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Definir el vivir social histórico desde las publicaciones periódicas permite dirigir diversas luces sobre el objeto a describir. La “Vida Elegante”, sección de “La Conciencia Pública” en 1901, propone vistas a las ceremonias culturales, esos hitos en el curso de lo cotidiano.
Cultura 20 de septiembre de 2023Por Víctor Ramés
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El foco de lo cotidiano ofrece perspectivas múltiples. Estamos en 1901, el nuevo siglo se parece al anterior como un día a su precedente. La sorpresa, en términos sociales, era atenuada mediante normas de uso de las horas del día, hábitos regulares y actividades cíclicas. Leer los diarios de la época permite descubrir algunas de las manifestaciones sociales en las que cordobesas y cordobeses podían mutuamente verse, reconocerse y medirse en grandes espacios. La Conciencia Pública, diario que se publicaba en los años ochenta, y que daba este raro rebrote periodístico en el nuevo siglo, mostraba un buen panorama de esas actividades, a la vez que transmitía un índice del moralismo, el privilegio de clase, la necesidad de distinción social que sostenían los principios de la clase dirigente.
En su sección “Vida Elegante” pueden hallarse buenos jirones de las ocasiones públicas y festivas. Había un movimiento envolvente informativo en torno a esos eventos. Por ejemplo, el 5 de agosto de 1901, dos informaciones apuntaban a la presente temporada del Teatro Rivera Indarte:
“MARIA GUERRERO - En tren especial llegó hoy por la mañana la compañía dramática de María Guerrero y Díaz de Mendoza. Como se sabe, mañana por Ia noche se presentará al público en las tablas del Rivera Indarte la eximia artista.”
Y a renglón seguido figuraba un nuevo anuncio para el mismo coliseo.
“LA BARRIENTOS - Se nos informa que actualmente los empresarios del Teatro Rivera Indarte hacen gestiones para contratar por una corta temporada à la compañía lírica de que forma parte la célebre cantante María Barrientos.
Esa compañía debutará en breve en la ciudad del Rosario y es probable que una vez terminado el compromiso en aquella ciudad tengamos entre nosotros aquel hermoso conjunto.”
Es decir que se avecinaban dos grandes divas, quienes se turnarían en la sala mayor de la ciudad. Mientras lo de la Barrientos estaba en tratativas, la presencia de la gran María Guerrero era una realidad concreta, y así lo confirma la crónica posterior de La Conciencia Pública. El relato lee a su vez la puesta social en el gran teatro con la “sociedad elegante” cara a cara, y hace una verdadera oferta en ramilletes de las jóvenes cordobesas del jardín burgués, con sus nombres como etiquetas de sangre y apellidos selectos. En esas familias se concentraba el capital monetario y social de la época. Abundamos en los nombres por sus resonancias, muchas aún actuales.
“Un aspecto sugestivo y encantador presentaba anoche la amplia sala del Rivera Indarte.
Lo más granado de nuestra sociedad se encontraba allí reunida.
Palcos, cazuela, platea y hasta las gradas y el paraíso estaban desbordantes de concurrencia.
María Guerrero hizo su aparición en la escena, y mil manos femeninas iniciaron la ovación, a la que siguió toda la sala.
(…)
Entre la enorme concurrencia que llenaba el gran coliseo, apuntamos los nombres de las
señoritas María Luisa Molina, Justa Galíndez, Mercedes Crespo, Marta Celia Moyano, Leontina Carreras, Rosario Moyano, Concepción del Prado, Dora Carreras, Margarita Lascano, María Luisa Pitt, Manuela Roqué, Emilia Goycoachea, Matilde Frías, Teresa Allende (…) Carmen Peña, Amalia Benza, Eugenia Peñaloza, Laura Peñaloza, Adelina Caraffa, Silvia Peñaloza, Lola Paz,
Matilde Molina, Aleira Vélez, María Clara Román, Adela Molina, Ventara Román, Rosa Usandivaras, Eva Gavier, Arminda Achával, Manuela Gavier, Elena Allende, Manuela Torres Castaño, María Elisa Conil, Matilde Pizarro, Carolina Torres Castaño, Margarita Ruiz, María Elena Pizarro, María del Pilar Torres Castaño, Emma Sosa, Zara Ruiz, Angélica Loredo, Elvira Figueroa, María Sosa, Carlota Figueroa, Lía Ruiz, Silvia Figueroa, y otras muchas.”
La obra que presentaba dicha compañía era el estreno de El Loco Dios, una pieza de José Echegaray, autor a quien María Guerrero y su consorte Fernando Díaz de Mendoza habían estrenado varias obras. En esta, su protagonista, creyéndose Dios, desarrolla sus ideas desequilibradas y una locura sublime que conduce a la tragedia.
Al paso triunfal de María Guerrero y Cía., le siguió en la programación del coliseo mayor de la cantante de ópera española María Barrientos. En este caso, el diario señalaba el precio excesivo de las butacas, que era de ocho pesos, fundando una fuerte crítica: “La compañía lírica que trae a María Barrientos viene a Córdoba bien podada. Su cuarteto no es como dicen los avisos «el mismo que ha cantado con la diva en el Politeama Argentino de Buenos Aires.»
Está muy lejos de eso. El cuarteto del Rivera Indarte, dejando a un lado la notable diva, lo componen partes secundarias de esta misma compañía y algunos elementos extraños sin valor, algunos contratados especialmente para hacer el bel canto de los teatros de provincia.
Esto en cuanto a los cantantes. En lo que se refiere al cuarteto de orquesta este será indudablemente bueno por la calidad de las partes, pero sin volumen, sin cuerpo, desde el momento en que no van a traer más de 24 ejecutantes.”
Por su parte, el más pequeño Teatro Progreso convocaba con propuestas populares y mejores precios. Por allí pasaban la compañía de Zarzuela Falconer, con la ópera La Dolores, “…sobresaliendo como siempre, la señora Allú, el tenor Carreras, el barítono Florit y el bajo Cabra.” También proponía el Progreso “variados espectáculos del cinematógrafo de la casa Fló Hnos. y Cia. del Rosario, que, como se sabe, ha adoptado ese original medio de propaganda para los cigarrillos «Americana».”
Y quedaban aún, para la “Vida Elegante”, las citas en el Velódromo, donde se corrían desde maratones pedestres e incluso carreras de muchachones (vendedores de diarios) embolsados, hasta las carreras de bicicletas, donde se anunciaba el duelo interesante “entre los ciclistas y el andarín Ferrari.” En el mismo rubro del Sport eran muy concurridas las carreras en el Hipódromo General Paz, donde no faltaban competencias de sulkis, antes del Premio «Primavera» en el que intervenían “potrillos y potrancas nacidos en 1898”.
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