
A regañadientes, los detractores del cuarteto han debido aceptar el actual estatus del género, pero no se privan de hacer escuchar sus quejas cuando se les presenta la oportunidad, como ha ocurrido en estos días con su declaración como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la UNESCO.



Tras el desplome precoz (y previsible) del punk, de sus escombros emergieron secuelas que cobraban formas muy diversas y que, para facilitar las cosas, fueron etiquetadas por la industria musical como “new wave”, una nueva ola que apostaba por canciones simples y pegadizas, en contraste con el rock progresivo y los proyectos experimentales. El espectro sonoro se abrió en infinitas direcciones, dentro de las que iba a predominar el estilo pop que vivió su apogeo en los años ochenta y que dio lugar a la publicación de discos y canciones a los que hoy nadie duda en catalogar de clásicos.








