Unión peronista contra unidad libertaria

La centralidad mediática de los pactos del peronismo bonaerense choca con el sólido y silencioso armado libertario

Nacional18 de julio de 2025Javier BoherJavier Boher
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Por Javier Boher 
Hay algo en lo que el peronismo siempre se destacó: su verticalidad. Algunos no quieren usar esa palabra tan castrense, pero le queda perfecta a los seguidores de la doctrina pensada por un militar. Esa dinámica se traduce en una frase que el peronismo repite mucho, esa de que el que gana conduce y el que pierde acompaña (a pesar de que prácticamente nunca han tenido internas y aún menos veces esas internas han sido limpias).
Esa fe ciega en la voluntad del conductor de ocasión lleva a algo que podríamos traducir como unidad, esa palabra muy usada en el movimiento. La unidad es opuesta a los valores de nuestra Constitución, que siempre habla de Unión, una forma de agrupar cosas que son diferentes entre sí. Cuando hablamos de Unidad estamos hablando de una única cosa, acaso lo que era el peronismo en otros tiempos menos ideologizados.
Por eso es llamativo el énfasis que ponen en la unidad que han declamado en la provincia de Buenos Aires. Casi como si el peronismo fuese un partido vecinalista del conurbano o como si solamente existiera ese distrito en todo el país, el peronismo menos lúcido se preocupa por lo que acuerdan tres facciones de un peronismo mucho más amplio. No estaría de más agregar que dos de las mismas han sido derrotadas recurrentemente en las urnas, por lo que esas reuniones para lograr la unidad deberían ser renombradas como grupo de autoayuda.
El peronismo como partido está sin rumbo, pero el sujeto social del peronismo (y muchos de sus dirigentes) han encontrado que lo que más se le asemeja es lo que están armando los libertarios.
Alguien hace un tiempo señaló que el último líder popular que llegó a la presidencia sin partido y armó uno propio con el que dominó la escena política fue Juan Domingo Perón. Javier Milei parece ser el otro, que además tiene la suerte de ser el único político “multitarget”, como escuché el otro día en un podcast en referencia a que su discurso entra en todas las clases y en todas las regiones. 
Sus seguidores siguen sus ideas sin cuestionarlas y los dirigentes se amoldan a lo que decide el Triángulo de Hierro que integran el presidente, la hermana y el amigo, dando una clara muestra de unidad. Muchos periodistas tratan de romper esa férrea sociedad echando a correr rumores diversos, pero hasta ahora nada parece afectarlos.
Lo que se puede ver es que el peronismo se parece cada vez más al radicalismo, una confederación de partidos provinciales con cierta añoranza por figuras del pasado, debidamente edulcorada como para eliminarles los grises de sus vidas. Hay muchas internas, mucho recelo, pocas ganas de ir todos juntos, amenazas de rompimiento y finalmente la sangre no llega al río ni los votos al 30%.
La declamada unidad del peronismo está muy lejos de la unidad real. Es apenas la unión de facciones minoritarias -en algunos casos sectarias- que se olvidan que toda la militancia y la liturgia sirven para ponerle épica a una implacable máquina de buscar el poder, no para perder con dignidad y alzando banderas que no sirven para nada cuando uno pierde.
Los libertarios han demostrado ser pragmáticos en sus acciones y elásticos en sus discursos. No se preocupan por llevar gente a los actos, pero su aparato partidario controla el territorio digital. No se preocupan por las corporaciones tradicionales porque los votos están fuera de ellas y representa a los trabajadores que no representa nadie, los monotributistas que el kirchnerismo multiplicó y a los que les dio la espalda.
Nada de eso todavía se traduce en el balance del poder institucional. Ni los libertarios han podido ocupar lugares legislativos, ni el kirchnerismo los ha perdido. De hecho, el kirchnerismo ha sabido mantener una importante porción del Poder Legislativo a pesar de su mala performance en la mayoría de las últimas cinco elecciones legislativas nacionales. Aunque no llega a tener una mayoría que le permita actuar unilateralmente, es prácticamente imposible que alguien pueda hacer algo sin operar sobre sus legisladores.
La unidad del peronismo es frágil y parcial, mientras que los libertarios no parecen exhibir grietas (a pesar de su armado ecléctico y hasta exótico). Aunque todos los partidos están viendo de qué manera se reacomodan, probablemente el peronismo sea hoy el que tiene más preguntas para hacerse.
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