Parte de guerra

J.C. Maraddón

Aunque en China se la conocía desde el año anterior, fue en 2017 que TikTok se instaló en el mercado internacional como una nueva red social, que se estrenaba como superadora de las que por entonces predominaban, como Facebook, Twitter e Instagram. No sólo su origen la distinguía de las demás, sino que también su potente algoritmo, que parecía extraer lo mejor de sus competidoras, captaba sin pausa la atención de los más jóvenes, transformando su uso en una especie de adicción que instaba a quienes la padecían a scrollear sin límite la oferta de videos breves que allí se les presentaba.

Puede haber sido la pandemia el momento en que esta aplicación consolidó su reinado, porque el aislamiento al que se predicó como el mejor modo de prevención contra el Covid-19, volvió permeables a muchas personas al consumo continuo de los contenidos que los propios usuarios iban subiendo. Con el mismo método de las otras redes, en las que el público es a la vez receptor y productor de lo que está disponible, TikTok se convirtió en un jugador temible en esa competencia en el mundo virtual, de la que hoy solo unos pocos oferentes participan con posibilidades de salir triunfantes.

Desde esta columna hemos insistido en que, así como en otras épocas fueron la radio primero y la televisión después las vidrieras donde se daban a conocer las novedades y tendencias de la industria musical, por estos días es TikTok el que cumple esa función, dando la posibilidad a sus usuarios de seleccionar la canción que se escuchará como banda sonora de su video. La viralización de algunas de esas piezas audiovisuales ha derivado en la instalación de determinados artistas en la opinión pública y en el surgimiento de hits que bien pueden ser flamantes o rescates de antiguos éxitos.

Las otrora poderosas compañías grabadoras tomaron nota de este procedimiento y utilizaron esa vía para difundir aquello que pretendían fuese un suceso, con resultados milagrosos en la mayoría de los casos, que daban muestra de la eficacia de este canal ahora disponible. A la par de las plataformas de streaming, esta red social sumaba una herramienta más para completar ese complicado proceso por el cual un tema que ha insumido una ingente inversión para ser grabado y puesto a disposición de los consumidores, logra al fin llegar al objetivo de hacerse popular y ser redituable para quienes lo financiaron.

Pero ese importante rol que TikTok empezó a tener en el negocio de la música ha llegado a provocar recelo en el sector, algo que se ha manifestado en la medida que tomó la firma Universal de impedir que la red social utilice las canciones de sus artistas, en tanto no se avenga a cumplir con ciertas normativas. Entre los reclamos sobresale la necesidad de que se le pague un porcentaje atinado a los autores e intérpretes de esas piezas, pero tal vez lo más urgente sea que se le ponga un impedimento a la aplicación de la Inteligencia Artificial en esas obras.

Como si esto fuera poco, la cámara de representantes de Estados Unidos aprobó un proyecto de ley en que se prohíbe a TikTok, si la empresa poseedora de la marca, ByteDance, no acepta venderla a un oferente que no sea de origen chino. Bajo el pretexto de que la aplicación es utilizada por la potencia asiática para espiar a ciudadanos de Occidente, se promueve así una sanción que se suma al boicot de Universal y que constituye un eslabón más en la guerra comercial entre dos titanes que se disputan el dominio de la economía global.