A la universidad de los libertarios

El presidente Milei quedó en otra polémica al promocionar una beca en la institución de los Benegas Lynch

Nacional12 de marzo de 2025Javier BoherJavier Boher
2025-03-11-milei
Por Javier Boher 
Hace unos días llegó a las redes sociales la polémica por unos afiches con la imagen del presidente Milei. En realidad la polémica no era por los carteles, sino por el contenido, ya que en los mismos una universidad privada promocionaba una “beca presidencial” con la cara del Jefe de Estado. 
Acá sería sencillo hacer el chiste de “yo no promocioné, sólo difundí” con el que el presidente se defendió ante las acusaciones por el caso Libra, pero en principio pareciera que no aplica, porque Milei permitió que desde el instituto usen su imagen y su nombre para dar a conocer el beneficio.
El verdadero problema, sin embargo, está en los difusos límites que se presentan -otra vez- entre el Estado y los privados. Es difícil saber dónde termina uno y empieza el otro, con el presidente convertido en influencer de una universidad privada.
ESEADE es el instituto fundado por Alberto Benegas Lynch. Está orientado al área de la economía, plantado en el lugar de la defensa del libre mercado. Es la cuna de varios libertarios del gobierno, entre los que se cuenta el presidente. De hecho, Milei se hace llamar doctor porque su mentor decidió otorgarle el doctorado Honoris Causa, una distinción honorífica que no necesariamente tiene que ver con cuestiones académicas (como cuando la Universidad Nacional de Lanús se lo dio a Fidel Castro o la UNLP a Néstor Kirchner).
De a poco se empiezan a ver las cuestiones que despiertan dudas. ¿Corresponde que un presidente use su cargo para promocionar una beca en una institución privada que defiende ideas de nicho? A primera vista podríamos decir que no hay problema, pero después vemos que no estamos hablando de promocionar estudios en teoría económica liberal “común y corriente” como la que se puede estudiar en cualquier universidad, sino una interpretación simplificada y hasta infantil del liberalismo económico. 
Por supuesto que un ciudadano cualquiera, un político o un presidente puede difundir sus ideas, el tema es el lugar desde donde se lo hace. No es lo mismo ser un ciudadano común y corriente que comunica desde sus redes que ser un presidente que tiene llegada a mucha más gente porque maneja los resortes del Estado.
Parte del aparato de legitimación del kirchnerismo fue aportado por las universidades nacionales, muchas de las cuales presionaron a sus miembros en el sentido de las ideas defendidas por aquellas gestiones. Se integraron en el peronismo como si fuesen una nueva quinta rama.
Sin embargo, al menos las universidades nacionales tienen otros estándares de calidad, otra relación con el conocimiento u otra inserción en redes científicas globales. El caso de ESEADE, aunque más longevo, es asimilable a la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo, que obtuvo el reconocimiento oficial en los años del kirchnerismo. Quizás la memoria me falla, pero no recuerdo afiches con la cara de Cristina Kirchner promocionando becas presidenciales en tan distinguida institución.
Los límites entre Estado, gobierno y partido nunca están del todo claros en el país del peronismo. Nada de lo que hace Milei es novedoso, porque para todo hay algún antecedente en algún momento de nuestra historia, pero abruma verlo todo tan de golpe y en tantas áreas. Quizás Milei engañó a todos y no odia al Estado, o tal vez no es capaz de darse cuenta de que algunas cosas que él atribuye al sector privado en realidad dependen de la existencia de dicha institución.
No hay dudas de que mucha gente considerará que acá no pasó nada tan grave y que se magnifica el tema, pero dicha reflexión solo es posible en un país como Argentina, en el que la normalidad abarca numerosas cuestiones que en otras latitudes estarían reñidas con la ética pública y la división de poderes. Antecedentes como los del kirchnerismo y las universidades nacionales contribuyen a que se considere normal y deseable una partidización de las instituciones públicas como esa.
Muy probablemente todo esto pase rápidamente al olvido, opacado por alguna nueva denuncia de corrupción que no llegue a ningún lado, un nuevo rapto de indignación que brote de las filas de la oposición moralista o un papelón de algún inviable personaje del inframundo libertario. No socavará la imagen presidencial y casi con certeza no hará caer los números de aprobación del gobierno, pero es una muestra de lo que cabe esperar para los próximos años. Durante el gobierno de Macri los libertarios pusieron de moda aquello de que el gobierno de Juntos por el Cambio era “kirchnerismo de buenos modales”. Viendo estas cosas y la manera en la que reaccionan ante las críticas, acá parece que los que dicen estar en las antípodas ideológicas del kirchnerismo han copiado todas las mañas y los malos modos del mismo. Aunque se digan doctores.
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