Caras y caretas cordobesas

En la publicación en la que esta serie recoge su material, se encuentra una referencia histórica para su propia fecha, marzo de 1923, no solo para la nuestra. Se trata de una página dedicada a la figura de una mujer cordobesa del siglo XIX, Tomasa Vélez, hermana de Dalmacio Vélez Sarsfield.

Cultura 21 de febrero de 2024 Víctor Ramés Víctor Ramés
Tomasa Caras 1923
Tomasa V. Sarsfield cuando joven y en su ancianidad. Debajo, su firma y rúbrica.

Por Víctor Ramés

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Una semblanza de Tomasa Vélez

La referencia a la figura de Tomasa Vélez está firmada por Alberto Meyer Arana, un médico de Buenos Aires vinculado a cuestiones sobre beneficencia, creador de una colonia para menores y que ejerció como Secretario del Patronato de la Infancia. Tomasa Vélez nació en Córdoba, no se sabe si en Amboy como el autor del Código Civil. En cierta coincidencia con la especialidad de Meyer Arana, Tomasa Vélez Sarsfield tuvo actuación como dama vocal de la Sociedad de Beneficencia, y fue principal impulsora, en 1854 -después de haber caído el rosismo-, del primer establecimiento para mujeres con enfermedades mentales en Buenos Aires, denominado inicialmente como Hospital Nacional de Alienadas. Sin embargo, este dato no es abordado, al siglo siguiente, por el médico y autor del texto que se cita.

La semblanza de Meyer apenas deja lugar para otra cosa que no sea la transcripción, ya que traza un retrato bastante ameno sobre el personaje al que dedica la página.
“Caracterizaba a Tomasa Vélez, llegada a señora por prescripción de sus derechos matrimoniales, una escritura deletreada como la vieja tonada cordobesa, de signos separados sin estar desunidos.
Mostrábase más dispuesta a firmar con el Sarsfield materno a continuación de una simple V. muy muda, que con el Vélez único tan usado por su hermano Dalmacio.
La menor en una familia de cuatro muchachas hermosas, su fama de fea acaso naciera de ser tan bonitas sus hermanas. Puede asimismo que fuera, como se les dice por vía de consuelo, una «fea con gracia».”

A continuación, Meyer Arana afirma que se trató de Tomasa la joven a quien el entomólogo francés Juan Teodoro Lacordaire, autor de una crónica sobre la batalla de la Tablada, relata haberse ofrecido a ir a buscar en la Catedral de Córdoba, pues la familia Vélez (residente en la Calle Ancha) estaba muy preocupada debido a su demora, mientras las tropas de Facundo Quiroga patrullaban la ciudad. Era junio de 1829. Refiere el francés que, en la iglesia Matriz, “después de largas averiguaciones pudimos encontrar a la persona que buscábamos y la llevamos desfalleciente a casa de la familia”.

Prosigue Meyer Arana su semblanza:
“Fruto de la segunda hornada matrimonial de Dalmacio Vélez con Rosa Sarsfield Palacios, de una de las mejores familias de Córdoba, con ascendientes al servicio del rey, muchos puntos de contacto acentuaban cierta equivalencia global con su hermano único y muy idolatrado.”
Si dicha equivalencia de Tomasa con Dalmacio era de índole fisonómica, en base a los daguerrotipos existentes del codificador se puede deducir el pobre atractivo que poseería la joven Vélez. 

Eventualmente, Tomasa dejó Córdoba para instalarse con su familia en Buenos Aires. Retomamos a Meyer:
“Al año de residir en la ciudad porteña Tomasa conservaba «el espíritu monacal y escolástico de la Córdoba de 1829, donde la conversación de los estrados rodaba siempre sobre las procesiones, las fiestas de los santos, los exámenes universitarios, la profesión de monjas y la recepción de las borlas de doctor». Con aureola de talentosa, justa en parte y en el resto por hallarse bajo el alero mental del hermano cuyos desvelos de sabio hacían menos penosos sus cuidados, Tomasa padecía de cierta obsesión negativa de oponerse a toda idea ajena, neurosis de tratamiento difícil y cura imposible, que la tornaba inadaptable a un círculo en el cual era necesario resolver mucho para engañarse con la dulce ilusión de intentar algo, siquiera. Tomasa Vélez, joven o mayor, fue siempre una valla insalvable, como un dique cerrado.
¿Deberíase ello a no haber conocido el sí de la felicidad femenina?
No pudo ser de las trece primeras fundadoras de la Sociedad de Beneficencia del 18 de febrero de 1823, pero ocupó el número veintinueve entre las socias el 8 de marzo de 1830, cuando la Córdoba rica nos obsequió con su riqueza.
Sus secretarías, sencillas por la calma de la acción alternada, comprendieron la presidencia de la señora Mendeville en debate con la Iglesia por el local de los premios en 1831, y las de Isabel Luca y Pepa Sosa, cinco años más tarde, en pleno esplendor del federalismo, tan cargado de sombras, pero impotente para eclipsar la luz de biblioteca del nutrido codificador.
Federal de moño en el alma, al morir octogenaria su rojo se había desleído en un sonrosado de aurora.
Y se había olvidado hasta del mismo Juan Manuel. Fue en 1876 y en el propio mes de Rosas”

En la publicación de Caras y Caretas que acabamos de transcribir, se incluye una carta escrita por Tomasa referida a la salud de su hermano Dalmacio y a una serie de objetos (unos libros, una medalla, unos premios) que debían ser enviados:
«Buenos Aires, Abril 14 de 1869.
Mi querida Petronila: Ahora he podido substraerme un momento a tantos disgustos que he tenido desde que llegué aquí (por la grave enfermedad en que hallé a mi hermano) para ocuparme de los asuntos de su Escuela, fui yo en persona a hablar con la Presidenta, le dije toda la función como había sido, le recomendé muchísimo a usted y la Maestra y le pedí que me diese las medallas y los libros a la mayor brevedad, para mandárselos.
Cumples con exactitud esto, y se los remito deseando que salga muy bien y recuerde todas sus obras.
El mismo día del sábado que yo salí para allá, Dalmacio tuvo un fuerte ataque a la cabeza en término que la familia creía que se moría. Desde entonces lo han curado en forma y ahora se halla mejor y fuera de cuidado y espero en Dios que sanará. -
La nota a la Presidenta sobre los exámenes y adjudicación de premios se la he mandado con esta misma fecha donde la recomiendo a usted muchísimo por contracción a la Escuela, sus servicios, etc., y a la señora Maestra por los adelantos de Escuela.
Memorias al señor Duarte y usted mande a su affma.
Tomasa V. Sarsfield”

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