscará recostarse sobre adhesiones absolutas y, llegado el caso, hará lugar sólo para el PRO. Entre tanto, el Partido Libertario sigue su camino.