La gestión en tiempos de motosierra

El arranque en espejo de dos eras que marcan cambios radicales y completamente distintos a sus antecesores tanto en Nación como en Provincia. Inmersas en un contexto económico que pondrá bajo la lupa los famosos 100 días de la luna de miel tanto para Milei como para Llaryora.

Provincial11 de diciembre de 2023Gabriel SilvaGabriel Silva
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Por Gabriel Silva

Aunque parezca trillado, el calificativo de histórico a la era que comenzó ayer en la política nacional le calza a la perfección. Fundamentalmente, por el viaje rumbo a lo desconocido que marca la confirmación de una motosierra en marcha en manos de un todavía outsider de la política y quien, y otra vez hay que caer en los rasgos de lo inédito, anticipa en campaña absolutamente todo lo que va hacer. Al menos, en términos de recorte del gasto público y donde, como también apuntó en su primer discurso como Presidente en ejercicio “con un ajuste que por primera vez caerá sobre el Estado y no sobre los privados”.

Todo ello, porque según lo entendió y lo sostuvo el propio Javier Milei en la explanada del Congreso “los argentinos expresaron una voluntad de cambio que ya no tiene retorno”. Advertencia de alto impacto en la clase dirigente en términos políticos y en la clase media por los aspectos económicos. El por dónde arrancará esa motosierra vitoreada ayer frente al Parlamento con el grito de guerra de los libertarios, es lo que más incertidumbre genera.

Que, además, se observa con el nivel de distancia que empiezan a tener algunos en el Congreso y ante la aparición del mínimo borrador con la anunciada ley ómnibus obliga a una reconfiguración de estrategia con postergación de anuncios para el flamante ministro de Economía, Luis Caputo. Ya que, según entiende uno de los moderados que se fue al bloque de Emilio Monzó y Miguel Pichetto en Diputados “es invotable”.

Por ello, el mayor interrogante sobre el hombre del peinado desprolijo es cómo implementará lo que en tiempos de Macri se llamó el Excel pero que ahora, lejos de cualquier gradualismo, tiene forma de motosierra. Y cuánto tolerará el votante medio de Milei el peso de ese ajuste con una inflación mensual cercana al 40% para los próximos meses, una merma en sus ingresos y una quita en los subsidios: supermercado, bolsillo y tarifas, el cóctel de arranque con el que se enciende la herramienta preferida de Milei.

En paralelo, la búsqueda de los cada vez más cotizados consensos en el Congreso asoma como el otro interrogante del tórrido verano libertario. Más aún después del desaire de ayer en la Asamblea Legislativa.

Y aquí es donde entra en escena el otro protagonista de arranque de nueva era: el gobernador Martín Llaryora. El hecho de romper el póker de la isla cordobesista –Eduardo Angeloz, Ramón Mestre, José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti- ya convierte al hombre de San Francisco en un protagonista central desde el retorno de la democracia.

Con la dicotomía del mal contexto económico, pero la buena atmósfera desde lo político por el recambio nacional, Llaryora antes de la proyección deberá asegurar varias hendijas en el frente interno. Tanto en la convivencia con el peronismo, como en la relación con Juntos por el Cambio que arranca fragmentado, no roto.

Y con sus dos principales contendientes en la primera plana nacional: Luis Juez, como jefe del bloque PRO en el Senado; Rodrigo de Loredo, líder de un radicalismo que con fórceps logró la unidad en Diputados. Pantalla asegurada para un tándem que resiste a pesar de la desconfianza, y aunque esta visibilidad nacional no se traduzca en votos cordobeses.  

De la misma manera que ocurrió en estos cuatro años, a los tres sus votantes los estarán observados por cómo reaccionen o se vinculen con el Gobierno nacional. Mientras que la lógica desde el 2019 hasta ayer marcó que las diferencias y las críticas al kirchnerismo fueran nítidas; lo que arranca tiene en el despacho principal de Casa Rosada a un tipo que el grueso de los cordobeses ama. Así, con las manitos en forma de corazón y todo.

Lo que obligará al llaryorismo, al juecismo y al radicalismo a enviar al VAR cada crítica que intenten a Milei. De hecho, el discurso de Llaryora en la Unicameral este domingo pareció elaborado para tantear hasta dónde coquetear tirando a los flejes de la figura del libertario en pos de garantizar gobernabilidad.

Por último, en Córdoba, el bisturí se impone a la motosierra en la agenda de Llaryora. En lo económico y en lo político. Con los números, por la presión y los impedimentos de no poder acudir a la receta de la pesada herencia y en medio de un clima social que será tenso.

En lo político, el partido cordobés no termina de tallar como mensaje. Para la oposición, desde ya; y para los propios, se verá en la convivencia con los extrapartidarios en esta luna de miel. Por ahí pasará la gestión en tiempos de motosierra. 

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