
Los medios y los políticos de Buenos Aires creen que todo lo que pasa en el país se resuelve en ese minúsculo pedacito de tierra
El giro a la derecha en las elecciones europeas marca que el posicionamiento del presidente Milei no fue tan desacertado después de todo
Nacional11 de junio de 2024Por Javier Boher
rjboher@gmail.com
Entre muchas otras, el peronismo siempre tuvo una cualidad envidiable. La capacidad de leer los tiempos históricos para mudar la piel según la demanda electoral era una virtud que los otros partidos envidiaban, quedando siempre expuestos en sus burdas imitaciones posteriores. Hace tiempo que las cosas parecen haber cambiado.
Hace menos de un mes todo el mundo se reía de una afirmación que hizo el presidente a raíz de su polémico viaje a España para participar en el acto de VOX: “soy el máximo exponente de la libertad mundial, le guste a quien le guste”. Por supuesto que se podría discutir qué entendemos por libertad, qué es ser el máximo exponente y si por “nivel mundial” nos referimos a algo realmente global o a audiencias de nicho en distintos lugares del mundo. Lo que es seguro es que no parece haber errado el bando elegido para posicionarse.
El pasado domingo fueron las elecciones al parlamento europeo que, sin representar grandes cambios en la conformación de las bancas, mostraron un crecimiento electoral de la derecha, particularmente la derecha extrema, frente a la oferta electoral de izquierda.
El escándalo (o papelón) que involucró a los líderes políticos de España y Argentina fue usado por ambos para tratar de hacer crecer sus figuras apelando a una identidad fuerte, polarizando con un otro que representaría todo lo que ellos no son. Mucho se conjeturó respecto a la buena o mala decisión de Milei, pero el giro conservador que ha tenido el electorado europeo parece haberle dado la razón. Aunque estas elecciones no son las que sirven para formar gobierno, ciertamente ayudan a construir un relato ganador en el bando por el que apostó el presidente.
Más allá del resultado concreto en España, los números señalan un cambio en el electorado europeo, descontento con los efectos de un progresismo que no ha sabido transmitirles el optimismo de otros tiempos. Quizás los efectos de la pandemia, la guerra en Ucrania o el conflicto en medio oriente han influido en amplios sectores de la población que ven en los líderes progresistas a dubitativos defensores de los valores europeos frente a lo que sienten como una amenaza a su modo de vida. Esto no significa que la amenaza sea real, pero sí que se la percibe como si lo fuera.
Italia, Alemania, España y Francia dieron el triunfo a distintas formaciones de derecha, con mensajes diferentes y ambiciones distintas, pero que en todos los casos supieron interpretar a fuerzas sociales que la izquierda creía propias, como los jóvenes y los trabajadores. Quizás ahora el progresismo reacciona como en Argentina, tildando de brutos o desclasados a los que sienten la inseguridad, tienen problemas para proyectar un futuro o no les alcanza la plata para la vida que quieren. Los parámetros europeos son muy distintos a los nuestros, pero las preocupaciones de la gente suelen girar siempre en torno a lo mismo.
Esta vez, además, se suma un ingrediente extra que no suele estar presente. Los ciclos políticos en esta parte del mundo suelen ir desfasados respecto a los del mundo desarrollado. Siempre llegamos más tarde a los procesos políticos y económicos globales, lo que empuja a nuestros presidentes a acelerar a fondo en agendas que ya están abandonando en el resto del mundo, para fracasar con fuerza por no haber sabido aflojar a tiempo. El giro hacia la derecha es más o menos sostenido en distintos lugares y coincide con el volantazo que Argentina pegó el año pasado. No sabemos si el futuro es bueno, pero al menos parece que vamos a estar acompañados por los países desarrollados.
El peronismo, por su parte, se la pasó insistiendo con la carta de que lo de Milei en España o Italia estaba mal, juntándose con Abascal o Meloni, ofendiendo a vaya uno a saber qué referente del progresismo argentino. Así como no pudo ver a tiempo el cambio en el electorado local, tampoco pudo ver lo que empieza a ser una tendencia en Europa y Estados Unidos. Ha perdido esa virtud de saber leer los tiempos de la historia para aprovechar el impulso y sostener sus gobiernos.
La pregunta lógica es si lo de Milei es de pura casualidad o si ha sabido interpretar de la mejor manera los deseos de la gente, sobreactuando un personaje por necesidad política. En una entrevista de hace un tiempo, el periodista Diego Sehinkman dejó una buena definición sobre el fenómeno: la melodía estaba flotando en el aire y Milei supo ponerle la letra justa. ¿Mantendrá el dogmatismo libertario de la letra que compuso si esto se revela como un espejismo y las elecciones nacionales del primer mundo mantienen todo más o menos como hasta ahora?¿O será capaz de volverse un poco más pragmático reinterpretando otra vez lo que mandan los tiempos?
El presidente apostó por un bando y los resultados marcan que no le fue tan mal. Quizás sea como dicen algunos, que es mejor político que economista, aunque él se esfuerce por demostrar lo contrario. Al menos los datos muestran que, con esta, ya son dos las victorias que el crédito local ha tenido sobre el presidente del gobierno español. Faltan tres años para las elecciones generales españolas: ¿aguantará Sánchez o se precipitarán los tiempos? Ahí está Milei, esperando para interpretar lo que marquen los tiempos de la historia.
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Parte 1/4
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