La Justicia vuelve a azuzar a Cristina

Por Javier Boher

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Cuando hace cuatro años entrábamos en la recta final antes de las PASO, ciertos sectores tuvieron gestos para expresar su pálpito -cuando no su apoyo- para la elección del domingo siguiente. Así fue que el mercado cerró ese viernes con una fuerte suba -que se leyó como un respaldo claro a Macri- a la vez que la Justicia sacó un fallo -la absolución de Milani- el mismo día.

Entre los dos actores, quienes mejor leyeron la situación fueron los jueces, que se posicionaron de una manera clara respecto a lo que venía, un cambio de color político en el que convenía posicionarse para aquel lado. Siempre la Justicia tiende a leer mejor cuáles son los tiempos que asoman.

Antes de las PASO ya había anticipado algo, cuando decidieron sobreseer a los gendarmes acusados por la muerte de Santiago Maldonado, simbólico caso a partir del cual el kirchnerismo trató de limar al gobierno de Macri a partir de mentiras, el mismo que le permitió a Patricia Bullrich pensarse como candidata a presidente. Esta semana volvió a posicionarse con un mensaje que no deja mucho lugar a dudas.

Anteayer la Cámara de Casación decidió que finalmente se realicen dos causas, Hotesur y Memorándum, en las que se había sobreseído a la vicepresidenta. Ayer la Corte Suprema decidió convalidar las declaraciones de los arrepentidos en la causa de los Cuadernos y de ese modo echó por tierra con la defensa de algunos de los acusados de que la Ley del Arrepntido sería inconstitucional. Los dos fallos son claves para pensar cómo puede seguir la cuestión en el plano electoral.

Aunque siempre es difícil decretar el óbito del kirchnerismo, esta vez parece que ya no le van a quedar muchas fuerzas para volver a ocupar la centralidad política. El cambio de época y la transformación social en marcha han generado las condiciones de presión desde la opinión pública para que se avance contra la corrupción del kirchnerato.

La primera interpretación al respecto es que los números de Sergio Massa no deben ser tan buenos como los que venden las consultoras. Tal vez todavía tenga chances matemáticas de entrar al ballotage, pero esto definitivamente significa que no tiene chances de ganarlo. Quizás, incluso, los jueces lo ven más lejos que lo que indican las encuestas.

La segunda interpretación es que la polarización entre Massa y Milei les ha estado funcionando bastante bien a partir del silencio de campaña que han adoptado Cristina y Alberto Fernández. Massa es el candidato de un gobierno o un espacio que no existe como lo que realmente es, el máximo sector político de las dos últimas décadas. La jugada puede tener que ver con volver a Cristina a la centralidad de la campaña, poniéndola a la fuerza en ese lugar del que eligió correrse.

Quizás los cálculos que hacen desde la Justicia no son tan electorales como los que aquí se esbozan, sino simplemente el oportunismo que han sabido demostrar los magistrados en cada momento de nuestras vidas. Siempre se las rebuscan para maximizar su poder, especialmente cuando están en una posición dominante y ante un rival débil, qu todavía intenta dar una pelea que no puede.

El dictamen de hace dos semanas sobre el destino de la jueza Figueroa ya anticipó que se podía empezar a ver esta actividad de la Justicia, a lo que el Gobierno reaccionó con una negativa a enviar más fondos a la Corte para que pague los aumentos de los empleados judiciales. La guerra entre los dos poderes solamente puede augurarle al ejecutivo muchos más problemas que beneficios.

En ese escenario Cristina se convierte en el centro del blanco, allí donde se multiplican los puntos si se acierta. Todo lo que signifique recordarle al electorado la prepotencia del kirchnerismo, sus ataques a las instituciones o los resonados casos de corrupción serán más peso para evitar que Sergio Massa remonte vuelo en el camino al 22 de octubre.

Seguramente el sábado, en ocasión de un acto por los 20 años de la edición del libro “Después del derrumbe. Conversaciones entre Torcuato Di Tella y Néstor Kirchner”, la vice se referirá a esta situación. Volverá a recurrir a su oratoria, a su gestualidad, a su capacidad actoral para poner en escena su papel de víctima.

Ciertamente eso reforzará el voto ideológico de perseguida política y de proscripta, dos argumentos sin ningún tipo de validez real pero altamente simbólicos para sus fieles. Probablemente no consiga recuperar votos perdidos por el espacio, sino todo lo contrario.

Por el lado de la oposición, esto es un respaldo más fuerte para la campaña de Juntos por el Cambio que para La Libertad Avanza. Seguramente JxC trate de recuperar votos que se fueron a Milei en la franja de mayores de 30 años, los que tienen una memoria mucho más completa sobre lo que significó el kirchnerismo y el rol de la coalición opositora haciendo todas las denuncias y presentaciones que hoy tienen arrinconada a la vicepresidenta, que ya tiene sobre sus hombros una condena por la causa Vialidad, motorizada por Javier Iguacel, uno de los halcones de Bullrich.

Sería demasiado asegurar que la justicia está apostando por JxC, pero al menos se juega definiendo que el kirchnerismo no tiene la potencia electoral como para seguir condicionando a la Justicia. De repetirse los resultados de las PASO, el kirchnerismo sería la segunda minoría en Diputados y seguiría siendo la primera minoría en el Senado. No importa cuánto muestre los dientes, la Justicia ya sabe que desde octubre la mordida de Cristina va a tener todavía menos filo. Quizás por eso siguen azuzándola.