El éxito fuera de las pantallas
Después de haberse iniciado como influencer en YouTube y pese a los prejuicios con los que se juzgaba su desempeño, María Becerra se dio con el gusto de ser la primera cantante argentina en llenar dos veces el estadio de River, con una asistencia de 150 mil personas a sus conciertos.
J.C. Maraddón
El panorama de la música fue uno de los ámbitos que tuvo que atravesar no sin padecimientos el periodo de cuarentena que impuso cuatro años atrás la pandemia, cuando entre otras cosas se suspendió la realización de conciertos en vivo por tiempo indeterminado. Con la retracción en ingresos para los músicos a partir de las leoninas maneras de retribución que tienen las plataformas de streaming, a esos intérpretes no les quedaba otra que multiplicar sus presentaciones en vivo para obtener su sustento, y la cancelación de los shows producto del coronavirus fue como una especie de golpe de gracia para ese rubro del entretenimiento.
Se acentuó entonces una tendencia que va venía en crecimiento: la de los artistas que concentraban en las redes su mayor llegada y que se armaban de todas las herramientas tecnológicas para consolidar sus carreras, sin considerar las actuaciones ante su público que estaban paralizadas vaya a saber hasta cuándo. Sobre todo fueron los adolescentes los que consagraron estos formatos, en los que cantantes, youtubers, podcasters y streamers se disputaban la atención de esta audiencia y, a la vez, intercambiaban funciones, incursionando en actividades diversas con la ayuda de su desfachatez y de las herramientas digitales.
El público adulto se mostró alejado de este fenómeno y siguió consumiendo contenidos en sus expresiones tradicionales, hasta que los nombres de las figuras emergentes se tornaron mediáticos y debieron enterarse de quiénes eran esos que ahora se las daban de famosos. Por supuesto, la mirada tuvo siempre un sesgo peyorativo, desestimando que esos aspirantes a estrellas pudieran ser ubicados a la par de quienes ostentaban una trayectoria que había dado sobradas muestras de su talento sin la necesidad de recurrir a trucos tecnológicos ni a artimañas de marketing para trascender e instalarse en el radar de la opinión pública.
Cuando la pandemia pasó y la gente volvió a clamar por reencontrarse con sus ídolos arriba de un escenario, muchos afirmaron que había llegado a su final el ascenso de estos chicos y estas chicas que tanto éxito habían cosechado online y que ahora debían refrendar sus cualidades en directo. Se dudó incluso de la capacidad de convocatoria que podrían llegar a tener esos recién llegados a los que se había accedido hasta ese momento mediante un clic, y que ahora estaban obligados a someterse al ritual de vender entradas y de conseguir que miles de interesados asistieran a sus espectáculos.
Desde las alturas del presente, todos esos interrogantes han sido respondidos con soltura por quienes no sólo sostuvieron en la vida real su predicamento virtual, sino que además se convirtieron en campeones de la taquilla y se posicionaron por encima de los habitantes más antiguos del Olimpo de la fama. Luego de batir récords de funciones en salas y recintos más pequeños, sorprendieron por su aparición como números destacados en las grillas de los festivales, para después pegar un salto cualitativo y cuantitativo como protagonistas de eventos en grandes estadios, donde algunos de ellos tuvieron que brindar varias funciones.
Con apenas 24 años, María Becerra se dio con el gusto de ser la primera cantante argentina en llenar dos veces el estadio de River, donde sus performances del viernes 22 y el sábado 23 de marzo contaron con una asistencia de 150 mil personas. Después de haberse iniciado como influencer en YouTube, ella se lanzó en 2019 como vocalista y, pese a los prejuicios con los que se juzgaba su desempeño, obtuvo logros consagratorios que han tenido su momento culminante en ese par de fechas, en las que quedaron muy atrás los pronósticos de que cantantes como ella no tenían nada que hacer fuera de las pantallas.
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