Schiaretti, ¿el plan “C” de Macri?

Mientras las chances de una alianza con La Libertad Avanza se diluyen, y ante una UCR dispuesta a esperar el llamado libertario, el PRO empieza a revisar una nueva alternativa: acompañar a Schiaretti si el mandatario decide jugar en octubre. Desde Buenos Aires prometen que a Macri “no le disgusta”.

Provincial04 de julio de 2025Bettina MarengoBettina Marengo
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Por Felipe Osman

Mientras la aún lejana hora señalada por la Justicia Electoral se acerca, los cálculos electorales trazados en charlas de café proliferan. Algunas hipótesis son más transitadas. Otras, no. Pero todas son imaginables, y solo el tiempo dirá. La política argentina ya ha dado pruebas de si capacidad de sorpresa.

Hasta ahora, la única “medica-certeza” que delatan las encuestas es que La Libertad Avanza se alza como la fuerza que, en principio, lleva las de ganar en los comicios de medio término. La expectativa está puesta en la boleta que el 17 de agosto pondrá a rodar el oficialismo nacional, a la que ya le sobran pretendientes.

En la aritmética que ensaya el PRO, desde hace ya tiempo, la esperanza es alumbrar una alianza electoral con el espacio que le “robó” la derecha del espectro, pero en las usinas libertarias la idea de que el partido amarillo es una nave vacía, a la cual ya le ha birlado casi todo el electorado, es cada vez menos debatida.

El propio presidente apuntó, días atrás, en el streaming de Neura, que el acuerdo con Macri es innecesario: ya todos sus generales en Provincia de Buenos Aires se reportan a Karina. Y en Córdoba la diáspora amarilla ha surtido un efecto similar. Aunque no todos los factores del PRO están cerca de Milei, la dispersión ha tirado abajo las acciones del partido que años atrás se erigiera como el timonel del cambio.

El plan “B” del PRO fue, y probablemente sigue siendo, ordenar las cargas e intentar reeditar la raída marca Juntos por el Cambio, pero sobran dificultades.

Desde su implosión en las elecciones de octubre de 2023, los distintos espacios que la conformaron han partido caminos. El Frente Cívico, comandado unipersonalmente por Luis Juez, se ha apresurado en acercarse al presidente, con quien ya parece haber compartido más milanesas que el mismísimo Macri. Mientras, la UCR, tensionada, se divide entre un sector que apuesta a ser convidado por La Libertad Avanza en su aventura electoral, otro que se ocupa en repudiar las formas y el plan económico del presidente para desviar el curso que persigue la conducción del partido, y un remanente de radicales expectantes, que prefieren mantener el silencio para no ser esclavos de sus palabras cuando llegue la hora de las definiciones.

Pero, para colmo de males, los caminos del Frente Cívico y la UCR no sólo son divergentes. Además, los de sus máximos referentes confluyen hacia un mismo objetivo que, por yuxtaposición inevitable, anula cualquier posibilidad de cooperación y anima, por el contrario, el fuego amigo.

Juez recomienda a los libertarios mantener la pureza en las listas, un consejo que choca de frente con las intenciones de De Loredo, que a diferencia del líder del Frente Cívico necesita renovar su banca para mantenerse arriba de una plataforma desde la cual competir por la Provincia en 2027.

La recomendación, desde luego, no es inocente. Juez va por el mismo objetivo. Y si la condición necesaria para ser competitivo es monopolizar la oferta electoral de oposición –al margen de la relación personal que pueda existir entre ambos- De Loredo es, antes que nada, un estorbo.

Lanzado en la misma carrera, Macri tampoco es una prioridad para el radical, que también aspira a conseguir la bendición de la Casa Rosada, vía Santiago Caputo.

Si a esto se agrega que gran parte de la dirigencia amarilla ya fue absorbida por el Partido Cordobés, se advierte que la supervivencia del PRO está severamente comprometida.

Por eso, en Buenos Aires ya imaginan una coartada, si no para revitalizar al PRO, al menos para disimular su debacle: sumarlo a la oferta electoral de “Hacemos por Argentina”, para el caso de que Juan Schiaretti decida salir a jugar en las elecciones de octubre comandando la marca que intenta consolidar a nivel nacional.

La jugada no dista demasiado de la que el PRO adoptó en Santa Fe, cuando unió fuerzas con Maximiliano Pullaro en los recientes comicios de congresales constituyentes. Los intendentes cordobeses del partido fundado por Macri tienen buena relación con el Centro Cívico, que ha mixturado su gabinete con la presencia de algunos de ellos, y que no les retacea elogios.

La alquimia PRO-Cordobesismo puede llegar pronto a su fase electoral. Pero, como tantas otras cosas, depende de la decisión del ex gobernador. 

  

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