¿TLC con Estados Unidos? Los pro y los riesgos para la Argentina

Un acuerdo de ese tipo llevaría hasta cinco años de negociaciones más allá de que el gobierno local debe resolver qué hacer con el Mercosur. O se negocia en bloque, o se pide una excepción o se abandona. Para todo se requiere del Congreso.

Nacional05 de marzo de 2025Redacción AlfilRedacción Alfil
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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dejó la puerta abierta a negociar un acuerdo de libre comercio (TLC) con la Argentina, una idea que ya había planteado con entusiasmo Javier Milei. Hace unas semanas, un funcionario de la Casa Blanca -Mauricio Claver Carone- había advertido que el país no está buscando nuevos tratados de libre comercio, sino de promoción de inversiones. Si Trump decide ir por el libre comercio, la Argentina deberá tomar una resolución clave: como es parte del Mercosur cualquier negociación de estas características debe ser efectuada por el bloque.  Entonces, o bien sale del Mercosur o pide una excepción o se va. Cualquiera de estos caminos debe ser ratificado por el Congreso con el voto de la mayoría absoluta y, transcurridos 120 días, la aprobación por parte de la mayoría absoluta de la totalidad de los integrantes de cada cámara.

Antes de discutir cualquier acuerdo comercial, la teoría y la práctica económica coinciden en que hay que analizar si las economías son complementarias o competitivas. Es decir, si producen lo mismo o no. En este caso, por ejemplo, los dos producen acero, aluminio (a los que Estados Unidos le impuso un 25% de impuestos) y biocombustibles (hay restricciones vigentes que el mismo Trump estableció en su primera gestión).

En la actualidad Estados Unidos tiene más peso como inversor (es el país del que se registra el mayor stock de Inversión Extranjera Directa) que en la política comercial argentina, aunque es el destino más importante de las exportaciones de servicios argentinos (seguido de Brasil y Uruguay). Es el tercer proveedor de insumos, detrás de China y Brasil.

Las declaraciones de Trump llegaron en paralelo a la imposición de aranceles a las importaciones de México y de Canadá, los dos principales socios comerciales del país. “No queda margen para México ni para Canadá. No. Los aranceles, ya saben, ya están todos listos. Entrarán en vigor mañana”, dijo el Presidente cuando le preguntaron si podía haber una salida. También reafirmó que avanzará con los aranceles del 25% a las compras en China.

Completó con que habrá nuevos aranceles a los productores agrícolas: “A los grandes agricultores de los Estados Unidos: prepárense para empezar a producir una gran cantidad de productos agrícolas que se venderán DENTRO de los Estados Unidos. Los aranceles se aplicarán a los productos del exterior el 2 de abril. ¡Diviértanse!“, publicó en su red social.

Los especialistas no esperan que un tratado de libre comercio con Estados Unidos pueda concretarse en el corto plazo; excederían los tiempos los de los gobiernos de Milei y Trump por la cantidad de pasos que requiere y que llevarían hasta cinco años. No solo se trata de resolver qué hacer con el Mercosur, sino abordar temas como los aranceles, normas técnicas, de seguridad y ambientales y fijar mecanismos comunes de resolución de controversias y otros acuerdos.

"Venimos de una economía cerrada y que necesita la apertura hacia más mercados externos. De ocurrir el TLC con Estados Unidos y el acuerdo con la Unión Europea, Argentina se aseguraría un acceso enorme a los dos mercados más importantes de Occidente", comenta Marcelo Elizondo. Añade que se llegaría con más productos y servicios “a un mercado de 300 millones de consumidores con alto poder adquisitivo. Se acelerarían las exportaciones, que hoy de por sí tienen a Estados Unidos como el principal demandante de servicios provenientes de Argentina y un importante comprador de energía, minerales y alimentos elaborados", añadió.

Admite que, en cuanto a los riesgos, “avanzar con una desregulación y apertura de la economía puede generar dificultades para las empresas argentinas si éstas no mejoran en la incorporación de tecnología y la generación de un mayor dinamismo productivo. Pero un mayor comercio con Estados Unidos sin dudas implicaría dotarnos de mejores empresas, empleos de más calidad y nuevas inversiones en la cadena de valor".

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