Voces que vienen del norte

Hija de padre islandés y madre china, la cantante Laufey parece ser la más reciente representante musical oriunda de Reykjavík que escala posiciones de éxito en el panorama internacional, tras antecedentes de fuste como Björk, Sigur Rós y Of Monsters and Men.

Cultura 03 de noviembre de 2023 J.C. Maraddón J.C. Maraddón
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J.C. Maraddón

Cuando hacia finales de los años ochenta llegó a Córdoba en edición importada el disco “Life's Too Good” del grupo The Sugarcubes, los melómanos locales tomaron conciencia de que también existía una movida rockera en un lugar tan exótico como Islandia. Y no sólo eso, al escuchar esa banda de Reykjavík se advertía que, más allá de la rareza de su procedencia, la banda transitaba un estilo indie que estaba a la altura de cualquiera de sus colegas ingleses, lo que dotaba al hallazgo de un carácter excepcional, digno de ser difundido en programas de radio de la frecuencia modulada.
En The Sugarcubes cantaba Björk, quien a partir de la década del noventa iba a desarrollar una trayectoria solista que la consagraría primero como una estrella del circuito independiente, para saltar luego a la categoría de diva de la canción universal. Aunque conservaba las características del sonido alternativo que había sido su entorno original, incorporó elementos de la electrónica que la introdujeron en una escena que por entonces marcaba tendencia. Además, su posterior ingreso al mundillo cinematográfico le otorgó una visibilidad más allá de la música que acentuó su fama y le permitió hasta el presente darse con el gusto de experimentar sin límites.
Abierta así al mundo la difusión de la música islandesa, hubo otros proyectos que trascendieron el aislamiento insular y que incluso se hicieron oír en estas latitudes, mediados por los grandes centros de la industria discográfica con sede en Estados Unidos. Hacia fines de los noventa, cuando las fiestas electrónicas requerían de un repertorio apropiado para los espacios del chill out, cobró relevancia otra formación de Islandia, Sigur Rós, que desde una perspectiva ambient cosechó por aquí una legión de fans, empeñados en militar el apego por ese grupo de culto del que tanta distancia nos separaba.
Y en 2011 inició su periplo internacional la banda islandesa Of Monsters and Men, que luego de ganar popularidad en su país de origen se atrevió a conquistar el mercado estadounidense, objetivo que logró gracias al single “Little Talks”, que trepó hasta el puesto 20 del Hot 100 de la revista Billboard en septiembre de 2011 y encabezó el ranking de rock alternativo de la misma publicación. Por si hacía falta algo para corroborar la capacidad comercial del rock islandés, Of Monsters and Men probaba la potencialidad creativa de los músicos oriundos de esa isla del Atlántico Norte.
Hija de padre islandés y madre china, la cantante Laufey parece ser la más reciente representante musical de ese origen que escala posiciones de éxito en el panorama internacional. Pero su caso no tiene que ver tanto con la pasión rockera, sino más bien con una variante del jazz que va de la bossa nova a los standards y que a veces aparenta ser una banda sonora de película en la que su voz presenta matices de dulzura e intensidad no muy habituales hoy en día, que le han reportado elogios indiscriminados por parte de especialistas que no suelen regalarle nada a nadie.
Excelente instrumentista de piano, cello y guitarra, además de compositora, Laufey ha logrado con tan sólo 24 años ascender a niveles de reconocimiento inusitados, a través de dos álbumes publicados en 2022 (“Everything I Know About Love”) y 2023 (“Bewitched”), en una carrera profesional que arrancó en 2020, después de haber ganado concursos de talentos en Islandia. Pese a la altura de la vara que Björk pudo haberle dejado como herencia a sus compatriotas, Laufey no quiere irle en zaga y cuenta ya con un repertorio que merece la mayor atención y que genera grandes expectativas por lo que vendrá.

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