La tercera en discordia

En “La One”, el podcast producido por Spotify, dirigido por Tomás Pérez Vizzón y conducido por Damián Kuc, se analizan las claves de por qué Moria Casán logró romper con ese corsé de misoginia que amarraba la conducta de las vedettes del teatro de revistas, expuestas a una visibilidad extrema.

Cultura 26 de septiembre de 2023 J.C. Maraddón J.C. Maraddón
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J.C. Maraddón


Asomarse a lo que era la sociedad argentina de medio siglo atrás puede ser un ejercicio que provoque vértigo, por la dificultad de reconocer en ese panorama los mismos escenarios donde hoy transcurren nuestros días. Un país que salía de una dictadura envuelto en un conflicto social donde participaban grupos partidarios de la lucha armada y que veía en el regreso de Juan Domingo Perón la última esperanza de un gobierno de unidad que garantizara la estabilidad democrática. Y unos ciudadanos acostumbrados a una censura estatal que discriminaba qué espectáculos estaban permitidos, según cánones impregnados de una moral “occidental y cristiana”.

En ese contexto que suponemos alejado de lo que vivimos hoy, el teatro de revistas representaba un universo paralelo en el que regían estándares diferentes, ante la hipócrita mirada de un aparato represivo que hacía la vista gorda frente a ciertas desviaciones con respecto a sus lineamientos. Por supuesto, eran sólo los hombres los que gozaban del privilegio de salirse de las normativas, asistiendo a shows en el que se escuchaban chistes de grueso calibre que eran prohibidos en otros ámbitos, y disfrutando de los pasos de baile de mujeres escasas de vestimenta, que hubiesen sido censuradas si se presentaban así fuera de esos reductos.

No había cuestionamientos por ese entonces a tales prerrogativas masculinas, que seguían la tesitura de que para ellos no había juicios condenatorios si sobrepasaban los límites impuestos por los usos y costumbres, en tanto ellas debían mantenerse dentro de los estrictos márgenes de la vida hogareña, si no querían recibir los peores calificativos. Se naturalizaba así la dicotomía entre “mujeres” y “mujerzuelas”, que endiosaba a las primeras por su apego a los mandatos patriarcales, a la vez que desterraba a las segundas a un inframundo en el que también carecían de derechos por haberse atrevido a comportarse de un modo independiente.

Entre estas últimas figuraban las vedettes, las diosas veneradas en las ceremonias teatrales por el público varonil que asistía a las funciones. Para formar parte de esa elite, ellas tenían que atravesar pruebas como las del casting sábana y la burla permanente de los capocómicos, que en escena solían apelar a los peores lugares comunes de la misoginia para hacer reír a la platea. Resignadas a cumplir ese papel para obtener fama y dinero, aprovechaban el lucimiento de su anatomía para recuperar una autoestima minada por el trato muchas veces denigrante que recibían debido a su función decorativa.

Pero en aquel lejano 1973 realizaba su primera incursión protagónica en una revista Moria Casán, quien compartía cartel en una obra con los consagrados humoristas Alfredo Barbieri y Don Pelele, bajo la dirección de Hugo y Gerardo Sofovich. Nacía así la figura que iba a imponer un nuevo estilo de vedette, no dispuesta a aceptar manoseos verbales y no verbales sobre el escenario, que además contaba con dotes histriónicas que le adosaban a sus virtudes en la danza un toque de comediante hasta ese momento inédito en el rubro. En pocos años se iba a transformar en una estrella con luz propia.

En “La One”, el podcast producido por Spotify, dirigido por Tomás Pérez Vizzón y conducido por Damián Kuc, se analizan las claves de por qué Moria Casán logró romper con el corsé que amarraba la conducta de esas mujeres expuestas a una visibilidad extrema. Y, junto a detalles curiosos de una biografía llena de matices, se explica allí cómo fue que una vedette surgida de ese entorno menospreciado, logró inscribirse de modo indiscutido como la tercera en discordia en ese pedestal de divas argentinas del que también forman parte Mirtha Legrand y Susana Giménez.

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