Los restos del naufragio
Mañana a las 19 será presentada en el Teatro Comedia la reedición de la novela “Fotos del carnaval”, de Maximiliano Cárdenas, donde es factible atisbar hacia dónde dirigen hoy sus pasos muchos profesionales del periodismo, en el marco de una historia de provincias.
J.C. Maraddón
En otros tiempos, la profesión del periodismo dio lugar a la publicación de historias protagonizadas por personajes (reales o ficticios) que ejercían ese oficio y que en su desempeño se veían atravesados por alguna situación que se convertía en un hecho digno de ser relatado. No hablamos específicamente del género de non fiction, en el que sobresalieron los nombres de Rodolfo Walsh o Truman Capote, quienes llevaron al campo de la literatura las investigaciones que realizaban como parte de su trabajo en la prensa. Más bien nos referimos a escritos en los que la vida de los reporteros está en el foco.
Y aquí nos tropezamos con otro subgénero, llamado periodismo gonzo, en el que el periodista genera la misma noticia que después va a redactar y publicar. Sin embargo, fue Hunter S. Thompson, factótum de esta corriente, quien plasmó en la novela póstuma “Días de ron” sus andanzas como empleado de un diario en San Juan de Puerto Rico y anudó una narración en la que, a través de un alter ego, involucra la pasión amorosa, la ansiedad por beber hasta el desfallecimiento y la rutina de una tarea que posee ribetes románticos, pero que no está exenta de vicisitudes oscuras.
En 1986, el también estadounidense Richard Ford dio a conocer “El periodista deportivo”, donde recrea los pasos de un escritor fracasado que recala en la sección Deportes de una publicación. Este personaje, Frank Bascombe, iba a reaparecer luego en otras novelas de Ford, para casi tomar vida propia desde la creación literaria y transformarse en un ejemplo concreto de cómo las letras han retratado a esos escribas que tipeaban sus notas en las redacciones de diarios y revistas como un modo de ganarse la vida y, de paso, como una forma de ser en el mundo que les granjeaba cierto respeto.
Comparado con los usos y costumbres del siglo veinte, el periodismo ha perdido mucho de su bohemia y renombre, para asimilarse más a lo mundano y cobijarse, en parte, detrás de la resistencia que oponen los medios tradicionales ante el avance de las nuevas tecnologías. Y si ese es el panorama que se vive en estos días, cuesta imaginarse que en las condiciones en las que se ejecutan esas funciones informativas haya lugar para la ambientación de una trama novelesca, donde se luzcan los condimentos necesarios para atrapar a un lector tan saturado de estímulos como el que hoy abunda.
En 2014, el escritor tucumano Maximiliano Cárdenas ganó el premio Luis de Tejeda con su nouvelle “Fotos del carnaval”, que fue publicada dos años después por la Editorial Municipal de Córdoba y que ahora ha sido relanzada por el sello independiente EVNO (estavidanootra). Y en esa obra pueden hallarse algunas respuestas a l interrogante sobre si es factible reflejar en una estructura narrativa entretenida el devenir actual de los comunicadores, que en alta proporción han encontrado un nicho laboral como artífices de prensa y difusión de cualquiera que solicite sus servicios, desde eventos privados hasta organismos de gobierno donde revisten por contrato.
En primera persona, Roque nos cuenta allí de su enamoramiento obsesivo por una compañera de trabajo, Clarisa, que al igual que él debe dar cobertura oficial a una celebración carnavalesca cuyo objetivo último es posicionar a nivel nacional a una gobernadora de provincia. Y así, mientras describe con minuciosidad sus avances y retrocesos en esa relación, él nos revela el lado B de una ocupación que alguna vez supo ser un contrapoder temido y respetado, al que el paso de los años ha corroído sin piedad. Sólo la literatura pareciera ser capaz de salvar los restos de ese naufragio.
La reedición de “Fotos del carnaval” será presentada mañana a las 19 en el SUM del teatro Comedia, con la participación de su autor y de invitados especiales.
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