El inicio del mandato de Milei fue muy intenso, con una tensión permanente que nos tuvo crispados todo el tiempo
Irán o la Unión Europea
Cada gobierno define su política exterior, pero no todo es lo mismo ni tiene las mismas consecuencias
Nacional06 de diciembre de 2024Javier BoherPor Javier Boher
Cada Estado es libre de decidir cuál va a ser su política exterior y de qué manera va a insertar a su país en el mundo. Eso no es lo mismo que decir que tienen vía libre para hacer lo que quieran. Para eso alcanza.con dos ejemplos.
Javier Milei pretende polarizar con Cristina Kirchner para derrotarla y demostrar que él es el que manda. Aunque menos que en tiempos de Macri, siempre hay un riesgo de revivir a una de las figuras políticas más importantes de la historia Argentina. Quizás esto suena exagerado, pero el país está en sus redes desde hace más de 15 años. Cristina hoy no tiene mucho margen para ganarle a Milei, pero tampoco van a competir de manera directa, sino indirectamente en una elección que es nacional en los papeles pero provincial en los hechos.
Al kirchnerismo le encanta gritar “¡Lawfare!” cada vez que la justicia les es desfavorable, tal vez por eso ayer la Corte Suprema les dio una de cada una. Por un lado liberó a Cristina de la causa del dólar futuro; por el otro, avanzó con el caso del memorándum con Irán. No tienen mucho de lo que agarrarse para victimizarse, pero algo se les va a ocurrir.
La decisión de la Corte en la causa del memorándum con Irán pone a la ex presidenta otra vez en el banquillo de los acusados por lo que tal vez fue el acto más ignominioso de un gobierno que hizo un esfuerzo grande por registrar algunos de los puntos más bajos de la última etapa democrática argentina. La decisión del máximo tribunal es bastante clara, porque no tiene que ver con una acción de gobierno, sino con el entramado de corrupción e impunidad denunciado por el fiscal Alberto Nisman.
Las malas decisiones de gobierno son una cosa; las acciones de encubrimiento para evitar la aplicación de la justicia es otra.
El kirchnerismo agarró la ola del socialismo latinoamericano y creyó que podía vivir para siempre de los dólares del petróleo y del campo, aislado del resto del globo y haciendo política chiquita entre ellos. Se entregaron con moño a las aspiraciones regionales de Brasil, que creció comiendo de todos sus vecinos. El kirchnerismo eligió esas alianzas, acercándose a los países parias y destruyendo todas las vías de comunicación con países culturalmente más parecidos a los nuestros. Acá es una cuestión pura y exclusivamente valorativa, donde las preferencias van más allá de lo estratégico: Irán, Rusia, China o Venezuela son dictaduras en las que se persigue a minorías de distinto tipo y donde no existe la posibilidad de ejercer los derechos que naturalmente poseemos como personas. El que vea para atrás, repase la política exterior del kirchnerismo y diga que se hizo algo bueno al acercarse a esos países es un necio.
Quizás algo positivo hubo en todos esos años, aunque casi sin querer y de rebote. Las negociaciones del Mercosur con la Unión Europea arrancaron en aquellos años, pero fueron más una iniciativa brasileña (por su afán de dar el salto para convertirse en potencia global) que un deseo argentino (de un gobierno más preocupado por la pureza ideológica de los concejales de José C. Paz que por abrir su mercado al bloque económico más importante del mundo).
En estos 20 años la cosa fue peleada desde Argentina por gobiernos que creyeron que esto era algún tipo de cesión de soberanía y no una integración comercial beneficiosa para todos los ciudadanos del bloque. A su modo, los franceses también se negaban al acuerdo, con consignas igual de proteccionistas que las que se pueden escuchar en un simposio de la UIA. Afortunadamente para todos, esos momentos quedaron atrás. Primero, por la determinación del gobierno de Macri (que consiguió el primer acuerdo, con el Canciller Faurie llorando al comunicar la noticia) y segundo, por un contexto global de ascenso chino y aislacionismo norteamericano donde Europa necesita redefinir su estrategia global de relaciones políticas y económicas. El repentino debilitamiento del gobierno de Macron (el parlamento le echó el Primer Ministro) hace que Francia no esté en condiciones de resistir la presión del resto del bloque. Todo se dio para que el giro del mundo otra vez favorezca a Argentina. La diferencia respecto a veces anteriores es que parece que esta vez Argentina está con ganas de aprovecharlo.
El gobierno de Milei está decidido a firmar el pacto, pero quiere ir incluso más allá, tratando de aflojar las restricciones del Mercosur. Este acuerdo le traería algo de aire al país, mientras sigue tratando de formar acuerdos de libre comercio por fuera del bloque regional. La negativa de Brasil a este respecto es total.
Tanto se ha estancado el Mercosur que en redes ya lo han rebautizado Cercosur, por la imposibilidad de acelerar los tiempos y profundizar los mecanismos de la integración, quedando dentro del predio que Brasil cercó para que sus empresas hagan negocios. Este acuerdo con la UE -que Alberto Fernández se negó a firmar antes de irse- tiene el potencial para devolver al país al lugar de potencia regional del que nunca debería haber salido.
De nuevo, cada país decide cuál va a ser su política exterior y qué pretende lograr con ella. Muchos analistas y políticos siguen con sus reclamos en sepia porque con este acuerdo el país renunciaría al noble ideal de “vivir con lo nuestro”. Tienen todo el derecho de expresarse en contra, pero están muy errados si creen que por esto algún político podría ser juzgado por traición a la patria. Una cosa es definir un rumbo político -bueno o malo- y otra cosa es que te acusen de formar parte de un complot internacional para garantizar la impunidad de quienes atentaron contra nuestro país. No todo da lo mismo y no todos los resultados son iguales. Ojalá este acuerdo prospere y deje aún más en evidencia lo mal que se hicieron las cosas antes. En un par de años también habremos recorrido el camino de la justicia para saber por qué aquellos decidieron hacerlas tan mal.
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