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Más de 50 mil votos separaron al candidato de Hacemos Unidos por Córdoba del radical Rodrigo de Loredo. Martín Llaryora encontró en el triunfo municipal el plafón político que, paradójicamente, no le dio el resultado provincial. Ahora, el turno de Juan Schiaretti.
Municipal24 de julio de 2023
Yanina Soria
Por Yanina Soria
El peronismo cordobés dio el batacazo y pudo sellar anoche el triunfo de dos tiempos que buscaba en Córdoba: finalmente Daniel Passerini es el intendente electo logrando hilvanar su victoria con la de Martín Llaryora del pasado 25 de junio, mientras que la apuesta del PJ es que esa ola alcance también a Juan Schiaretti en las PASO del próximo 13 de agosto.
Lo que parecía ser una elección ajustada terminó siendo una victoria contundente para Hacemos Unidos por Córdoba que jugó una campaña municipal de alto voltaje, apelando a estrategias y herramientas pocas veces vistas en el oficialismo y que, por momentos, llevaron la pelea por la Capital a un terreno fangoso. El PJ reconoció que arrancó corriendo de atrás frente a la candidatura del radical Rodrigo de Loredo en Capital por lo que ayer los festejos se maximizaron en un búnker que se tomó revancha y esta vez sí estalló de euforia.
En la decisión de Llaryora de jugar la parada municipal a todo o nada se explica, quizá, la energía puesta en la campaña y las maniobras de un peronismo cordobés que mostró todo lo que es capaz de hacer para no soltar el poder. Pues, se sabe, Llaryora y Schiaretti arriesgaban mucho más que la conducción del Palacio 6 de Julio.
Lo cierto es que, al calor de los resultados, las objeciones interpuestas por Juntos por el Cambio durante estos últimos días que incluyeron denuncias al PJ por montar una “campaña sucia”, pasaron al anecdotario. Pues a los ojos del oficialismo, el fin justificó los medios.
Siete puntos diferenciaron al actual viceintendente de su principal retador en una elección con el nivel de participación más bajo de los últimos tiempos: votó apenas el 60 por ciento del padrón habilitado.
Más de 50 mil votos separaron entonces al postulante de Hacemos Unidos del de Juntos por el Cambio, en un resultado casi calcado al que obtuvo Llaryora en Capital frente a Juez en las provinciales, pues la ventaja del oficialismo allí también fue de siete puntos. Con lo cual, de esa foto se desprende una primera conclusión: Passerini se impuso en las urnas, pero el triunfo lleva el sello de Llaryora.
El gobernador electo plebiscitó dos veces su gestión y en ambas salió airoso logrando consolidar un liderazgo que lo tendrá como figura central en la nueva hoja que comienza a escribir el peronismo cordobés desde hoy. Llaryora encontró en el triunfo municipal la fortaleza política que, paradójicamente, no le dio el resultado provincial.
Y eso quedó evidenciado anoche en el encendido discurso que brindó. El contenido del mensaje y su forma de decir, tan distinta a la de Schiaretti, mostraron a un Llaryora robustecido, con la suma del poder interno, y decidido a marcar un perfil alto no sólo local sino también nacional.
En definitiva, el intendente de Capital se puede atribuir la proeza de haberle ganado a la mejor versión electoral que presentó Juntos por el Cambio que, a diferencia del 2019, está vez sí jugó unido; primero, venció a Juez y luego, a través de su viceintendente, a De Loredo. Desde el llaryosimo leen, incluso, que el doble tanto anotado se convierte en un plafón inmejorable para la candidatura presidencial de Schiaretti.
De hecho, desde el escenario del triunfo y luego de haber precedido a Passerini en el uso de la palabra, el gobernador electo dejó inaugurado ahora sí el tiempo de campaña para Schiaretti en el plano nacional. Lo hizo con enérgicas críticas a la dirigencia de Juntos por el cambio y, sin nombrarlo, se refirió en varios pasajes al jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Resultó muy llamativo que Llaryora arremetiera contra quien el propio gobernador sigue señalando como posible aliado nacional. Pues, hace apenas unos días, Schiaretti confesaba su intención de acercarse a Larreta fijando, incluso, como probable fecha después de las generales de octubre.
“Basta de que nos vengan a explicar qué hacer o cómo hacer los pituquitos de Recoleta”, lanzó en una frase que rápidamente se convirtió en tendencia anoche en las redes sociales. “Quiero decirles desde acá, en este grito de Córdoba, que los cordobeses defendemos lo nuestro con uñas y dientes. Es por eso que no tenemos que esperar más liderazgos desde Capital federal, pongamos a Juan Schiaretti en la presidencia”, dijo ya casi sin voz.
Antes, Passerini había abierto la noche oficial de los festejos en el Hotel Quorum donde, hace apenas cuatro semanas, el triunfo provincial de Llaryora había quedado aguado. Con esa euforia contendida de lo que no se pudo festejar aquel 25 de junio, a los saltos y con los brazos en alto subió el flamante intendente de Capital.
Lo acompañaron además de mandatario actual y el electo, el flamante viceintendente Javier Pretto; el diputado Ignacio García Aresca; el vicegobernador Manuel Calvo; la diputada Natalia de la Sota; la vicegobernadora electa, Myriam Prunotto; la senadora Alejandra Vigo; el ministro Paulo Cassinerio; y el jefe de campaña municipal, Pichi Campana.
El hombre nacido en Cruz Alta contó cómo hace 17 años fue el propio Schiaretti quien le sugirió radicar domicilio en Capital; agradeció a la militancia y a la dirigencia y le reconoció a Llaryora “haber sido la persona que más trabajó” para su triunfo en la ciudad. Cuando el jueves el gobernador electo encabezó también el acto de cierre de la campaña municipal, avisaba que el trabajo electoral debía seguir hasta el domingo.
Con Passerini ganó la idea de “equipo” a la que tanto apostaron en campaña y la lógica de la sinergia provincia-municipio de una misma escudería política, prendió en los cordobeses.
Con el viceintendente en el Ejecutivo municipal también se abre un nuevo tiempo para el PJ capitalino, pues su estadía en el Palacio 6 de Julio tiene fecha de vencimiento. Passerini asumirá el próximo 10 de diciembre sabiendo que en cuatro años no podrá pelear por una reelección. Ese dato objetivo, alienta y entusiasma a varios que quisieron y no pudieron estar vez pero que desde hoy comienzan a transitar el camino para su sucesión.

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