Pretto, teléfono, casa

Las insólitas declaraciones del viceintendente capitalino y su amistad con los alienígenas fueron una brisa de aire fresco entre tanto enojo que hay en el discurso público

Municipal 04 de junio de 2024 Javier Boher Javier Boher
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Por Javier Boher
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Los lunes arranco el día más temprano que lo habitual. Me levanto 5.45 y 6.10 ya estoy en el auto viajando al trabajo. A diferencia de los consumos de la adolescencia y primera juventud, la preferencia por los diálogos radiales se impone por sobre la música: escuchar a la gente hablar sobre el fin de semana y lo que está por venir es una buena manera de arrancar la rutina habitual.
Esta vez el tema más importante se planteó alrededor de las 6.45 y me agarró mal parado. Lo más impactante fue que estaba el recorte del audio del programa televisivo en el que se había dado la entrevista. El viceintendente de Córdoba, Javier Pretto, estaba de visita en "De la cancha al living", que se transmite por la señal Showsport. 
Los conductores del ciclo -Jorge Nahum y Sandra Pittari- prepararon un ping pong de preguntas y respuestas en el que salió una insólita pregunta cuando se piensa en un político, referida a si creía en la existencia de los extraterrestres: “No sólo creo, los he visto; somos amigos”, dijo Pretto, como si le hubiesen preguntado sobre alguna figura del espectáculo o algún otro famoso. La respuesta se sintió genuina por la forma en la que aspiró las eses, con un "somo' amigo'" similar al que se usa cuando en un asado te preguntan si conocés a alguien a quien querés mucho. Insólito.
Luego desarrolla la historia, que transcurrió en tiempos en los que era intendente de La Carlota. Ante la visita del titular de la Casa del Tíbet en Barcelona, el Fabio Zerpa de la política cordobesa le cumplió los deseos al monje y lo llevó a Capilla del Monte "para ir a ver a esos seres especiales". 
Siguiendo las indicaciones de un baqueano -que debe hablar como local mientras factura en dólares como extranjero- los llevaron de noche a una ubicación especial. Los hicieron parar en una piedra en particular y mirar en una dirección específica, casi casi como si tuviesen el circo armado.
"Habremos estado unos 10 minutos. Aparece una luz, se torna como en un óvalo blanco. Sale otro y se hacen cinco. Se empiezan a acercar. Era uno más chiquito, de unos 70 centímetros. Se acerca a cinco o seis metros; dos más grandecitos atrás; y dos más grandes detrás", describió Pretto, para agregar que suponían que era una familia de padres e hijos y que el baqueano dialogaba con esos seres especiales en un dialecto que ellos no conocían. Increíble.
Por supuesto que el programa radial en el que comentaban todo este suceso estalló con la participación de los oyentes, llevándose una medalla el que mandó un audio con la voz modificada para parecer un extraterrestre diciendo que participaba del sorteo y que al premio lo iba a retirar su amigazo Javier Pretto. 
Es una situación realmente inverosímil ver a un político que se exprese tan francamente sobre un tema que difícilmente le arrime un voto, que no tiene nada que ver con la gestión, que no lo va a ayudar a hacerse el canchero o el simpático y por el cual corre el riesgo de que empiecen a preguntarle qué opina sobre la homeopatía, las constelaciones familiares, las vacunas y los rastros químicos de los aviones.
No puedo dejar de imaginarme al viceintendente paseando por el Parque Sarmiento, encarando para el mirador del Coniferal esperando a levantar vuelo en su bicicleta como para empalmar con la ciclovía en altura, agarrar por la costa del Suquía y llegar hasta La France a ver un partido de los luminosos de Huracán, cuadro del que deben ser hincha las luces del Uritorco. Lo veo pedaleando en el aire como los conductores que se quedaron esperando el remate del chiste que no era chiste.
Hay tantas historias cinematográficas sobre extraterrestres que sigo sumando secuencias que no me alcanza el tiempo para describir: pienso en Pretto sentado en un sillón vestido con los tiradores arcoiris de Mork y haciendo nenu-nenu mientras se agarra las orejas; con la cara pintada, escapándose de Depredador en un monte de molle y piquillín; como asesor de Kang y Kodos, de Los Simpson, cuando llegan a la presidencia de Estados Unidos; o en la peor versión de todas, corriendo como Alf con toda la espalda y cola peludas tratando de atrapar un gato. Seguramente si me sentara podría escribir un relato diario sobre Pretto y sus amigos especiales, pero el espacio de las páginas del diario no me lo permite. Hacía mucho tiempo que un político no me alegraba tanto el día.
No creo en la existencia de los alienígenas y tampoco puedo descartar que existan, aunque existiendo en el mundo 8.000 millones de habitantes que no conocemos -y que mucho no nos importan- me parece que preocuparse por marcianos, venusinos o de donde sea que vienen no tiene gollete. Hay otra cosa en la que no creo mucho: las operaciones de comunicación política en las que hacés una declaración rara para que te levanten un par de medios y se viralicen tu nombre y tu cara más allá de tu círculo habitual. Eso sí, tal como me pasa con los extraterrestres, tampoco tengo la certeza como para asegurar que esas cosas no existen.
 

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